13. La curiosidad mató al gato

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He conseguido dormir en el sillón. La verdad es que no sé cómo, pero lo he hecho. Lo que recuerdo bien es la conversación de la noche anterior, por mensajes. El reto es hacerme pasar por la novia de Peter. Bueno, ¿y cómo se supone que lo hago?

Es... técnicamente imposible sin acercarme a él. Y no quiero acercarme. Mi corazón ya está sufriendo demasiado para que le añada otro peso.

Cuando suena el despertador de las ocho de la mañana para que vayamos al instituto, yo ya llevo despierta dos horas mirando el techo intentando pensar en alguna escusa para no tener que ir al instituto. Cuando todos se despiertan, no me imagino que fuese tan fácil encontrarla.

- Peter tiene fiebre -me informa Violet recogiéndose el pelo rojizo- ¿pasasteis mucho tiempo fuera?

- Ayer por la noche no salimos.

- Ah.

¿Fiebre? Eso no es una cosa que te puedas inventar a la ligera, ya que el calor corporal lo delata todo. Patrick y Violet van a coger sus cosas mientras yo desayuno. Al menos hoy no tendrá que ir él al instituto, así que no tendré que fingir nada.

- Toma -me dice Violet ofreciéndome unas llaves.

Las miro con cara extraña.

- ¿Por qué me das unas llaves? -pregunto confundida.

- Porque te vas a quedar con Peter -responde guiñándome un ojo-, mis padres tienen una reunión y..bueno, ¿qué mejor persona que "su novia"?

Cierro los puños con fuerza.

- No soy su novia...

- ¿Eh?

-  Nada.

Violet sonríe victoriosa y los dos salen de casa y me dejan sola. Bueno, me dejan sola con un enfermo, perfecto.

Voy sigilosamente a la habitación y miro por la puerta. Y ahí está, Peter, con la cara pálida y sudada. Entro en la habitación y me siento en el borde de la cama. Abre los ojos y se gira a verme.

- Oh... -dice- qué poco caballeroso pareceré ahora mismo.

Sonrío ante el comentario.

- Está bien así.

Me levanto y voy a por un paño para ponérselo en la frente. Sí, soy así de anticuada. Cuando lo mojo, cojo de paso también unas pastillas por si acaso se pone peor.

Entro y me siento de nuevo en la cama. Peter a vuelto a cerrar los ojos pero, cuando nota mi presencia, los abre.

- Te diría que te metieses en la cama tú también pero...me da a mí que no va a ser nada agradable ya que estoy sudado -me dice medio susurrando. 

Tiene la voz un poco tomada. ¿Cómo puede resfriarse en verano?

- Bueno, a lo mejor hay chicas a las que le gusta lo sudado -digo.

Me sonríe pícaro y añado:

- No soy una de esas chicas.

Hace pucheros y apoya su cabeza en la almohada.

- Al menos podrías tumbarte, me cuesta mirar hacia otro lado que no sea al frente -me dice.

Me tumbo a su lado por fuera de las sábanas. No tengo interés en saber que pasa ahí abajo. Lo miro e instantáneamente se tapa la cara con los brazos.

- Ahora que lo pienso -dice detrás de sus brazos- puedo contagiarte.

Río.

- Mr. Pupitas me protege, vaya, impresionante -digo con sarcasmo.

Me niegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora