-Por favor, vámonos-dijo y le miré a los ojos, ahora volvían a ser esmeralda.
No sabía si podia fiarme de aquel tipo, pero era lo de menos, ahora lo único que necesitaba era descansar, aquel sin duda había sido un día largo.
-De acuerdo, pero antes quiero coger aquella maleta de allí, es mía, y tengo algo de ropa.- señalé la maleta rosada- Después iremos donde quieras.-sonrío de nuevo.
Arrastré la maleta durante horas, o eso me parecía del cansancio. Mis pies querían rendirse. El camino era seco, y ya no quedaba nada del precioso bosque. No nos dirigimos la palabra durante todo el camino, tal vez sería lo mejor, no me apetecía tener que consolarle a él por lo de sus padres aunque no parecía que sufriera mucho.
Cuando creía que si daba un paso más me tendrían que amputar los pies, no sé como, se percato de que estaba demasiado cansada "Bueno, si lo sé, normal que se diese cuenta ya qué me había caido tres veces por caminar con los ojos cerrados";
Me agarró como un saco de patatas y con la otra mano cogió la maleta. Pensé en decirle que me bajara, que yo podía sola, pero se quedo en eso, en un pensamiento y me dormí en cuanto noté su fragancia revoloteando mi nariz.
Al despertar tanteé un poco el suelo que pisaba, estaba en una cueva iluminada por una antorcha.
Pasé una mano por mi cabello, el cual ya estaba seco, al igual que mi ropa. ¿Mi ropa? ¡Aquella no era mi ropa!.
Me paré un momento para observar lo que traía puesto. Sí, si era mi ropa, pero no la que llevaba antes, ahora llevaba uno de mis pantalones pitillo tejanos, una sudadera gris sin capucha y mis vans grises. Me quedé extrañada, y algo aturdida, pero creía que eso se debía al sueño.
-Buenos días dormilona-dijo el chico perfecto- ¿Has dormido bien?-sonrió.
Después de cinco minutos, decidí que lo mejor sería preguntarle por su vestimenta. De una forma amable, está claro.
-¡¿Me has cambiado tú?!-.
Vale, Aquello no había sonado muy dulce que digamos.
-De ropa interior también-una sonrisa pícara se dibujó en su cara- Estabas chorreando y llena de barro, no me apetece nada verte con un catarro de la hostia -fruncí el ceño- No me gustan los mocos.
-¡PERVERTIDO!-intenté mantener un tono furioso pero acabé riendome- Vale, esta bien, gracias por salvarme de una gripe que te cagas, señor "X".
-¿Señor X? -me miró extrañado, sus ojos volvian a ser caqui- Aaaah ¿Quieres saber ni nombre, verdad? Yo el tuyo ya lo sé -mirada prepotente otra vez.
-Si no me equivoco ...¿lo has leído en mi maleta, no?-resoplé
-Incorrecto -me extrañé- Señorita Anni Cavalloforte, de 15 años, hija de Leo Cavalloforte, famoso biólogo y de Mayra Lewis, ama de casa. -dijo como si fuera un robot escupiendo datos- Pero te explicaré como sé todo esto más tarde. -suspiró inquieto.

ESTÁS LEYENDO
Apocalipsis.
VampirAnni es una chica de 15 años que sufre un accidente cuando su padres discuten por sacarla de su ciudad y para su sopresa es rescatada por un chico algo extraño. ¿Amor, Humor, adolescentes, vampiros y el fin del mundo? Apocalipsis es tu historia.