"Disputa."

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Jake se marchó a su cuarto en cuanto ella se quedó dormida. Marco estaba acurrucado en la cama y lo tapó con la sabana antes de saltar por la ventana.

Cayó encima de la hierba seca silenciosamente y caminó hacía la carretera. Le gustaba estar solo, y después de tanto rato en compañia necesitaba un pequeño descanso.

La luna se reflejaba con elegancia sobre las aguas tranquilas del lago.

Un olor que destacaba entre el perfume del follaje seco y el musgo le mantuvo alerta. Volvía a tener visita.

Y estaba cerca.

-Muestrate.-dijo sacando sus colmillos.

-Vaya, pero que tenemos aquí.- Era una voz femenina y procedía del lago.

Jake se giró al instante. Visualizó poco a poco una figura que emergía del agua. Su cabello largo y lacio le llegaba hasta las rodillas y la única ropa vestía era su piel. Sus rasgos eran perfectos, y su cuerpo enamoraba tan solo de mirarlo. Era una mujes preciosa.

Sin darse cuenta avanzó unos pasos en su dirección. Cinco mujeres aparecieron lentamente detrás de ella.

Cuando llegaron a la altura de la primera, emitieron un canto angelical y encandilador.

-Vamos acercate, no tengas miedo, sé que me deseas.-su voz era maravillosa, dulce, perfecta...aquella voz junto al canto de las demás embriagaba sus oidos. Era imposible resistirse.

Se acercó todavía más, preso de la pasión que irradiaba su cuerpo.

Ya las tenía enfrente. Desprendían un aura letal y captivadora. Unos ojos enormes le miraban de arriba abajo, con deseo.

-Eres tan atractivo, Jake-que dijera su nombre con aquella fogosidad le arrancó una erección. Él no podía decir palabra. La muchacha se acercó y susurro algo en el oido mientras le besaba el cuello. Después retrocedió hasta donde se encontraban sus compañeras y les susurro algo también. En el acto todas se pegaron a Jake con una sensualidad destructiva mientras seguían cantando. Se le erizaron los pelos de la nuca. La del cabello lacio le besó, ahora en los labios mientras le quitaba con suavidad los pantalones y el resto de chicas lo manoseaba.

Jake era incapaz decir nada mientras el ansia se apoderaba de él.

-Me llamo Leia. -susurró.

-Y...yo J...ake

Ella rió y le tumbó en el suelo con suavidad. El resto se apartaron poco a poco mientras Leia le besaba el pecho y seguía su camino de besos hacía abajo.

Le agarraron de las muñecas y lo levantaron, dirección al lago. Se estremeció al notar el agua acariciandole los tobillos. Fue introduciendose más y más hasta que tenía la cabeza sumergida por completo.

Entonces cayó en la cuenta de lo tonto que había sido. ¡Eran sirenas! y iban ahogarlo, por pensar con cierta parte del cuerpo.

Aunque no necesitaba respirar para vivir, el agua era su criptonita, allí dentro dejaba de ser inmortal.

Miró a la zorra que tenía enfrente -y a la que hace unos segundos tanto deseaba- había cambiado sus piernas por una larga y escamada cola de pez, y su cara preciosa desprendía odio.

Intentó librarse de las garras de aquellas despreciables arpias cuando notó que se le agotaba el oxigeno. Sus risas cesaron cuando algo atravesó el craneo de una de ellas.

Por la falta de aire se le nubló la vista y cerró los ojos suponiendo que aquella sería su muerte.

Cuando Jake recuperó el conocimiento se encontraba tumbado en la orilla. Lo primero que pudo ver es un niño de unos tres años acostado en su vientre. Sus enormes ojos eran de color plateado y su cabello moreno. No llevaba nada de ropa y estaba chorreando.

Apocalipsis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora