26.

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Entré a mi habitación en una calma casi eufórica. Eso sólo era señal de que en cualquier momento, en el menos esperado, yo estallaría realmente. En mi pecho se alojaba una bomba de tiempo y todos éramos ciegos al reloj.

Extrañamente se me daba por caminar como uno caminaría como si estuviera por las nubes. Quiero decir, nubes literalmente. Así como las pintan algunos animadores, como algodón de azúcar gigante, blanco y palpable, no como montones de gas denso. Caminaba como caminaría en las nubes si fueran sólidas, con mucho cuidado, como guardando un secreto y esperando encontrar el área indicada para tirarme a dormir.

Cuando estaba triste o ansioso, o ambos, tenía la tendencia de pensar demasiado las cosas.

Todo entre May y yo era una de esas maquetas de palitos de madera que te encargaban hacer en tus primeros años de escuela. De lejos estaba aparentemente bien para alguien de tu edad, conforme te acercabas mirabas lo frágil que lucía, y ya cuando en verdad lo tocabas, la cruda realidad te atacaba: era más frágil de lo que pensabas y ahora la maqueta estaba hecha añicos y era solo una plasta de pegamento blanco líquido y palitos de madera. En resumen, un completo desastre al que la cercanía simplemente empeoraba. Cuando sucedía eso, si es que sucedía a tiempo, tu madre simplemente de reiría y comenzaría un nuevo proyecto para ti porque realmente te esforzaste. Pero no es como si May y yo tuviésemos opción, éramos compañeros de cuarto, respirar el mismo aire era molesto y nuestros padres no llegarían a decirnos con una sonrisa se han esforzado, aquí les construimos una nueva y sana amistad.

Cosa que en realidad sería emocionante, porque yo no he tenido una de esas relaciones sanas.
Comienzo a creer que no son para mi, que lo mío es la adrenalina de sentir cada dos días que vas a perder a alguien.

En la habitación estaba Flynn, quien recién abrí la puerta, dirigió su mirada hacia mí. Había despegado los ojos de su historieta y ahora me observaba con confusión y los ojos bien abiertos. No tenía idea de lo que pensaba esta vez. Tal vez ese era su rostro de decepción.

No tenía idea de si era de día o de noche, porque cuando mi rutina comenzaba a las siete de la mañana, el día parecía de treinta y seis horas en vez de veinticuatro. Creo que por la ventana podía observar el sol metiéndose dejando la típica gama de colores por detrás. El cielo, con todas sus nubes, se había convertido en la musa de mi ansiedad.

May también estaba en la habitación, pero como Flynn estaba aquí, el único parado en la puerta tenía que ser yo, por eso no dirigió su vista hacia la entrada. La tensión era notoria y yo juraba que si revisaba su garganta cual doctor, observaría la ira aún atascada en su tráquea. No me daba la mirada, ni siquiera para observarme con odio.

Observe a Flynn hacer el intento por levantarse, y como si él hubiese sido el que me tenía tan ofendido, le di la espalda y entre casi corriendo a la ducha.

De nuevo nos encontrábamos en una de esas comedias románticas con demasiado drama encima. Donde dos amantes se encontraban separados por una puerta física que simbolizaba una puerta metafórica—si es que eso tiene sentido—, y apoyaban su mano en la puerta como casi sintiendo el otro lado, como si la barrera de madera no existiera y fueran solo nuestras manos tocándose.

Juré poder escuchar su respiración y sentirlo recargar la frente en la fría madera.

—¿Quieres hablar de esto, Luke? —Susurró Flynn corriendo la suerte de que las puertas y paredes fueran lo suficientemente delgadas para escuchar todo. Y no, no quería hablar de esto de nuevo. Ahora podría llamarlos eventos pues se repetían, y tenía miedo de que se volvieran tan frecuentes que tendría que apodarlos eventos recurrentes. Mi ansiedad comenzaba con M de la forma más irónica de la oración, porque era cierto y al mismo tiempo era algo tonto que recién se me había ocurrido pensar.

—¡No!— Exclamé algo desesperado y no pude evitar soltarle un golpecito con la mano extendida a la puerta. Pude sentir a Flynn alejarse ante el repentino estruendo. —No, Flynn. —Dije ahora más calmado. —Quiero ducharme.

—¿Ducharte? ¿N-no prefieres un baño? Los baños siempre te hacen sentir mej-

—¡No, Flynn! —Otra vez se escapó un golpecito de mis puños. No pretendía asustarlo, es que el asustado era yo. No sabía si necesitaba medicación realmente para apaciguar el pánico en mi pecho, lo único que conocía con certeza era que estaba cansado de sentirlo todo el tiempo. ¡Todo el maldito tiempo! Se había hecho huésped tras la celda de mis costillas y aquel pánico sofocante no pretendía terminar nunca. A veces se me ocurría que a lo mejor (a lo mejor) soltando un grito, de esos que traen a la sordera de consecuencia, se escapaba mi ansiedad con él a bailar libre en el viento. Y luego pensaba que si andaba libre por los aires, en cualquier inhalada podía volver a darle una cómoda en mi pecho. Era injusto sentirme así. —No quiero que me bañes, ¿sí? No quiero humillarme y remojarme en mi propia suciedad. Voy a darme una ducha yo solo. Y cerraré las cortinas y la puerta. —Respiré profundo, ya me estaba entrando la idea de que no era correcto hacer sentir mal a Flynn sólo porque yo me sentía así. —S-sólo quiero que me escuches.

Y hasta aquí llegaba el temporizador de la bomba en mi pecho. Marcó ceros cuando el agua tibia golpeó a penas mis mejillas. Mis lagrimas se mezclaban con el agua de la regadera y mis piernas flaquearon cuales palitos de madera de aquella maqueta débil de la que hablaba antes. Yo era la maqueta destruida, tirado en la bañera que no lograba subir de temperatura ni por el agua tibia, y Flynn era el que intentaba repararme, golpeando la puerta del baño mientras intentaba forzar el cerrojo.

—No, Flynn. No te quiero arrastrar a esto. Quédate fuera, ¿si? —Lo conocía bien, y creí escucharlo asentir en derrota. —Somos tan jóvenes, ¿te das cuenta? Y estos años no van a repetirse nunca. Sin embargo no puedo dejar de estar tan ansioso. —Y parecía que en cada sollozo el pánico golpeaba mis costillas intentando provocarme más o quizás escaparse de una buena vez. —Me preocupa demasiado que Dallas vuelva, Flynn. Y ahora solo escuchado su voz, no se que haré cuando...—Y el solo imaginármelo plantado frente a mi como un espejo sin cristal ni marco, me causaba escalofríos y ganas de devolver todo lo que había ingerido en el día. —Y es que Michael siempre corre a mi y yo no tengo la fuerza para alejarlo definitivamente, ¿entiendes? Lo quiero, por supuesto. Como se quiere a un viejo amigo. Y pensar en abandonarlo y dejar que pase por esto solo es como dejar a tu mascota fuera en la lluvia, desprotegido...sintiendo el completo abandono.

Sabía que en cualquier momento que me hartara del agua tibia en mi cabello, podía girar la llave hacia la izquierda y todo terminaba. Pero, ¿que llave giraba para dejar de sentir la humedad en mis mejillas? Era como si de pronto se me hubiera olvidado como hacer para dejar de llorar.

—No seremos jóvenes por toda la eternidad. —No sentí a Flynn decirlo como cualquier cosa. Lo dijo como una frase que a penas se estaba creyendo. Algo nuevo. Un conocimiento adquirido al escuchar como me desplomaba en la bañera. Se había dado cuenta a penas de eso, y lo estaba compartiendo conmigo.

—Lo sé, Flynn, lo sé. —No distinguía mi tono de voz. Dudaba de mi propios sentimientos, ¿estaba triste? ¿feliz? ¿o simplemente lleno de rabia? —Lo maravilloso es que tú me haces creer que sí.

Había silencio, un silencio que me hizo creer que dejen momento a otro me había quedado sordo. Como ese infinito pitido que crees que escuchan las víctimas de una explosión o un estallido muy fuerte.

—Luke, creo que te quiero.

Y justo cuando mi sordera temporal me había abandonado, comenzó la falta de palabras. Ante Flynn, me quedaba mudo, me quedaba sordo, me quedaba ciego y sin capacidad de sentir ni probar, y aún así hablaba, escuchaba, veía, sentía y probaba.

—¿Te das cuenta que siempre corro a ti cuando algo pasa? ¿Esto está bien Flynn? ¿Está bien que seas lo único que consigue darme paz?¿Está bien que te quiera? —Por un ratito el pánico dejo de sacudir mis costillas y decidió sentarse a tomar el té cómodamente.

—Está perfecto luke, está perfecto.

I'm Not Okay::mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora