24. Yo también puedo jugar

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- Quiero volver pero...

- En verdad no quieres -remata Maggie.

- No es que no quiera, es que...

- Está Tom.

- ¿Y qué más da Tom?

- Pues que... si no he oído mal, has besado a Peter, esta vez sobrio... y bueno, ni siquiera sabes lo que sois vosotros dos. Tom solo supondría un problema.

Me quedo pensando un rato. No entiendo del todo por qué no quiero volver a Londres, ya que los hecho mucho de menos a todos. Pero... no sé, algo ha cambiado. Cuando me fui era la chica anti amor, y ahora estoy coladita más o menos hasta los huesos de un chico que me saca un año y que he conocido en el viaje. Estoy fatal.

- ¡Tom no tiene la culpa! Además, ni que fuese a molestarle.

- No, para nada, no... -dice Maggie con ironía.

Estamos recogiendo las cosas. Ella me pasa la ropa, y yo la voy doblando. Cuando ya no queda ropa por doblar, las dos la vamos metiendo en la maleta con cuidado. Intentamos organizarlo todo lo mejor posible, pero al final parece que llevamos más ropa de la que traíamos.

Cuando me quedé dormida, rodeada por los brazos de Peter, no pensé lo que pasaría la mañana siguiente. Cuando me desperté, Peter seguía durmiendo, con la respiración lenta. Estaba tan... perfecto, con los ojos cerrados y las pestañas largas acariciándole las mejillas, y el pelo revuelto. No quise despertarlo, y tampoco es que tuviese muchísimas ganas de hablar con él sobre la noche anterior. No sabía si iba a echarme una broma diciendo que había ganado la apuesta o si se pondría sensiblero. Nunca se sabe, al final, es Peter de quien hablamos. Me levanté con sigilo, me fui a la cocina y cogí un par de galletas. Le di un toque a Maggie con el móvil y le mandé un mensaje con el móvil diciéndole que iba a su casa en cero coma. Me respondió un: OKEY.

Es por eso por lo que estoy ayudándole a hacer las maletas, y por lo que le he tenido que contar todo. Si seguía en la casa de Violet y Patrick, no sabía que podría pasar, así que he decidido escapar. Es lo que mejor se me da. Sé que todavía me queda hacer la maleta, pero ahora mismo es lo que menos me importa de todo. Tengo un gran lío mental en la cabeza. No sé qué pensar de Peter, porque se porta tan... no sé...tan... bueno... es tan él, que al final he acabado quedándome pillada. Y no me mola quedarme pillada por nadie. NO mola nada. Ha estado absolutamente todo el mes conmigo, y no es que justamente hayamos estado como solo amigos. Él se acerca, y yo nunca le digo que no, ya que de alguna manera me agrada. ¡Me siento tan tonta! Pero, antes que tonta, me siento indefensa. ¿Qué pasa si ahora resulta que llegamos a Londres y tiene una chica por ahí de ligue? ¡Casi nunca hemos hablado de eso! Tampoco es que de repente me haya convertido en su novia ni nada, pero...¿cuántas veces nos hemos besado ya? ¿Tres? Y no es que lo del armario fuese del todo solo un beso. Aquí pasa algo, y no sé cómo aclararlo. Se me dan bien las palabras, pero solo para defenderme, no para ponerme sentimental. Ya lo único que falta es que vuelva a casa y que mi madre explote al darse cuenta de que vengo con más amigos, y no solo con amigos, ¡con un chico re-bueno con el que me he besado! Fliparía en colores y luego se desmayaría. Y Tom... no sé que pensará, no lo sé de verdad. Por teléfono no me convenció del todo, sonaba extraño. A lo mejor incluso se ha echado otra novia durante este mes y no me ha dicho ni pío. Vuelvo la atención a mi amiga Maggie, la cual me está hablando.

- ...supongo que lo aceptará -termina.

- ¿Perdona? No te estaba oyendo -me disculpo con una sonrisa forzada.

Me niegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora