Capítulo 32

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Cuando mi papá por fin llegó, lo convencí de llevar a Iker a su casa, poniendo la increíble excusa de que necesitaban convivir más, ya que ambos se han vuelto realmente cercanos.
Mi papá me deja de niñera a la perra Dakota, lo cual me resulta ridículo. Pero es una chica adorable, los vagos recuerdos de Sal y Pimienta aún rondan mi mente.
En mi cuarto, a solas, con mi niñera-mascota en la sala de estar, me encuentro mirando hacia el vacío de mi habitación, con mis labios temblando y mis ojos cristalizados, siento como la soledad me acecha como una presa, estaba tan agotada de tantas emociones, no es como si me sucediera todo el tiempo, aún intento asimilarlo.
Escucho golpeteos en mi ventana, echo un vistazo y guijarros saltan en los cristales.

«Esto tiene que ser una broma»

Me levanto y abro la ventana, Tedd está abajo. Lo miro furiosa y él levanta las manos en señal de inocencia.

-Esto es ridículo-Le espeto y le muestro el dedo medio.

-Necesito hablar contigo.

-Hoy no Tedd. Y mucho menos ahora.

-Por favor, déjame subir-Miro hacia los lados, dudosa, abro un poco más la ventana y espero. Escucho que escala las paredes, hasta que asoma su cabeza. Entra con dificultad pero al final lo logra. Los ladridos de Dakota empiezan, la escucho correr por las escaleras y aparece en la entrada, con los colmillos de fuera.

-¿Tienes un perro?-Pregunta Tedd, utilizando una de mis almohadas como protección.

-Dakota... Tranquila... Es un amigo, no me hará...-Y antes de que termine la oración, Dakota se lanza.

Tedd la logra esquivar, mientras que hacen un desastre en mi habitación, abro la puerta de mi baño privado. Tomo a Dakota del collar y la jalo hasta que está dentro y cierro la puerta. La araña y ladra, Tedd y yo esperamos en silencio hasta que el ruido cesó.

-Bien, creo que se cal...-Inspecciono el cuarto, peno no logro ver a Tedd-¿Tedd?

-Aquí-Dice mientras sale de debajo de mi cama. Suelto una risita y él empieza a sacudirse el polvo.

-Es increíble que alguien tan grande quepa ahí-Puso su índice en los labios y simulé cerrar mi boca como si fuera una cremallera.

-¿Por qué no me dijiste que tenías un perro de tan tremendo tamaño?-Dijo mientras jadeaba y se tocaba el pecho-Mi corazón está a mil por hora.

-No preguntaste, además... Nunca pensé que tus esteroides corrieran al ver un perro.

-En primer lugar, no son esteroides, son meses de levantar pesas ¿De acuerdo?-Toma una última respiración-En segundo lugar, los perros tienen dientes, grandes dientes. Peleo con personas. Humanos. No estoy preparado para este tipo de cosas.

-Tranquilo viejo-Reí una última vez y volví a tomar seriedad-¿Qué diablos haces aquí hombre? Creí que nos habíamos despedido.

-Bien. No-Se acomodó en mi cama, mientras que yo me recargué en la pared, viéndolo a la cara-Lindo cuarto.

-Al grano Tedd-Dije con dureza.

-Dios, bien, bien, santo cielo, veo que no estás de muy buen humor.

-Tedd...-Dije mientras esperaba ansiosa. No estaba en mi mejor condición de soportar al grandulón.

-Quiere hablar contigo-Dijo finalmente.

-No.

-¡Vamos!-Exclamó-Tú también quieres hacerlo, no lo niegues.

-No.

-"Señor" me habló de tu carácter, creí que exageraba... Solo quiere hablar, no es como si fuera a violarte-Puse los ojos en blanco-Bien, sí. Sería capaz.

-Largo-Abro la ventana y extiendo mi brazo hacia afuera-Me dio gusto verte Tedd, pero ya te dije que no quiero verlo, y si no te vas, supongo que tampoco querré mirarte a ti también.

-Vamos, oye chica, estoy intentando hacerle un favor a mi hermano, y me harías un favor ayudándome a hacer ese favor.

