Cuando me levanté, inmediatamente observe mi pié. La sorpresa inundó mi rostro al no ver nada. Nada más que el color rosado y un pequeño punto blanco donde antes estaba el orificio lleno de pus que me causaba tremenda tortura.
El sol ya estaba en su punto. Me duché rápido y me vestí, esta vez con vaqueros y una blusa negra sin mangas ajustada. Ignoré ponerme zapatos y salí hacia la cocina.
Todo estaba ordenado y blanco, en el piso podía ver mi reflejo y olía a limón y detergente.
Busqué con la vista a "Señor" y no estaba.
Vi a Tedd con un mandil blanco sobre su traje negro impecable, solté una risita y me acerqué a él. Cuando me vio me ignoró, fue directamente al lava trastos y lo seguí. Al pararme junto a él, su altura parecía aumentar. Miró hacia la ventana que estaba en frente y soltó los platos de golpe, bufó y me lanzó una mirada aterradora. Di unos pasitos hacia atrás.
—¿Sí?—Su voz era tosca, con una microscópica pizca de bondad.
—Solo miraba—Dije apenada y él decidió volver a lo suyo.
Mientras tallaba un sartén ennegrecido yo miraba fijamente el movimiento de sus manos, fuertes para poder hacer que el color plateado volviera. Volvió a soltarlo y esta vez se acercó a mí y sentí un retortijón en el estómago. Cuando sus ojos intentaban lanzar rayos láser para desintegrarme he irme de ahí no pude evitar abrir mi boca.
—Tus ojos—Entrecerré mis ojos para poder verlos más detenidamente.
—¿Qué tienen?—Se apartó de mí y lo seguí mirando hasta que noté que su dureza empezaba a desvanecerse.
—Me recuerdan a alguien...—Quedamos en un silencio extraño, no separábamos las miradas y eso empezaba a incomodarme. Un portazo se escuchó, ambos volteamos y vimos a "Señor" con unas bolsas del supermercado. Tedd se deshizo del mandil y salió de la cocina. "Señor" me miraba y levanté las manos en gesto de inocencia y subí las escaleras con él pisándome los talones.
Cuando mi nivel de hostigamiento llegó a su límite me detuve y le corté el paso.
Me miró con desagrado y siguió caminando pasándome de largo, se dirigía a mi cuarto y ahora la que tenía que estar tras él era yo.—Bien, te puedes ir—Intenté cerrarle la puerta en la cara hasta que él la detuvo con su ante brazo.
—Violaste una regla.
—¿Eh?—¿A cuál regla se refería? Las únicas que resaltó como súper importantes era no mirarlo a los ojos y no llamarlo por su nombre—No creo que hayas mencionado nada sobre hablar con Tedd.
—¿Se hablan de "Tú" ahora?—Dijo con sorpresa y cierto gesto de ingenuidad.
—Él no habla "Señor"—Cruzó los brazos y miró mi pié y después mi cara, luego mi pié otra vez.
—¿Mejoró?—Levanté mi pié para comprobar que no era alucinación y asentí—Bien.
Le hice una señal con las manos para que saliera y me dejara sola. Me dio la espalda y se detuvo en la puerta, giró un poco la cabeza.
—Acepta que es un secuestro. Acostúmbrate a sentirte sofocada—Salió, pero no aseguró la cerradura.
Eran demasiados cambios. Tenía cámaras viendo cada parte de mi cuerpo, si me movía, ellas también. Enfocaban cada movimiento por pequeño que fuera. No podía hablar con nadie, era sumisa a "Señor" y los sentimientos de impotencia estaban apareciendo.
Cuando volví a recordar los ojos de Tedd, por mi mente inmediatamente pasó la imagen de Matt.
La tonalidad de verde era exactamente la misma, la nostalgia se me vino como una avalancha y empecé a llorar. Me senté en el suelo, al pié de mi cama, con la rodillas hacia mi rostro y me abracé a mí misma.
Extrañaba la comida de mi papá, la baba del perro de mi vecina y a mi vecina. El griterío en mi salón de clases, incluso las notas fluorescentes con insultos de Jessica.
Me arrepiento de no haber ido por esa hamburguesa, de no haber dejado que Matt me besara, me arrepiento de cada parpadeo, cada respiración, de todo. Porque haber cambiado cualquier detalle me habría salvado, estaba muerta antes de llegar aquí. Porque la mansión y la comida era solo un disfraz ocultando mi tortura. Imaginarme el daño que me harían era como si te clavaran miles de cuchillos una y otra vez, como una prueba para saber "Qué se siente". No son reales, pero duelen, y mucho.
—Quiero irme a casa—Dije entre sollozos.
Anhelaba con todas las fuerzas de mi ya debilitado ser que esto acabara, quería cerrar los ojos y aparecer en mi pequeño cuartito, con miles de papeles tirados por todas partes, con el aroma a tabaco mentolado de los sofás, las rosas de color salmón que aunque odiaba cuidar, tenían un gran valor sentimental. La cálida luz de la sala de estar. Mi casa no era lujosa, a veces la televisión fallaba, pero me crié ahí, y sinceramente, aunque me esforzara en buscar algo en lo más recóndito de mi cerebro, no encontraba nada que me hiciera merecer ser raptada.
Dejé de llorar y me encerré en el baño, la bañera estaba vacía y me metí, tapándome con la cortina para que la cámara no me capturara, al estar ahí, con lo ojos hinchados y mi nariz rojiza, pensé en una cosa.
Cuando señor me dio el ungüento no era solamente para que me sintiera mejor, no era porque le importara o algo por el estilo. Me necesitaba en las mejores condiciones para ser una mercancía exitosa, no pude evitar sentirme herida ante tal revelación, pero esto me ayudaría, porque si me descuidaba, sería poco atractiva para cualquiera que quisiera tocarme. Me desecharía como un objeto y me dejaría libre, o me mataría, pero era preferible tener probabilidades de cincuenta y cincuenta que una muerte segura.
Ya tenía un plan, y no era escaparme por una ventana. Esto era mucho más inteligente, sin riesgo de que las cámaras me captaran, nadie me descubriría si manejaba bien mis cartas.Las lágrimas se convirtieron en coraje. No iniciaría hoy, pero no hacía nada mal una práctica.
Ignoré de nuevo los zapatos y salí.
Con una maliciosa sonrisa en mi rostro.Tedd me detuvo de golpe tan pronto como mis piernas avanzaron hacia el piso de abajo.
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El secuestro
Novela Juvenil-No puedo dejarte ir-Me dijo con la voz entrecortada-Un secuestrador no puede liberar a su víctima. Un secuestrador no puede dejarla ir-Una lágrima corrió por su mejilla, me miró directo a los ojos y tomó mi rostro entre sus manos-Tú secuestraste mí...