Epílogo

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- Cariño, te he dicho millones de veces que te comas los guisantes - escuché a Matt desde la cocina.

- Pero es que son verdes, como los extraterrestres- respondió Susan.

- Si viene mamá y no te los has comido, se enfadará - insistió sin conseguir nada.

Dejé lo que estaba haciendo y me dirigí al salón con los brazos cruzados y una sonrisa. Susan se escondió un poco debajo de la mesa y me miró divertida, yo reí. Matt llevaba el pelo despeinado y una sonrisa también dibujada en el rostro.

- ¿Qué pasa aquí? - dije divertida.

- Papi quiere que me coma los guisantes, pero son verdes como los extraterrestres - dijo con una sonrisita.

- ¿Cómo sabes eso? - arqué una ceja.

- Tío Shemar me enseñó una foto - se tapó los ojitos con las manos.

Me empecé a reír y luché para contenerme de llamar a Shemar y cantarle las cuarenta. Suponía que Matt sentía algo parecido.

- Bueno - dije después de reír -, no pasa nada. Te has comido lo demás.

Susan bajó de la silla corriendo, abrazó a Matt y luego a mí con cuidado. Matt se levantó, me abrazó igual, colocando su mano sobre mi abultado vientre y me besó. Susan era nuestra hija, que nació fruto de nuestros primeros meses de tener nuestro propio nidito de amor y ahora esperábamos a otra personita fruto de nuestro matrimonio. Llevábamos cerca de seis años casados y nos iba muy bien. Matt seguía con su papel de actor y director, y yo seguía trabajando para el FBI. En ese momento no, gracias al próximo inquilino. Susan estaba a punto de cumplir los seis años. Tenía el pelo claro y los ojos marrones como los de su padre y no era demasiado alta, los genes de su madre se notaban mucho; y al próximo le faltaba un mes para ver la luz.

- Mami - dijo colocándose entre los dos -, ¿cuándo podré ver a Luke?

- ¿Luke? - dijo Matt alzando una ceja - ¿Ya le has puesto nombre a tu hermano? - ella sonrió afirmándolo.

- Dentro de un mes, mi vida - le respondí acariciándole la cabeza -. ¿Tienes ganas de verle?

- ¡Sí! - sacudió la cabeza muy rápido -. Quiero cuidarle y jugar con él.

Matt se separó un poco de mí y miró a Susan con una sonrisita.

- ¡Pues ahora juegas conmigo! - empezó a hacerle cosquillas.

Susan empezó a retorcerse mientras reía, contagiando a su padre y dificultándole el proceso. Estabam tirados en el suelo y decidieron levantarse para empezar a hacer el idiota. Matt abrió mucho los ojos y la boca en forma de "O" y Susan alzó ambas manos y puso cara de sorpresa pero demasiado exagerada. Entonces la que se rió fui yo e inmortalicé el momento con una foto. Estaban preciosos.

Después de eso Susan se fue a su habitación y Matt se quedó conmigo a ver la tele. Acariciaba mi vientre y lo besaba repetidas veces sonriendo. Era una imagen enternecedora. Susan se unió a nosotros poco después. Nuestro día a día normalmente era así, hasta pasado algo más de medio año desde entonces.

 La rutina era la misma, estábamos Matt y yo tumbados en el sofá, con la diferencia de que Susan estaba en casa de mis padres. Matt se había quedado dormido en el respaldo del sofá y, para no despertarle, me levanté para coger un vaso de agua, ya que tenía mucha sed. Así pues, fui a la cocina y cogí una botella de agua de la nevera, llené un vaso de agua y escuché como se llenaba, aunque parecía algo más sonoro de lo habitual. Cogí el vaso para beber y un dolor intenso en mi vientre hizo que soltara el vaso y gritara. Miré al suelo instintivamente y entendí lo que había pasado.

- Al, ¿qué ha pasado? - dijo al entrar en la cocina.

- He roto aguas - dije nerviosa -. Y por si no era suficiente, he tenido una contracción de las fuertes... Ya viene.

Matt sonrió y con cuidado me cogió en brazos, cogió luego las llaves de casa, las del coche y salimos rápido hacia el hospital. Allí nos atendieron de forma que tratáramos de calmarnos. Nos dijeron que el cuello del útero no estaba lo suficientemente dilatado como para poder proceder correctamente y nos llevaron a una habitación. No era madre primeriza, pero había de admitir que las contracciones me resultaban mucho más dolorosas que con Susan. A la cuarta contracción nos metieron en una sala de partos. Matt me agarraba la mano con fuerza, mientras yo empujaba lo más fuerte que podía. El abdomen y la espalda me dolían del cansancio, pero yo seguía dando lo mejor de mi. Estuvimos allí cerca de veinte minutos y yo estaba a punto de desfallecer, cuando escuché un llanto. Ya estaba... Mi niño.

Nos entregaron al pequeño ser que acababa de nacer y lo acurruqué en mi pecho. Matt le tocó con cuidado la naricita y él le cogió el dedo. Era tan pequeño... Sentía lo mismo que sentí con Susan, un amor infinito por alguien a quien había visto en menos de un minuto. Matt me miró y me besó.

- ¿Cómo le vamos a llamar? - me preguntó.

- Luke - dije sonriente. Él imitó mi sonrisa.

Matt avisó a sus padres y a los míos de que Luke había visto por fin la luz. Ambas partes de nuestra familia vinieron a vernos al hospital y observaron a la criatura con cara enternecedora. Mi madre le dio a Luke a Susan y con su ayuda me lo entregaron para que le diera de comer.

- ¿Qué te parece, cariño? - le dije-. Dentro de poco podrás jugar con él.

- Sí - dijo con una sonrisita -. Y le voy a querer mucho. Ya lo hago.

Sonreí y le di un beso en la frente. Luego se fue a comer con sus abuelos y Matt se quedó conmigo. Le miré y pensé en todo lo que habíamos vivido. Todo nos llegó muy rápido. Enamorarnos, vivir juntos, casarnos, tener una hija... Pero todo había resultado tan perfecto, que no me importaba lo más mínimo. Estar a su lado era lo que quería, y era lo que tenía. Nunca me habría arrepentido de haberle conocido.

Hay que ver, las sorpresas que te llevas en Virginia.

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Holaaa, bueno, como os dije, ya llegamos al final.

Os agradezco de corazón a todas vosotras que me hayáis acompañado. Sin vosotras no habría llegado hasta aquí.

¡¡Un besazo!!

Sorpresas en Virgina (Matthew Gray Gubler fanfiction) [Wattys 2017]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora