Ciento uno. Naos

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Nathan estaba preocupado. Desde aquella noche de la que no recordaba nada, Ariana no le hablaba. No le dirigía la palabra. Ni siquiera lo miraba. Se veía molesta. Enojada. Lastimada.

Pero él no podía recordar absolutamente nada.

-¡Hermano! ¡¿Qué hiciste ahora?! -gritó Lucy, molesta. Nathan la miró confundido. -¡Por tu culpa Ariana siempre está triste!

-¿De qué hablas?

-¡Ya no se quiere levantar por las mañanas! ¡Hace ruidos raros cuando llora! ¡Ni siquiera mira las estrellas! No quiere hablar con nadie... ni siquiera conmigo... -dijo la niña, haciendo un gesto triste. -¡Por tu culpa Ariana no me habla! ¡Idiota!

Lucy salio corriendo, enfadada. Entonces Nathan parpadeó. Y su corazón se hundió en sobremanera. Algo había pasado. Algo había lastimado a Ariana, y él no recordaba que era. Pero necesitaba hablarle. Necesitaba saber.

Quería llamar su atención de alguna manera. Quería hacer algo por ella.


El deseo a una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora