Ochenta y ocho. Lucida

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Querido Diario:

Nathan no se sentía muy bien esta mañana. Así que no fue a clases, lo que significó darles la cara a todos aquellos que se burlaban de mí. Me acorralaron. Y en medio de las burlas, me cansé de todo. De las humillaciones, de las risas, del objeto de diversión. Así que les grité. Les grité todo aquello que tenía en mi corazón y ni siquera sabía. Me defendí. Sin embargo, no sirvió de nada. Ellos me superan en número.

Cuando regresé de clases, estuve al lado de Nathan. Me preguntó acerca de mi día, y nuevamente le mentí. Le dije que había ido bien. Que hoy no me habían molestado tanto como ayer. Mentira. Todos me recordaron una y otra vez que me habían visto en ropa interior.

Y me sentí humillada una vez más.


El deseo a una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora