La casa es...simple. Dejémoslo ahí o me deprimiré más (es bastante pequeña).
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No me puedo creer que los chicos nos hayan ganado. La verdad es que no tenía muchas posibilidades de conseguir dormir en una cama en condiciones jugando a piedra papel o tijeras pero... Ahora tengo que "intentar" descansar en un desgastado sillón. Pues vaya. La jugada me ha salido mal. No entiendo por qué los chicos no son un poco caballerosos. Hay veces que desearía meterme en las historias esas Disney que presentan a los hombres como si fuesen casi perfectos. Ah, si la realidad fuese tan fácil. Son unos tacaños. Suspiro, me giro y miro a Violet. Toda la familia tiene mucho acento americano. Es gracioso, porque a veces no nos entendemos. Miro al techo.
No podría haber tenido peor suerte. Ya me bastaba con que Peter me hablase. Noooooo, tiene que tocarme en la misma casa que él. Además, ni se digna a dejarme la cama. Sí, desde luego estoy muy afectada por no poder dormir en un colchón. Hay bastante diferencia en esto con el hotel. Hecho de menos a Tom y a Maggie. Seguramente ella estará de perlas. Hemos estado hablando y resulta que le ha tocado en la casa de unos ricos. Es que todo me tiene que salir mal. Pero bueno, también ha comentado que la chica es un poco antipática, así que eso es lo contrario a lo mio. Violet es muy buena. Por lo visto, la compañera de Maggie y Violet se llevan mal desde que eran pequeñas. Así que, no tendré muchas oportunidades de ver a Maggie...
Vuelvo la vista a Violet. Ya se ha dormido. Yo no puedo. No lo soporto. Ne-ce-si-to-un-mal-di-to-col-chón. Un ruido hace que me sobresalte. Me incorporo mirando hacia la cocina, de donde se escuchan pasos. He visto demasiadas películas de terror, podría montarme un cacao mental ahora mismo, pero cuando reconozco al causante, me relajo. Peter. Se acerca sonriente.
- ¿Qué quieres? -digo seria.
- No tengo sueño.
Maldigo.
- Pues yo sí.
- ¿Y por qué no te duermes?
Cierro las manos en puños. Como siga así, le doy.
- ¿Y por qué has venido? -pregunto pasando de su pregunta.
- Porque no sé que hacer, Patrick se ha dormido ya.
Normal, estará súper cómodo y calentito...con su colchón. Buf, esto se está volviendo un poco obsesión.
- Pues yo no pienso entretenerte, ya puedes irte -respondo cruzándome de brazos.
Sonríe de lado, como siempre. Me fijo en que no tiene las gafas puestas.
- Hazme un sitio, he traído cartas y todo -dice enseñando una baraja.
Me quedo como estoy.
- No me trates como si me cayeses bien -digo cortante.
Se ríe. Se acerca y me aparta las piernas. Cuando me toca, me aparto echando humo por la mirada.
- Venga, no seas aburrida -dice sentándose.
Me encojo maldiciéndole. Empieza a repartir las cartas mientras lo observo.
Nos tiramos jugando por lo menos una hora. Cuando lo gano, me río de él. Cuando me gana, se ríe de mí. Es divertido, no puedo negarlo, pero si antes ya tenía sueño, imagínate ahora.
- ¿Sabes? -me dice- tienes una bonita sonrisa, deberías emplearla más.
Frunzo el ceño.
- No intentes ligar conmigo, no me gustas.
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Me niego
Teen Fiction- Enamorarse es de idiotas -aclaro como si fuese obvio-. - Enamorarse no es de idiotas. Tener miedo es de idiotas. Y eso es lo único que tienes tú ahora. ¿Cuánto puede cambiar a una persona en un solo viaje?