-No insistas, entiende que no es fácil, es el primer gran amor de mi vida, no quiero que lo que he dejado de sentir por él reviva.

-Escucha, sea lo que sea, lo que empieces a sentir por ese chico ya no es nuestro problema. Pero si eso que sientes ya murió, creo que no debes preocuparte en que reviva. A menos de que lo sigas queriendo, solo esa sería una explicación a que te niegues a verlo una vez más-Me quedo boquiabierta, este chico sí que es sabio-No me digas que no tengo razón, porque sé que la tengo, siempre la tengo-Dijo con aire de satisfacción.

-¿Desde cuando te volviste tan arrogante?

-Desde que me di cuenta que soy increíble-Se golpeó el pecho un par de veces-¿Qué dices?

-No lo sé...

-Al menos ya no es un rotundo no-Suspiró-¿Sabes que es lo que admiro de él?-Negué con la cabeza-Nunca ha roto una promesa. Nunca.

-¿De verdad? ¿Según tú, qué es lo que está haciendo ahora?

-Sh-Me interrumpe-Nunca lo ha hecho. Y tú lo estás haciendo romperla, por el simple hecho de que te extraña, de que por ti haría cosas que jamás se le hubieran cruzado por la cabeza. Por ejemplo...-Se levanta y camina por la habitación-No te dejó ir. Te mantuvo en la mansión, todo porque no soportaba la idea de que alguien te tocara. Y cuando casi mueres, cielos, debiste verlo-Mira hacia arriba, buscando algo que recordar-Golpeó a un doctor porque no lo dejaba pasar mientras te operaba-Una risita salió de sus labios-Ese chico tiene agallas, se enfrentó a seguridad solo para ver que estaban haciendo lo necesario para que te salvaras.

Me quedo en silencio, quiero llorar, pero no me lo permito. Paso mi mano por mi abdomen, la venda sigue ahí, comprimiendo. Cierro los ojos a recordar el insoportable dolor al sentir el puñal dentro de mí.

-Llámalo como quieras-Dice-No tengo ningún derecho de obligarte a hacer algo que no quieres.

-Tedd...

-Yo haría lo mismo por Tamara-Me enternezco al ver el brillo en sus ojos, me preguntaba si a "Señor" se le iluminaba la mirada cuando le hablaba a Tedd de mí-Ella es la razón por la que permanezco en tierra-Sonrío-Llámalo como quieras, la amo, no sabes cuanto la amo.

Toco su hombro.

-Eso fue bastante convincente-Logro decir, él sonríe y aprieta una de mis mejillas.

-Una última vez, está comprometido a dejarte en paz si eso es lo que quieres-Bajo la mirada dudosa, hasta que por fin asiento.

-Bien, lo haré-Me da un abrazo y me levanta del suelo.

-Gracias-Me baja y me da un beso en la mejilla. Se dirige hacia la ventana, pero antes mira uno de los dibujos que había hecho hacía meses. Un pavo real, con las plumas haciendo un hermoso arco al rededor del ave. Lo acaricia con la yema de sus dedos-Wow, es increíble, porque nunca mencionaste que dibujabas.

-Lo olvidé, supongo.

-¿Puedo quedármelo?-Me lanza una mirada de cachorro con esos hermosos ojos verdes y con una sonrisa asiento-Tal vez debas dibujar a mi hijo algún día.

-¿Hijo?-Digo algo sorprendida. Me sonríe y le doy un amistoso golpe en el hombro-Cielos, felicidades.

-¿Eso es un sí?

-Sería un honor.

Sale con la misma dificultad y resbala, cayendo de espaldas en el césped. Suelto una carcajada y él se queja.

-Está bien. Me lo merezco-Grita y finalmente adentro mi cabeza en mi cuarto.

Dejo salir a Dakota y sale pasiva y con la lengua de fuera. Escucho el coche de mi papá, miro a Dakota a sus profundos ojos negros y le susurro:

-Este será nuestro secreto-Escucho la puerta principal abrirse y Dakota mueve la cola frenéticamente. Le guiñó un ojo y la dejo ir.

Dios «¿Qué diablos acaba de pasar?»

El secuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora