Capítulo 2

1.3K 92 2
                                    

Parpadeo varias veces para poder salir de mi trance. Sigue ahí, igual que yo, sorprendido. Está descalzo y semidesnudo, él se da cuenta de eso, toma sus zapatos y se los pone rápidamente, coge su camisa y se la pone encima sin abotonarla.

—¿Qué haces aquí?—Enfoca sus ojos directo en los míos.

—¡Lexa!—Grita alguien.

—¿Lexa?—Dice él.

—Oye chica—Dice Iker mientras pasa y se pone a un lado mío—¿Por qué tardas tanto?—Lo mira y también se paraliza, después su rostro de asombro se convierte en una reluciente sonrisa—¡Kendall!

—¡Iker!—Grita Kendall y ambos se abrazan—Hermano, ¿Qué haces aquí? Tiene rato que no nos vemos, ¿Cómo va ese tatuaje?

—Excelente, creo que quiero otro—Ambos ríen.

—Cuando quieras—Dice Kendall—¿En el trasero de chica que tienes?

—Oye, ya lo estoy trabajando—Vuelven a reír—Deberías hacerme un descuento, me convertiré en tu próximo cliente favorito.

Carraspeo y ambos me miran y se dan cuenta de que sigo aquí. Iker se vuelve a acercar mi me rodea los hombros.

—Lexa, él es Kendall, ¿Lo recuerdas?, Kendall ¿La recuerdas?

—Claro que la recuerdo—Dice, sonando más como un suspiro. Se acerca y extiende su brazo hacia mí, lo tomo y lo estrecho—Gusto en verte de nuevo, Lexa.

—Sí, solo vine por mis perros—Golpeo mis piernas con las palmas de mis manos y ellos vienen hacía mí—Los dejo solos.

Salgo de la habitación, en efecto, dejándolos solos. Me topo a Tedd mientras bajo las escaleras, estoy temblando. Aunque bueno, eso ya no es algo raro, yo tiemblo todo el tiempo

—¿Lexa?

—¿Correas?—Me señala la dirección con su dedo y voy hacia un perchero que está a un lado de la puerta principal.

—¿Qué pasó allá arriba?—Trato de desenredarlas con manos temblorosas.

—Nada—Le digo sin verlo a los ojos.

—¿Segura? Estás pálida.

—Vamos Tedd, siempre he sido así, ¿Lo recuerdas?

—Fue grave ¿No?, ¿Se te apareció un fantasma?, si es así, voy en este mismo instante a buscar un vidente—Dejo caer mis brazos a mis costados. Suspiro.

—Hay alguien allá arriba.

—Iker, es obvio, fue a buscarte.

—No, es... Otro alguien.

—¿Quién, Kendall?—Asiento.

—Kendall—Repito—¿Por qué no me dijiste que él estaba aquí?

—No pensé que te importara, ¿En qué te afecta que se encuentre aquí?

—Él... Hace dos años, me hizo un tatuaje en las costillas...

—¿En las costillas? ¿Tú? ¡Tremendo dolor!—Empezó a reír, vio mi rostro ensombrecido y se aclaró la garganta—Lo siento, ¿Y?

—Yo, bueno, el tatuaje me lo hice porque tu primo se hizo uno.

—¿Ahora lo llamas primo?—Me dijo con voz seria.

—Ephraim—Digo con un dolor en el pecho—El punto es que he tratado de deshacerme de todo lo que me recuerda a él, lo único que no puedo cambiar es la marca permanente que me hizo Kendall, y no sé, tal vez suene ridículo, pero sigue doliendo, y el verlo ahí...—Cerré los ojos con fuerza—Solo lo empeoró.

El secuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora