"Te echaré de menos".
El mensaje de Tomas me llega a la una de la mañana. Sonrío al leerlo.
"Y yo".
Le doy al botón de enviar y espero su respuesta. Al cabo de un minuto, llega.
"¿Puedo ir a tu casa?"
Me quedo para mirando mi móvil. Entonces empiezo a teclear.
"Claro."
A mis padres no les molestará, pues siempre hace lo mismo. Supongo que es hora de presentarse.
Me llamo Emily Jones, tengo 17 años (bueno, casi 18) y no tengo ningún interés en enamorarme. Supongo que no es una manera normal para una presentación, pero llevo haciéndolo así toda mi vida. Desde pequeña he pensado que este mundo solo ha creado los sentimientos para hacernos sufrir, y evito a toda costa enamorarme. Puedo parecerte fría, pero si es lo que pienso, nada ni nadie va a cambiarlo. Lo que me suele decir la gente es: ¿No estás enamorada de Tomas?
Pues no. Para esas personitas en el mundo, que sepan que existe la amistad entre el hombre y la mujer. Claro, cuanto más conoces a la persona, más te gusta... pero no, nunca me he enamorado de Tomas y no creo que lo haga. Tomas es mi mejor amigo, nada más. Es como un hermano. El hermano que nunca tuve, aun que me va bien con mi hermana. El problema es que Sandra es más pequeña que yo...así que eso complica un poco las cosas.
Creo que con Tomas he pasado más momentos "épicos" que con nadie más en enste mundo. Desde los tres años hemos estado juntos, he crecido con él, lo sabe todo sobre mí, yo lo sé todo sobre él. Nos contamos nuestros problemas, lo que nos pasa todos los días... siempre lo tengo al lado. Bueno, también está el hecho de que seamos vecinos cuenta bastante. Como hoy, muchas veces más se ha venido a mi casa, pero esta vez es un poco más especial.
Oigo un silbido. Sonrío y bajo las escaleras para abrir la puerta. Al otro lado se encuentra Tomas, con la misma sonrisa de siempre. El pelo castaño le cae por la cara, revuelto. Sus ojos marrones brillan con felicidad. Esa es una de las grandes cosas de Tomas. Es normal en él estar feliz. Por eso es una de las pocas personas que respeta mi... "no al amor". Aun así no puedo evitar admitir que es bastante guapo. A ver, si es guapo se dice y punto.
Tom es más alto que yo, siempre lo ha sido. Pero vaya, la mayoría de los chicos son más altos que yo. Supongo que con 1'66 cm de alto en este mundo no puedo superar a muchos. Pego un salto y lo abrazo como un mono, como llevo haciendo toda mi vida. Él me coge riéndose. Apoyo mi cabeza en su hombro.
- Tom -susurro.
Lo miro sonriente.
- Mi rubia.
Rodo los ojos riéndome.
- Te he dicho que no me llames así -digo bajándome y dándole un empujón.
- Lo llevas diciendo desde que tienes ocho años -responde levantando una ceja.
Nos miramos y nos empezamos a reír. Entonces paro bruscamente y lo miro con una sonrisa de lado.
- ¿Caballito listo? -pregunto.
Su sonría se hace más grande aún.
- Listo para...
- Volar a nunca jamás -completo.
Nos empezamos a reír. Entonces me subo a su espalda, digo un "arre" y entre risas me lleva a mi habitación. Supongo que todo esto ya se ha vuelto una costumbre. Desde que se mudaron a la casa de al lado, hay muy pocas noches que pasemos separados. No penséis mal por favor. Lo del caballito listo para volar a nunca jamás nos lo inventamos cuando teníamos seis años, cuando vimos Peter Pan y nos quedamos flipados. Como yo llamaba "caballito" a Tomas desde que lo conocí, se convirtió en "mi caballito volador". Sonrío al recordar eso. Cuando llegamos a la habitación, me bajo de su espalda y cierro la puerta. Tom se tumba en mi cama mirando al techo.
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Me niego
Fiksi Remaja- Enamorarse es de idiotas -aclaro como si fuese obvio-. - Enamorarse no es de idiotas. Tener miedo es de idiotas. Y eso es lo único que tienes tú ahora. ¿Cuánto puede cambiar a una persona en un solo viaje?