Sept.
En cuanto Flynn y May abandonan la habitación, me dedico a desempacar por completo.
Realmente no traje demasiadas cosas ya que crecí bastante este verano y mis padres optaron porque usara la ropa vieja de mis hermanos. Pero al decir vieja, realmente quiero decir vieja. Parecían camisetas de campo de batalla con sustancias desconocidas y rupturas imposibles en lugares que te hacían dudar de la inteligencia de la familia.
Por eso, según yo, sobreviviría con la poca ropa que me quedaba y las camisetas que se perdían en la lavandería a la hora del aseo. A veces parecía una tienda de segunda mano donde la única regla moral era esperar dos semanas a que apareciera un dueño, y si no lo hacía, podías buscarle uno tú.
Supongo que me las arreglaría de esa forma.
Tuve que llenar tan pocos cajones que en menos de diez minutos había terminado, entonces me detuve a pensar qué diablos hacían mis compañeros de habitación en una fiesta tan temprano.
Probablemente solo querrían librarse de mí como lo hicieron mis padres, y mis amigos, y mis siguientes amigos y Michael.
¿Daba tanta pena?
Caminé hacia el espejo para observarme de todos los ángulos imaginables, ¿es que sería mejor si tiñera mi cabello de marrón y cambiara mi nombre al de una cuidad texana?
Sacudí la cabeza como un viejo hábito aferrado a mi piel. Quería remover las ideas en un intento sin resultado. Al hacerlo, sólo caían otras cosas y yo quedaba más vacío aún.
Estaba triste, había que admitirlo. No quería que todo terminara tan rápido. Quería seguir aferrado a Michael por un rato más, un ratito más.
Quería seguir usando sus camisetas y que durmiésemos en mi cama. ¡Nuestra habitación! Joder, era la mejor de todas. Estas paredes sólo parecían sofocarme en su memoria. Como si Michael hubiese estado en todos lados ha impregnado. Como si se encontrara bajo de la almohada o bajo mi misma piel, cuando sólo estaba en el subsuelo.
Y yo juraba, juraría, que su aroma permanecía. Pero también lo apostaría todo a que el dolor también lo hacía. Aquí estaba como el único fiel amigo que vengo arrastrando desde Alabama. Desde casa, desde siempre.
Respiró profundo y miro por la ventana convenientemente posicionada junto a mi cama. Me gusta tenerla ahí porque me tiene esperando por una lluvia. Quiero que llueva y así tener una razón válida para extrañarlo. Quiero justificarme y nunca admitir que todo me recuerda a él.
Podría encerrar a Michael en una gota de agua y verlo deslizarse por la ventana de vidrio porque así tal vez estaría mil veces más cerca de lo que nunca lo estuvo.
Estoy triste.
Estoy triste.
Estoy triste.
Estoy triste.
Estoy triste.
Estoy triste.
Estoy triste.
Estoy triste.
Estoy triste.Le extraño.
Y tocan la puerta.
Secretamente espero ver su cabello recortado aleatoriamente con un nuevo tinte que me recuerde el cariño que nos teníamos. Pero veo una cabellera rosa y unos ojos lastimeros unos centímetros más arriba.
Flynn y May que probablemente han olvidado la llave.
De repente me siento tonto porque parece que he estado llorando mucho. Y es que no lo he hecho pero las alergias de mis hormonas alborotadas están atentando contra mí.
Abro la puerta y May entra sonriente como la he visto desde el principio; Flynn, en cambio, me rodea a toda prisa para ir al baño a devolver cualquier cosa que haya ingerido.
Miro con incógnita a May. Ella parece totalmente relajada como si fuese cosa de todos los días, que probablemente lo es.
—Ha intentado probar brownies especiales, no ha funcionado.
Levanto las cejas comprendiendo pero no del todo, ¿qué a caso todos en esta escuela cargaban con drogas como cargaban con dinero?
Así parecía, aún que no quise preguntar para confirmar mi duda. Sonaría patético e humillante considerando que ese era yo hacía sólo unos meses.
Le sonrío incómodamente a May y me dirijo a mi cama porque me ponen extraño los sonidos de arqueadas. Entonces me recuesto un rato intentando buscar acomodo o alguna peculiar mancha en el techo hasta que escucho el agua ir por el váter.
Flynn sale con la cara rojiza del baño y con su cabello acomodado para atrás por el agua. Mira hacia nosotros con una sonrisa orgullosa, como si hubiese superado una prueba, aún que por supuesto que no es así. No has sobrevivido a una fiesta del Astex si has tenido que vomitar tu pastelillo de chocolate con marihuana.
—La marihuana es un asc-
Y estuvo a punto de devolverla toda en el piso alfombrado.
;;
No tengo palabras para agradecer su paciencia y el esmero con el que me esperaron. De verdad, los amo. Volveré poco a poco con capítulos cortos en lo que me familiarizo de nuevo. No me fui un tiempo demasiado largo, como pueden ver. Ahora estoy mejor, no bien, mejor.
Los quiero mucho y joder estoy emocionada por esta fic.
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I'm Not Okay::muke
FanfictionLuke había estado bien, hasta que conoció a Michael. •Libro 2, secuela de I'm Not Gay •Muke