Capítulo 3

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A la mañana siguiente, estaba yo muy bien comiendo mi cereal, hasta que, bueno, descubrí de la peor manera la razón del por qué Tedd y Tamara no soportaban a Sal y a Pimienta.

Habían cosas rotas por todos lados, y bueno, teniendo en cuenta de que el departamento no es mío, y que aún no he conseguido un trabajo (Ahora me arrepiento de decirle que no a mi papá cuando se ofreció a pagarlo todo) lo puso mucho peor.

Ahora ellos estaban apaciblemente sobre mi cama, mientras que yo limpiaba el desastre. Mi teléfono sonó, era Tedd. ¿Coincidencia? No lo creo.

—¿Hola? Tedd, Dios, de verdad que son un problema, han causado un gran desastre y...

—No soy Tedd—Dijo la otra voz en la línea—Hola Lexa—Suspiro, no es un suspiro de alivio, es más bien de fastidio.

—Kendall—Le respondo—Iker no está.

—No busco a Iker.

—Ah, ¿Se te ofrece algo entonces?

—Mm, pues resulta que estoy muy aburrido, quisiera hacer algo con alguien más o menos de mi edad—Solté una risita irónica.

—Iker es más o menos de tu edad, Cumple 21 en próximo mes. Llámalo a él, de verdad que estoy ocupada.

—Sí, pensé que dirías eso—Bufa—Verás, él no es una chica.

—Yo no soy más o menos de tu edad, tengo 18.

—Tedd me dijo que casi cumplías los 19. Vamos, no voy a abusar de ti ni nada por el estilo, solo quiero salir con alguien. Además tengo novia.

—Sal con ella entonces. No quiero comprometerme a problemas.

—No es celosa.

—No confío en ella.

—Solo un rato, pago todo, pero por favor—Suplica—¿Te gustaron las flores?

—Am... Sí, pero... ¿Cómo supiste lo de las flores?

—Yo te las envié. El azul es natural.

—¿Qué? Pero, ¿Cómo es eso posible?

—Mm... Si sales conmigo te lo puedo explicar—Solté una carcajada.

—¿Chantajes?

—Si quieres saberlo tendrás que salir conmigo, y créeme chica, este tipo de respuestas no son algo que puedas encontrar en internet.

—Es una lástima. Tendré que quedarme con la duda—Le digo con aire de victoria.

—¡Kendall!—Grita Tedd desde el fondo—¿Tomaste mi teléfono para acosar a mis amigas de nuevo?

—¡Arg!—Grita Kendall—Esto no ha terminado—Me dice con tono amenazador.

—Adiós acosador—Le digo con voz cantarina y le cuelgo.

Sigo limpiando el desorden. Suspiro, deseando haber seguido hablando por teléfono. Alguien toca la puerta, y creo saber quién es ese alguien.

—¡Pasa!—Grito. Iker aparece con un ramo de rosas rojas y chocolates, le dedico una sonrisa y le hago una seña para que cierre la puerta.

—Hola—Baja la mirada y extiende las flores y los chocolates hacia mí—Lo siento.

—Tranquilo—Tomo los regalos y los dejo sobre la mesa—Tienes razón, fue mi error corresponderte.

—De verdad me siento mal, pensé que ya lo había superado, pero lo cierto es que no, sigo enamorado de ti como el primer día.

—Iker. Te quiero, mucho, pero entiende, no es lo mismo.

El secuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora