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Septiembre. Inicio de cursos.

No era un cobarde; pero ahora mismo quería salir huyendo.

Estuve aprendiendo durante todo el verano a medir el espacio entre donde estoy y donde quiero. Éste sitio no lo es. No quiero estar aquí, y no soy un cobarde por ello.

Otra cosa que aprendí en el verano es que no existen las casualidades. Todo es un gigantesco plan; todos somos parte de algo, por más perverso que sea.
Puedes ser la marioneta de aquella puesta en escena para alegrarle el día a alguien; o puedes ser la marioneta ciega y suicida que se balancea en el borde de un puente dañado con un cuchillo en la mano izquierda y en la derecha otra mano que promete no dejarlo caer, pero lo hace.

Y todo se encierra en nuestro inestable y jodido universo.

Nos balanceamos en una cuerda floja sin antes haber tomado una clase pero confiamos en que hay alguien ahí abajo o ahí arriba sosteniéndonos, asegurándonos un final feliz.

Pero todos y cada uno de nosotros siempre estamos buscando el beneficio propio, a excepción de cuando amamos.

Michael no me amó y yo fui la marioneta ciega y suicida en el puente o en la cuerda floja que seguía ahí confiando en su agarre cuando no tenía ni la menor idea de qué tipo de persona era.

El aterrizaje de la caída no fue ni siquiera doloroso, porque de alguna forma mi subconsciente ya lo había averiguado; lo desgarrador fue la pequeña voz gritando que estaba cayendo.

¡Estaba cayendo solo!

Y eso fue lo más difícil de asimilar.

Michael es un monstruo y así es como se queda.

Habría pedido a mis padres regresar a mi antigua escuela sin vínculos ni problemas en qué involucrarme, pero los escuché hablar sobre cómo habían adorado el Astex Center y el efecto que tuvo en mis calificaciones.

Oh, y además ya habían pagado este año por adelantado.

Lo único que pude hacer para intentar huir de mi destino, fue cambiar de habitación. Tristemente el cupo en otros edificios estaba ocupado, pero alguien decidió que su habitación era suficientemente grande para tres.
Estaba sólo dos pisos arriba de la nuestra pero supongo que eso haría más difícil cruzarme con alguno de ellos.

A pesar de que extraño a todos como la mierda sé que estoy mucho mejor sin volver a ver sus rostros.

Y ni siquiera es odio, es una tremenda decepción atrapada en una caja de regalos con un moño enorme y blanco que grita tracción e hipocresía.

Los extraño, pero ahora estoy bien empezando otra vez.

Mi nueva habitación era la primera en el pasillo, número 03-01 con la puerta de madera oscura llena de estampas de artistas pop y luces de Navidad tintineando en cierto patrón cada tres segundos.

De la habitación resonaba una canción con demasiada batería y dulce voz de alguna chica molesta con el mundo y su ex novio. Paramore, lo más seguro.

Dejé mis maletas en el suelo pero antes de tocar la puerta ya estaba abierta.

Había un chica razonablemente alta, tal vez sólo una cabeza más baja que yo.

I'm Not Okay::mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora