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La estrecha y pobre conexión que quedaba entre Michael y yo era únicamente profesional. Me gustaba decirle así porque si analizábamos la forma en que Michael recurría a mí, yo sólo era su psicólogo, el que secaba todas las lágrimas, daba todos los baños, curaba todas las resacas y tomaba su mano cuando extrañaba tanto a Dallas que dolía físicamente.

Me ofrecí a cuidarlo porque la relación entre todo nuestro grupo anterior no parecía mejorar. Estaba estancada desde hace tanto tiempo por las mentiras de Michael, que comenzaba a creer que se quedaría ahí para siempre, sin florecer. No faltaba mucho para que el año escolar terminase, todos ellos se marcharían, y yo sería el único aquí. Mi relación con Michael es la de psicólogo empático y paciente. Porque lo entiendo, sé lo que es estar completamente solo. Y volveré a saberlo una vez que todas las personas que cambiaron mi vida sigan adelante con la suya. Acepté ayudar a Michael porque lo entiendo.

Mi ofrenda de paz fue una rebanada de pizza, pero mi antiguo mejor amigo me dio la sorpresa que había dejado de comer esa comida basura. Michael sí estaba intentando cambiar, aunque yo aún no entendía muy bien por qué, por qué cambiar algo que ya era perfecto.

Empiezo otra vez: Mi ofrenda de paz fue una botella de agua que por suerte guardaba en mi mochila, y Michael y yo caminamos hasta mi dormitorio mientras yo me comía la comida basura que anteriormente me había rechazado.

La escena ya era bastante triste, pero me imaginé que podría serlo más si yo arrastrara a Michael en una silla de ruedas por el pasillo. Si me lo dijeran unos meses antes, definitivamente lo creería, cuando el chico estaba tan débil para sí quiera levantarse de su cama.

—Dallas está aquí —Lanzó la bomba sin advertencia alguna, tan repentino que apenas me dio tiempo de quitarme.

Por un momento lo quise ver como una metáfora, como un "Luke, no podremos volver a amarnos porque Dallas está aquí, en mi mente, en mi piel, en mi pecho, en mi cuerpo y en todo mi corazón". Pero esa opción no sonaba tan bien, yo la traducía como "Luke, no podremos volver a amarnos porque Dallas está aquí y eso te va a dejar dolor en tu mente, en ti piel, en tu cuerpo y en todo tu corazón"

Decidí tomarlo literal, y de repente esa me daba más miedo.

—Va a quedarse a trabajar en la cafetería del Astex. Es mejor, pues le ofrecen mayor paga y también incluye un dormitorio. Creo que estará en el piso-

—Suficiente, Michael. —Lo interrumpí con una carcajada que expresaba perfectamente lo ofendido que me sentía. —Si estoy cuidando de ti, es porque te aprecio aún. Si cuido que comas, que duermas, que bebas suficiente agua y que no amanezcas tirado en el patio o en el lago por una congestión alcohólica, es por la pena que siento de que estés solo. Estás solo, Michael. A excepción de mi, estás solo. Eres un alcohólico a los dieciocho y estás solo. —Para este punto habíamos dejado de caminar, y de repente ese largo pasillo se hizo todavía más largo y frío. —Y me compadezco de ti porque alguna vez te amé. No estoy aquí para que me cuentes de tu ex novio del que no quiero saber sus intenciones. Simplemente eso, Michael. No quiero saber. Tal vez a ti se te olvide que tenemos historia, que alguna vez recreaste tu historia con Dallas conmigo y que se sintió real. Pero a mi no se me olvida.

Michael asintió como un pequeño Niño al que Justo acababan de regañar. Eso solía gustarme de él, que parecía tan pequeño, tan inocente y a veces débil. Ahora no lo soportaba, quería que se armara de valor y saliera del pozo en el que estaba. Verlo así me provocaba impotencia y era tan frustrante no poder hacer que reaccionara.

—Está bien, Lukey

Me regaló media tímida sonrisa y de repente me lleno de culpa haberle hablado de tal forma. Pero ya me había disculpado suficiente de cosas de las que no era culpable, creo que esto compensaba un poco todas las veces que pedí perdón erróneamente.

Llegamos a la puerta de mi habitación y él golpeó su frente torpemente con la palma de su mano.

—Olvide mi chaqueta en el comedor—Dijo—Tengo Literatura en el aula magna, sabes lo fría que se pone.

—No te preocupes, yo iré por ella. —Me ofrecí porque necesitaba una forma de compensarle mis malos tratos y tal vez cuidar de él nunca sería suficiente.

Troté hacia la cafetería, que realmente no estaba tan lejos, nosotros hicimos parecer el camino eterno por la incómoda conversación; pero en realidad estaba solo a unos cuantos pasos.
No sabía muy bien por qué Michael se ofrecía a acompañarme a mi habitación, no era como si lo fuera a invitar a pasar, no quería ofrecerle mi cama o el suelo debajo de mi cama. Iba a cuidarlo pero no sería su niñera personal. Tal vez la forma en que él me lo agradecía era con su compañía, la cual, claramente, no necesitaba.
Observe las sillas donde anteriormente me había sentado con Michael y no había ningún suéter o chaqueta a la vista. Busqué debajo de las mesas, en distintas sillas, en las bandejas y hasta hice aquella búsqueda general desde un punto lejano con los ojos entrecerrados. No había rastro de ningún objeto que le perteneciera. De repente recordé lo olvidadizo que se había vuelto. La soledad y la tristeza estaban jugando con su mente últimamente, olvidaba comer, ir al baño, ducharse, sus clases, las fechas. No me sorprende enterarme que también olvidaba sus prendas de vestir en otros sitios.

Fue extraño ver de lejos la puerta de mi dormitorio abierta y sin Michael a la vista. Mi primer instinto fue pensar lo peor, May entrometiéndose  por la mirilla y descubriendo quien era el nuevo invitado. Me imaginé la pelea completa que hubiesen tenido May y Michael y de sólo pensarlo apresuré mi paso hacia la habitación. Cuando llegué, Michael estaba dentro platicando con  Flynn. Flynn no hablaba, solo escuchaba y tenía en su rostro esa expresión imposible de leer.

—¡Luke, llegaste!—Exclamó Flynn demasiado alegre de verme. No era exactamente yo quien causaba su alegría, sino la interrupción que causé de su charla con Michael.

—Luke, recién recuerdo que no traía suéter. Tendré que buscarlo en mi dormitorio antes de ir a Biología.

—Literatura—Le recordé

—Cierto—Volvió a darse una palmadita en la frente—Literatura, que torpe.

Esta vez le dediqué una media sonrisa tímida y lo encaminé hacia la puerta.

—Gracias, Luke. Por todo.

Terminé por sonreírle y cerrar la puerta tras su espalda, y cuando me di vuelta observé el pánico en el rostro de Flynn. Después de un suspiro largo, logre hacerle la pregunta que me estaba carcomiendo.

—¿Que fue lo que te dijo?

—Nada—Dijo haciéndose el desentendido. —Nada malo.

Otro suspiro largo logró acercarme a Flynn. Lo envolví en un abrazo, tal vez yo no era mucho más alto que él, pero sus pequeños hombros eran fácil de envolver por mis brazos. Descansé mi cabeza en su hombro mientras mis dedos subían y bajaban por su espalda.

—Puedes decírmelo, Flynn. No hay que tomarse en serio lo que Michael dice. Prácticamente es un alcohólico en rehabilitación, no son de confiar.

—Michael es aterrador. —Ambos soltamos una pequeña risa, y con ella, toda la tensión. —Pero me pidió que te cuidara. Me dijo, y lo estoy citando, —Flynn me miró a los ojos, como si quisiera transmitir la emoción con la que Michael lo dijo. —"Luke es frágil y yo he cometido el error de romperlo. Tú eres mejor que yo, tú eres nuevos aires. Y ojalá le sientes bien a Luke, ojalá sepas quererle lo que no le quise yo."

Funcionó, sentí aquella emoción, aquel arrepentimiento. Y si antes creía que estaba listo para perdonar a Michael, sólo estaba equivocado. Era ahora, era este momento, donde al fin lo dejaba ir.

I'm Not Okay::mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora