Futuro

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- Nunca me dijiste que fueras tan mona de pequeña - dijo Matt con una sonrisa.

- Cierra la boca si no quieres que te eche de casa - dije entrecerrando los ojos.

- Estás en mi casa, cariño - me respondió imitándome.

- Nuestra casa, ¿recuerdas? - sonreí.

Hacía cerca de un mes que habíamos vuelto a Virginia y habíamos empezado nuestra nueva etapa amorosa, que era la de convivir juntos. No lo llevábamos nada mal, aunque hubiera pasado poco tiempo, parecía que lleváramos toda la vida juntos. Después de decirle aquello, me acerqué y le abracé fuerte. Siempre lo hacía y sabía que a él le encantaba.

Mi tía le entregó el álbum de fotos a Matt para que fuera nuestro, para tener recuerdos míos de pequeña. Su madre hizo lo mismo, y ambas tenían la esperanza de que nosotros crearíamos los nuestros y de nuestra criatura, si algún día la tuviéramos. Mis padres estaban felices al saber que yo lo era y la madre de Matt igual. De hecho, ambas partes iban a venir a cenar esa misma noche con nosotros, por lo que debería hacer uso de mis dones culinarios que aprendí de mi madre.

Matt y yo nos dirigimos a la cocina para comer algo, yo tenía algo de hambre y él igual. Al llegar a la cocina me hizo volver al salón para sentarme en el sofá. Mientras él preparaba cuatro cosas para picar, yo me empecé a encontrar mal. Empecé a sentir una leve presión en el estómago que me hacía tragar involuntariamente repetidas veces. Finalmente, en una de esas veces que tragué, una sensación extraña se quedó justo en mitad de mi garganta. Cuando se juntaron la presión estomacal y la sensación del cuello, corrí al baño para vomitar lo que quisiera que había en mi estómago, garganta o donde fuera.

Volví algo más aliviada al salón, donde Matt me esperaba con ese algo de comida que había preparado. Pero en cambio, había perdido todo el apetito de golpe y sólo quería dormir.

- ¿Te encuentras bien, cielo? - me preguntó preocupado.

- Sí, no te preocupes amor - le sonreí.

- ¿Estás segura? - insistió-. Acabas de...

- ¡Que estoy bien, joder! - grité -. Mejor me voy a la cama.

Matt estaba hecho un cuadro, yo misma me sorprendí ante ese cambio de humor, peor aún así me levanté y me fui a la habitación a tumbarme. Me dormí casi en seguida y cuando desperté, la misma sensación de antes invadió mi cuerpo, por lo que, de nuevo, corrí al baño. Matt, esta vez, me acompañó a la cama y me tumbó. Me dijo que me traería un cubo para no tener que correr de un lado a otro.

- Matt - le dije antes de que se fuera. Me miró de inmediato -. Siento como te he contestado antes, no sé porque...

- Tranquila - me sonrió -. No te preocupes por eso.

Se acercó, me dio un beso en la frente y desapareció en busca de algún recipiente para que no tuviera que moverme de la cama.

Pasó un mes en el que estuve así, e incluso me encontré peor. Poco a poco, mi temperatura corporal fue ascendiendo, al igual que la preocupación de Matt. Muchas de las veces que quería ir al baño me tenía que acompañar porque me mareaba mucho, hasta el punto de casi desmayarme. Finalmente, al mes y medio, decidió cogerme en brazos y meterme en el coche para llevarme a un hospital.

Esperamos y esperamos hasta que nos atendieron. El médico era un hombre de unos cuarenta y tantos, moreno de ojos oscuros. Lo primero que hizo al vernos, fue sonreírnos, hasta que perdí ligeramente el equilibrio y su semblante se tornó serio.

- Túmbela en la camilla - dijo al mismo tiempo que se levantaba -. ¿Qué le pasa?

- No lo sé - respondió Matt -. Lleva un tiempo que está así.

Sorpresas en Virgina (Matthew Gray Gubler fanfiction) [Wattys 2017]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora