Al ver lo rápido que corrí hacia el baño, Matt corrió detrás mía con una preocupación sobrehumana. No paró de preguntarme si estaba bien, me hizo una infusión y me mandó directa a la cama sin oportunidad de protestar.
La mañana siguiente estuve peor. Matt me vio la cara de malestar que se me dibujaba en la cara. No podía pensar en comida ni nada por el estilo, sino me entraban náuseas y a nada que me entraran volvía a vomitar.
- ¿Estás mejor? - dijo Matt desde el otro lado de la cama.
- Para nada - dije suspirando.
- Cariño estás ardiendo - dijo tras ponerme la mano en la frente - voy a por el termómetro.
Me moví hacia un lado donde había un cubo recién limpio y al recordar todo lo que había pasado el día anterior, volví a vomitar.
Matt volvió corriendo de nuevo y me aguantó el pelo. Me sabía muy mal por él, me cuidaba demasiado bien y al mismo tiempo se preocupaba de sus cosas. Daba asco en esos momentos, y aún así, él estaba conmigo para ayudarme cuando vomitaba, para bañarme y todo lo demás.
- A ver - dijo poniéndome el termómetro debajo de mi axila izquierda una vez dejé de vomitar - no te muevas, ¿vale?
Asentí con la cabeza y esperamos unos aproximadamente treinta segundos a que el termómetro pitara.
- Dios mío - dijo sobresaltado - nos vamos ahora mismo al hospital.
- No quiero ir a un hospital - dije así como mi débil voz de enferma me permitió.
- Cielo - me acarició la mejilla derecha - llevas toda la noche vomitando cada media hora, no has comido ni bebido nada y cuando lo has intentado lo has vuelto a echar - hizo una pausa - además, no creo que tener una temperatura de treinta y nueve con seis sea muy normal.
Hice una especie de gruñido y asentí. Matt sabía de sobra que odiaba los hospitales, pero tenía razón y me tenían que mirar si lo que me pasaba era algo grave o no.
Cuando llegamos al gran edificio Matt entregó mi tarjeta del seguro médico, dio unos datos y nos sentamos a esperar a que nos llamaran. Había muchas razones por las que odiaba los hospitales, y una de ellas era el olor que desprendían todos y cada unos de los rincones del edificio. Me empezaron a dar náuseas solo de pensarlo, pero conseguí controlarme cerrando los ojos y respirando profundamente.
- Alice Reid - llamó un hombre alto de edad algo avanzada con una bata blanca mientras sujetaba una cartilla.
Matt se levantó y me ayudó a llegar hasta donde estaba el médico. Él le explicó los síntomas que padecía, pero yo no quise prestar atención para no volver a vomitar.
El médico me llamó y me dijo que me sentara en la camilla. Pasó un estetoscopio por mi pecho y por mi espalda, después me realizó una prueba de sangre y nos hicieron esperar de nuevo.
- No deben preocuparse, no es nada grave - dijo mirando los resultados que, sorprendentemente, habían tardado muy poco en llegar a manos del doctor - se trata de una gastroenteritis aguda viral. Sin embargo, la señorita Reid está muy deshidratada y tiene la tensión muy baja. Debemos inyectarle suero y medicamentos para que se recupere. No quiero arriesgarme a que si le receto algo lo vuelva a vomitar. Ahora les subirán a la habitación y podrán descansar.
Cuando llegamos a la habitación me tumbé en la cama con cuidado. Después vino una enfermera y me conectó a una vía para que pasase el suero y los medicamentos.
- Creo que no va a haber más KFC en meses - dijo mirándome divertido.
- Cállate si no quieres que te vomite en la cara - dije con media sonrisa.
- Mira que eres asquerosa - me sacó la lengua.
- ¿Sabes que vas a estar igual que yo dentro de unos días? - alzó una ceja sin entender a qué me refería - esto es viral, has estado respirando el mismo aire que yo.
- Lo dudo mucho - dijo sonriente - es muy difícil que me ponga enfermo.
[...]
Pasó una semana, yo ya había salido del hospital hacia días y, como predije, Matt estaba tirado en la cama hecho un trapo. Por suerte, al haber pasado antes por eso, sabía qué medicamentos debía darle para que se pusiera bien.
- Al - me llamó medio dormido.
- Dime - dije apartando la vista del libro que estaba leyendo.
- ¿Puedes traerme un vaso de agua? - dijo haciendo señas raras con la mano - me apetece beber.
- Claro - me levanté dejando el libro en la silla.
Cogí un vaso y lo llené con agua natural que había en una botella en la despensa de Matt. Si se bebía el agua y no vomitaba, era una buena señal.
Cuando estaba volviendo a la habitación, el móvil de Matt sonó, era Jeff, el creador de Mentes Criminales.
- ¿Diga? - contesté.
- Ho... ¿Alice? - dijo sorprendido.
- Sí, soy yo. ¿Qué ocurre? - pregunté extrañada.
- Quería hablar con Matt sobre el rodaje de mañana por la...
- Ya... Sobre eso... - dije mirando hacia la habitación - creo que no va a poder ir.
- ¿Por qué? - preguntó algo nervioso - ¿Matt está bien?
- No mucho - hice una mueca - tiene una gastroenteritis aguda. Que por cierto se la he contagiado yo. No sé cuándo se recuperará, pero en cuanto lo haga te avisaré.
- De acuerdo, dile a Matt de parte de todos que se ponga bien pronto - dijo con una risita antes de colgar.
- Toma cielo - dije al entrar en la habitación - bebe poco a poco.
Lo hizo como le dije y, por suerte, no lo vomitó. Le puse un paño frío en la frente para bajarle un poco más la fiebre y me estiré en un pequeño sofá que había en su habitación. Me quedé dormida en cuestión de segundos, pero algo intranquila. Sólo quería que Matt se recuperara pronto.
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Muy buenas mis pequeñinas, ¿cómo estáis? Yo aquí actualizando y escribiendo porque mágicamente me siento inspirada. Me gustaría que supierais que este capítulo está inspirado en una preciosa etapa de una semana (nótese la ironía en ese "preciosa"), en la que estuve ingresada pues eso, unos días. Sé que muchos de vosotras pensasteis que era otra cosa, peeeeero ya llegará... O no... Quién sabe jeje.
Bueno, voy a dejar de ser mala >u<
Nos leemos más tarde my geniusessss!! Os adoro *-*
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Sorpresas en Virgina (Matthew Gray Gubler fanfiction) [Wattys 2017]
Fanfiction"Mi sueño siempre fue entrar en el FBI para trabajar en la Unidad de Análisis de Conducta. Para eso debía nacionalizarme en Estados Unidos después de vivir una serie de años allí. Conseguí hacer mi sueño realidad gracias a Mentes Criminales y a Spen...