Ciento treinta y cuatro. Rotaner

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Querido Diario:

Hoy volvimos a clases, pero sorpresivamente nadie me molestó. Aunque si se me quedaron mirando cuando vieron a Nathan tomar mi mano. Me puse roja como un tomate e intenté separarme de su agarre, pero Nathan me lo impidió. Me dijo que tenía que superar esto. Que no importa lo que piensen los demás, no debía dejar que me derrotaran nunca más.

Y entonces, sentí como si una estrella hubiera aparecido justo frente a mí.


El deseo a una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora