"Corre, salva tu culo."

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-¿Qué precio pagarías tú por seguir con tu familia?-preguntó con dureza.

-¿Quieres dejar en paz mi mente? en serio, eso es privado.-masculló Anni.

-Lo siento, pero es tentador.-dijo avergonzado.

-Pues deja de hacerlo, por favor.

-Vale, te prometo que no lo haré nunca más, ¿Vale?

-Vale, ahora sigue explicando.

-Bueno...Los científicos que habían ayudado a crear el antidoto, como es obvio, lo recibieron de forma gratuita, pero tan solo 2; uno para él/la cientifico y el otro para un adulto.

Así que pagaron el mío. Los hijos debían ser vacunados con meses de antelación, haciendoles creer que era una vacuna ordinaria. No querían que ningun adolescente enloqueciera ante la idea de un posible fin del mundo, por lo tanto las cartas tan solo eran leídas por los adultos y desués se quemaban. Fue pasando el tiempo y el virus se iba expandiendo poco a poco, y aquello no interesaba a los que mandaban; si no había un apocalipsis sus clientes pensarían que aquello era una estafa y obligarían a devolver el dinero.

-Por lo qué decidieron acelerar el virus, ¿no?-dijo Anni.

-Exacto, dieron la orden de salida el día que tú caiste al lago. Todos nos dirigiamos hacia el aeropuerto de Roma. Aquel era el punto donde debiamos coger nuestro respectivo avión que nos llevaría hasta un lugar secreto en Nueva York-volvió a colocar bien su almohada- Durante años los mejores arquitectos construyeron la ciudad perfecta bajo tierra para no levantar ninguna sopresa. Cada familia o persona tenía una casa asignada donde vivirian el resto de sus vidas.

-Entonces, ¿tú y yo estamos vacunados, verdad?-dijo ella tocandose el brazo donde le habían pinchado hace unos meses con la excusa de evitar alguna enfermedad.

-Tú si, yo no.

Anni parecía confusa ante aquella respuesta. Sí el no estaba vacunado moriría como los demás. Y no quería que aquello pasara. Jamás.

-¿Cómo qué tú no?-estaba preocupada.

-Soy inmortal, y inmune a todas las enfermades, salvo la gripe y algun resfriado. El 60% lo somos el resto ha muerto como los humanos.

Una imagen pasó por la cabeza de Anni; él con su cuerpo blanquezino por el malestar, tumbado en una cama de sabanas blancas, con la nariz enrojecida, los ojos vidriosos y una caja de 100 pañuelos al lado. Estornudando y con cara de drogado mientras comia una sopa humeante..."¡Sí el no come!" Lastima, con lo bien que sentaban esas sopas de pollo calentitas que le traía su madre cada vez que enfermaba.

-¿Y por qué me dejaron allí mis padres, si ya tenían el culo salvado?-aquella duda le comía por dentro.

-De salvado nada, ya te lo he dicho antes, vacunaban a los niños, a los adultos los vacunaban al llegar a la "Nny".

-¿NNY?-preguntó a Jake extrañada.

-NewNewYork. -parecía avergonzado de decirlo. Y no le extrañaba nada a la quinceañera; Era un nombre poco original y sobretodo, ridiculo.

-Entonces como yo ya estaba vacunada, ¿cuándo ocurrió el accidente me dejaron allí, por qué tenían prisa para salvar su culo?

-Dicho así suena algo mal, pero sí, fue eso. Lo mismo hicieron James y Julien conmigo.-concluyó Jake.

-Vale, genial-Anni se levantó de la cama- creo que es suficiente por hoy, ¿vámonos al lago, vale?

-Pero, está anocheciendo. -se quejó.

-¿Y?- replicó Anni.

"Los vampiros azechan, están hambrientos y hay pocos humanos de los que alimentarse" quiso añadir Jake, pero no quería asustarla.

-Nos quedamos aquí, hazme caso.

-Está bien, Cullen.

Jake soltó una carcajada por el apellido de los protagonistas de una saga de vampiros.

-Lo que me faltaba, buonanotte, piccola.

-Lo siento, olvidaba que eres un viejo de tropecientos mil años incapaz de aguantar una bromita.

Aquella chica era dura de roer.

Apocalipsis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora