"Apocalipsis."

610 20 1
                                    

Cuando salimos de aquella cueva solo ví carretera, asfalto y más asfalto, todo lleno de coches detenidos como si hubieran pactado detener sus coches a la misma hora y segundo.

No comprendía que pasaba y en cambio el parecía tranquilo, como si esa imagen fuera algo normal. Al acercarnos un poco más nos se me congeló la sangre; el recalentado suelo estaba lleno de personas tiradas, con la mirada perdida...muertos, estaban todos muertos, hombres mujeres e incluso niños. Jake me tapó los ojos y me apartó. Noté como mi espalda chocaba contra una furgoneta, y él apoyó su mano en la chapa.

-Apártate, por favor-suspiró suavemente.

Le atestó una patada al maletero y las puertas se abrieron temblorosas. Dentro había cajas de cartón, una nevera y una bolsa de gimnasia. Corrí la cremallera y saque ropa enorme y sucia del interior.

-Parece que alguien estaba intentando hacer operación biquini-le enseñe una de las camisetas sudadas- bueno mejor dicho misión imposible -se la tiré a la cara y la apartó corriendo con cara de asco.

Vacié la bolsa y me la colgé del hombro.

-Aquí hay comida-Jake tenía la cara metida en la nevera- Verduras, algo de carne y fruta. -parecía un niño feliz- Pásame la bolsa.

Pero yo no podía, no podía llevarme aquella comida, no era mía, era de cualquier muerto o a saber, aquello no estaba bien, me entró el pánico al no poder entender aquella situación, primero mis padres querían salir de allí como fuese sin decirme donde ibamos y al parecer los padres adoptivos de Jake también, ahí otro tema; Jake, la perfección humana, si es que aquello se podía considerar humano, me rescata de un lago después de que mis padres me abandonaran allí, y ahora tras salir de una cueva veo que esto es una especie de Apocalipsis y por alguna razón yo y Jake estamos vivos, y no creo que solos.

-¡No!-le miré- No vamos a llevarnos esto, no es nuestro.

-¡¿Prefieres morir?!-sus ojos ahora eran completamente marrones- Dame la maldita bolsa.-tendió la mano esperando que se la diese, y tras meditarlo unos segundos así hice, llevarle la contraria no era nada fácil.

Volvimos a la cueva esquivando cadáveres y coches estrellados.

Me senté en el suelo y rebusqué en mi maleta algo fresquito que ponerme; hacía muchisimo calor.

-¿Quieres qué te ayude?-guiñó el ojo pícaro.

-No gracias, puedo sola-le devolví el guiño con desprecio.

Agarré una camiseta de tirantes y unos shorts. Jake estaba sacando de la bolsa verduras, cuchillos, vasos, botellitas de agua y colocándolo a un lado. Cuando iba a quitarme la sudadera me di cuenta de que si él levantaba la cabeza me vería en ropa interior y aunque algo dentro de mí quería estamparlo contra una pared y comermelo entero le avise de lo que iba hacer.

-Por favor, ¿puedes girarte? quiero cambiarme.-me sonrojé al pensar que tal vez me había leído la mente.

-¿Recuerdas qué te he visto desnuda, verdad?-río a carcajadas y se giró.

Soy una chica normalita, delgada, morena y un cabello castaño claro muy largo y no estoy acostumbrada a que se fijen en mi, así que seguro que ni le gusto.

No le contesté no valía la pena intentar discutir con él.

-Ven, come -le miré, esperando alguna frase verde- Ten -me mostró un plato de plastico con unas fresas, platanos y naranjas trozeadas.

-¡Muchas gracias!- cogí el plato con ansia y antes de que pudiera decir nada, yo estaba zampando- ¿tú no comes?-dije con la boca llena tras levantar la mirada del plato para posarme en sus ojos.

-No, yo nunca como.

Apocalipsis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora