Esos momentos, en los que crees que vas a caer por completo, que nadie va a conseguir salvarte. Ahí es cuando llegan los amigos. Ahí es cuando llega Maggie.
- En resumen, estabas celosa... esa tía no lo dejaba en paz... explotaste... la trataste mal... él la defendió... y le gritaste -dice Maggie cuando termino de contarle lo pasado.
Estamos en un parque que no había visto nunca, por muy pequeño que sea el pueblo. El viento me roza las mejillas mojadas, haciendo que me recorran escalofríos.
- Sí, bueno.... ¿por qué tenía que defenderla? -digo pasándome las manos por la cara.
- Bueno, es un buen chico... supongo -me anima.
Empiezo a negar notando otra lágrima recorrer mi rostro.
- La seguirá queriendo -apunto-. Yo solo soy la diversión del viaje. El reto, ¿acaso soy algo más?
Maggie me coge por los hombros y me hace mirarla a los ojos.
- Mira, Emily, como seas tan negativa me voy a deprimir yo también...y no quieres que pase eso -aclara guiñándome un ojo.
Suelto una leve carcajada contenida. Una vez, Maggie se deprimió porque su perro había muerto. Le dije que era natural, hacía mucho que vivía, ya era su hora. Pero ella se negaba a escucharme. Decía que se había portado mal y que se había suicidado. ¿Qué perro se suicida, por Dios? Bueno, pues aparentemente, el perro de Maggie. O eso decía ella. Con el tiempo se le pasó, pero fue horrible.
- Pero, es que, Maggie.... -intento decir, pero se me quiebra la voz.
- Ya lo sé.
- ¿El qué?
- Te has enamorado de él.
Abro los ojos como platos y cierro los labios en una fina línea. Ante mi reacción, Maggie se queda con cara de póquer.
- Ostras, ¿enserio te has enamorado de él? -exclama.
No respondo. Giro la cabeza para evitar su mirada.
- No es mi culpa -digo por lo bajo.
- ¡Eso es genial! -dice agitando mis hombros.
Niego apartándome de ella.
- No es nada genial, es una mierda -rectifico.
Se encoje de hombros.
- Es lo que tiene que todos seamos humanos y queramos cosas diferentes, ¿no crees? -dice con una sonrisa triste.
Bajo la cabeza.
- Supongo.
Me quedo mirando las hojas completamente verdes moverse por culpa del aire.
- Emily, a él le gustas, lo sabes, ¿verdad? -dice dándome un codazo.
Me giro para mirarla a los ojos.
- Tiene a su queridísima Anna, ¿qué más quiere? -respondo.
- Emily, tú misma lo dijiste. Ella le hizo daño. Lo dejó tirado...¿acaso quieres ser tú la siguiente que le rompa el corazón?
Me quedo callada un rato.
- Bueno, no puedo rompérselo si no me pertenece -apunto.
- Pues tendrás que averiguar a quién le pertenece y robárselo -responde con una sonrisa.
Sonrío.
- De acuerdo... pero... le he gritado y de todo... me siento fatal.
- Discúlpate.
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Me niego
Teen Fiction- Enamorarse es de idiotas -aclaro como si fuese obvio-. - Enamorarse no es de idiotas. Tener miedo es de idiotas. Y eso es lo único que tienes tú ahora. ¿Cuánto puede cambiar a una persona en un solo viaje?