Cincuenta y nueve. Gorgonea Tertia

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Cuando Ariana llegó a la casa Reagan, todas sus cosas estaban en el cuarto de invitados. Habían ido a su casa y habían sacado sus pertenencias. Incluso sus investigaciones acerca de las estrellas. No supo si sentirse agobiada o agradecida.

Miró su diario, y quiso escribir en él, pero su mente estaba demasiado atrofiada para pensar. Pasaría del diario por ahora. Ahora mismo, su padre estaba en un juicio el cual le definiría su libertad o su estadía en la cárcel. Pero ella no quería pensar. No quería saber acerca de ello. Su ojo casi había sanado, pero aun se veía un poco el rastro morado en él.

-Supongo que entonces no tienes un gato, ¿verdad? -le preguntó Nathan con un tono de broma en su voz. Ella rio y negó con la cabeza.

Durante el resto de la tarde, ambos jugaron parqués, contaron chistes y se olvidaron de las preocupaciones. Y cuando Lucy regresó de clases en la tarde, ambos la recibieron con los brazos abiertos.


El deseo a una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora