"Recuerdos."

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Después de aquella declaración, se sentaron en el césped con los pies metidos en el agua.

-¿No echas de menos a tus padres Anni?-dijo Jake rompiendo el silencio.

-Sí, bueno...-soplé- a pesar de todo no dejan de ser mis padres...¿y tu?-le dio entusiasmo la pregunta.

-Depende, si te refieres a mis padres adoptivos o a los biológicos. -lanzó una piedrecita al agua- Si es a mis padres adoptivos, me dan completamente igual, y mis biológicos hace tantisimo tiempo que no están que no recuerdo ni sus rostros.

Anni se quedó estupefacta al oir esas palabras, "¿Cómo no puede alguien recordar la cara de sus padres? ¿no tiene fotografías suyas? ¡es imposible!" pensó.

-No tengo ninguna fotografía suya, se quemarón en el incendio que los mató.-mintió Jake.

Jake.

La verdad era otra, otra muy diferente...

"Flashback"

910 a. C. Atenas, Antigua Grecia.

-¡Madre!-grité.

-Estoy aquí hijo.

Apareció una mujer de vestido blanco y larga cabellera dorada. Era mi madre.

-Madre, Artemisa quiere hablar contigo.

-¿Artemisa? ¿Dónde está?

-En su templo madre, como siempre.

-Gracias hijo. -ella cruzó el umbral de la puerta.

-¡Espere madre! ¿Puedo ir con vos?-supliqué.

-Kejha, ¿Cómo osas? ¿no recuerdas que tan sólo tienes 17 años?-acarició mi cabello.

-Pero...

-No hay peros que valgan cielo, debo irme, nos vemos después.-besó mi frente.

#)@-#-%_#:Nota de la autora, cuando Kejha fue a Estados Unidos cambió su nombre a Jake:-@#)#'(#)%

Ví como salía de mi habitación, y no podía creerlo; ¿qué importaba si tenía 17 años? para tener esa edad era un chico esvelto y bastante fuerte. Nadie, y cuando decía nadie era nadie pensaba que tenía menos de 24.

Estaba harto, mi vida se resumía en dormir, comer, entrenar, comer, y volver a dormir, se había convertido en un núcleo infinito.

Aquella tarde, astuto como era, había logrado burlar la seguridad de la casa para ir al templo de Artemisa, la Diosa de la caza.

Me escondí detrás una columna para evitar que me viera alguien.

De pie junto a la estatua de la Diosa estaba mi madre con los brazos en jarras.

-¡Artemisa! ¡ven aquí ahora mismo!-le ordenó.

Entre una nebulosa apareció una mujer de cabello pelirojo, alta, y con unas curvas de infarto. Me estremecí ante tanta belleza. Aquella no podia ser otra que la Diosa.

-¡A mi no me des ordenes humana!-dijo.

Mi madre ignoró por completo su comentario.

-Mi hijo Kejha me ha dicho que quieres hablar conmigo.

-Exacto. Iré al grano, tu querido marido Alexander te está engañando con la hija de Atenea, Kori.

¿Mi padre? ¿Con una Diosa? En que clase de lio se habia metido...

Pensandolo bien, daba igual, mis padres se llevaban a matar, no soportaban respirar ni el mismo aire.

-¿Y a mi que cojones me importa? Como si se ha follado a medio Panteón griego.

Sep, sin duda esa era Madre.

-Controla tu boca, humana.-gruñó- Debes matarle por mancillar la virginidad de una Diosa.

-Sí, dos no follan si uno no quiere, ¿sabes?

-Me da exactamente igual, matalo o lo haré yo de una manera tan cruel que desearía no haber nacido.

-Bufff-sonrío- De acuerdo, yo no lo mato hazlo tú y me haras un gran favor, ¡seguro que se lo pasa genial contigo! Estoy ansiosa por verlo-soltó una carcajada.

Anda que...Pensar que yo he salido de la unión de mi padre y mi madre como si nada...No me sorprendería que me dijesen que estaban intentando matarse mientras lo hacían...

-No te burles de mi.-dijo Artemisa.

-De acuerdo, le mataré yo-resopló- con lo bonita que era tu oferta...-se le escapó una risita.

-Entonces estaré al tanto, adiós Ceara.-se despidió.

Mi madre volvió por donde había entrado y yo me escondí para que no me viera.

Sin querer hizo un ruido y madre se giró hacia donde yo estaba escondido. "Maldita sea..." pensé.

Por suerte siguió su camino...

-¿Crees qué puedes burlarte de una Diosa?-alguien tocó mi espalda con la yema del dedo y me giré sobresaltado.

-Joder que susto...-susurré con el corazón a mil.

De cerca Artemisa era aun más bonita, su pelo rizado caía por los hombros. Bajé la mirada y me encontré con un perfecto escote bronceado.

El color subió a mis mejillas; la simple idea de imaginarla desnuda hacia que mi sangre se detuviera en un solo punto.

-Y...yo-carraspeé- Yo tan solo segí a mi madre para...

-...¿verme?-me interrumpió.

-Sí.

-Hmmm, vaya vaya, eres un muchachito apuesto-me observó de arriba abajo contándome la respiración- dime humano, ¿quieres ver el Olimpo ?-asentí.

Se me revolvió el estomago. ¿Cómo demonios había aparecido en aquella sala? el suelo era de mármol blanco, al igual que las paredes. Una alfombra roja y dorada cubría el suelo. Era realmente precioso. Me giré para ver el resto y me asusté al visualizar una cama hecha de oro y Artemisa sentada en borde.

-Ven, estarás aturdido por la teletransportación-dijo.

Y así era, sentía que iba desmayarme pronto. Me senté a su lado con cuidado.

-¿Qué quereis de mi Artemisa?-pregunté.

-Buena compañía-sonrió.

-¿No se supone qué ningun humano puede pisar el Olympo jamás?-ella empezó a reirse.

-Kejah, Kejah, Kejah, las normas están para saltárselas, ¿acaso no tendrías tú qué estar en tu habitación ahora?

"Cierto" pensé. Lo que me hizo darme cuenta de que posiblemente mi madre ya habría notado mi ausencia y estaría buscándome como una loca.

-Tranquilo, el tiempo pasa aquí lentamente, para cuando vuelvas tan solo abran pasado una horita como mucho.-me tranquilizó.

-¿Cómo sabes qué estaba pensando en eso?

-No insultes mi inteligencia-dijo molesta- Puedo leer la mente.-añadió.

-Eso lo aclara todo...

Artemisa me miró penetrantemente a los ojos y acerco su cara a la mia.

La respiración volvió a cortarse en mi pecho mientrás pasaba una mano por mi pierna. su piel era suave como la seda y delicada como el cristal, sentí como mis mejillas se calentaban. Entonces fundió sus labios sobre los míos en un profundo beso.

Apocalipsis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora