El tiempo pasa muy rapido.

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Al final no estuvo tan mal.

Alejarme de Alemania ayudó.

A quien quiero engañar, esto es horrible.

Después de 1 mes, Sarah todavía no se memorizaba las calles. La gente mayor era amable y estaba metida en lo suyo. Un punto.

La escuela había sido pesada como todos los días, odiaba que las chicas la culparan de desaparecer a su banda favorita y que algunos chicos le preguntaran si tenia videos desnuda. Estaba intentando ignorarlos pero no podía.

Finales de Septiembre había llegado y tristemente estaría sola en su cumpleaños.

Se suponía que su madre y abuelos llegarían a Edimburgo, pero los vuelos estaban cancelados debido a las fuertes nevadas en Alemania. Se había cansado de llorar, al parecer los medicamentos antidepresivos que tomaba no servían.

Sentada en los columpios miró el paisaje, no había notado que le gustaba el campo, todo era tan verde.

Con el rabillo del ojo vio como unos arbustos se movían, segundos después el sonido de clics. Cuatro paparazzis se acercaron a ella sin ninguna vergüenza.

-¿Estás bien?- preguntó uno.

-¿Deprimida por algo en especial?

-¿Tienes alguna enfermedad mental?

-¿Es cierto que estas embarazada?

Se levantó dándoles la espalda mientras se ponía el gorro del suéter.

-¡Oye espera! ¡Muchas personas quieres saber acerca de ti!

Los señaló con el dedo de en medio y corrió, la única salida.

El cielo se empezó a nublar, el aire enfrió y comenzó a llover. Sus piernas estaban cansadas y quería detenerse pero seguía escuchando el sonido de esas máquinas infernales.

Empapada se escondió detrás de un anuncio de autobús esperando perderlos. Después de unos minutos salió sin ver rastro de ellos.

Caminó encogida por la lluvia hacia su edificio escolar.

Tenía que cruzar una avenida, pero por la lluvia no se apreciaban los carros.
Esperó como 2 minutos para que se pusiera el rojo, era más que obvio que se enfermaría.

Escuchaba a alguien correr a sus espaldas, claro, por qué la lluvia había aumentado.

-¡Sarah!

Se giró irritada y hasta que esta persona se acercó lo suficiente pudo verlo, iba con un paraguas y en uniforme.

Se veía diferente.

-¿Jake?

Miró su uniforme blanco y la mochila que colgaba de su hombro.

-¿Qué rayos? Tú...

-Ven conmigo, esta lluvia va a empeorar.

-No, aléjate de mi.

-Sarah...

Retrocedía de espaldas.

La violinista silenciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora