Rabia

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El hombre de pelo corto y moreno abrió los ojos como platos. Seguro que no quería que le encontrara. Estaba segura también de que él engañaba a mi madre con la mujer que se hacía llamar Ángela.

- ¿A... Alice...? - seguía sorprendido - ¿Qué... Qué haces aquí?

- Eso mismo podría preguntarte yo a ti - dije levantándome de la silla en que me había sentado al entrar - hace años que desapareciste.

- Cariño - dijo acercándose a mí. Yo me alejé de él - tenía razones para marcharme.

- ¿Cuáles? ¿Estar con ella? - la señalé con una mano y luego la miré - no se ofenda - ella sonrió levemente y negó con la cabeza - ¿También por eso fingiste tu propia muerte?

- Deja que te lo explique - dijo intentando convencerme.

- ¡No! - las lágrimas empezaron a salir mientras la rabia me consumía por dentro y dejaba que me controlara - No te molestes. Para mí estuviste muerto durante diecisiete años, y quiero que sigua siendo así de aquí en adelante.

Miré a Matt justo en el momento en el que hacía una cara muy rara. Era como si pensase: "Dios, eso duele". Podría haberme reído, pero no lo creía del todo posible. Le dije que me acompañara. Prefería estar perdida enmedio de un bosque toda mi vida que estar en esa casa.

Cuando salimos, Matt me abrazó y lloré por lo menos durante diez largos minutos. Los abrazos siempre hacían que me desahogara más rápido, sobretodo si quería a las personas que me los daban. Durante ese tiempo ninguno dijo nada, él simplemente acariciaba suavemente mi pelo. Cuando estuve mejor me separé de él y suspiré.

- Sácame de aquí, por favor - dije entristecida.

- Suerte que cogí un mapa de dentro de la casa - sonrió.

Tardamos dos horas en llegar al aparcamiento, pero al fin y al cabo, llegamos. Matt era muy bueno leyendo mapas, siempre y cuando se lo propusiera. Apoyada en el coche se encontraba la misma rubia de antes, impoluta y con una sonrisa en la cara que borró al verme. Aún así caminó hacia nosotros - más bien hacia Matthew -.

- Matt - habló - quería pedirte por fa...

- Ahora no, Rebecca - la apartó interrumpiéndola y siguió caminando prácticamente estirándome.

- ¡Matt! - corrió como pudo hacia él. Éste se giró molesto.

- ¿No ves que tengo compañía? - me miró y luego volvió a mirarla a ella.

- ¿Por esa tipeja me impides hablar contigo? - me miró con asco.

- ¡A quien coño llamas tipeja! - no pude evitar interponerme - No hace falta que me describas cómo eres.

- ¿Serás puta...? - habló poniendo una cara de idiota que no podía con ella.

- Rebecca, no llames así a mi novia - dijo Matt mientras me guiñaba el ojo disimuladamente para que le siguiera el juego.

- Madre mía, no me lo creo - se cruzó de brazos - pudiendome tener a mí y te vas con esa...

Antes de que pudiera insultarme de nuevo, empujé a Matt hacia mí y pegué mis labios con los suyos. Sabía que eso le pondría de los nervios, pasara lo que pasara, no me iba a arrepentir. Me separé de él gracias a un dolor muy agudo en mi cabeza. La rubia me estaba estirando del pelo.

- ¡Apártate de él! ¡Es mío!

Me tiró al suelo y yo giré sobre mí misma estando tumbada para ponerle una pierna por en medio. Ella tropezó conmigo y cayó cerca de mí.

Me levanté para entrar en el coche, pero recibí un puñetazo de su parte en la cara. Recordé enseguida que llevaba mi placa del FBI siempre encima.

- Vale - me pasé la mano por la boca, viendo que sangraba un poco - ya estoy harta - me llevé la mano a la espalda, dónde tenía una pequeña cartera con mi placa dentro - contrólate si no quieres acabar mal - recibí otro puñetazo aún más fuerte - bien, tu te lo has buscado. Rebecca, queda detenida por agredir a un agente federal - le enseñé mi placa - tiene derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que diga puede ser utilizada en su contra. Una vez en comisaría tiene derecho a un abogado, si no puede costearse uno, se le asignará uno de oficio.

De repente paró de hacer lo que estaba haciendo, se quitó los zapatos y salió corriendo rumbo quién sabe donde. Matt se rió ante su reacción y se metió en el coche. Yo le imité.

- Siento haber dicho que eras mi novia - sonrió sonrojándose.

- Tranquilo - le sonreí.

- Buena idea lo de la placa - rió.

Le di las gracias y apoyé mi cabeza en el asiento para intentar dormir un poco. Con ayuda del ruido del motor de coche y de la floja música que sonaba desde la radio, me sumí en un sueño profundo.

La alarma sonó de golpe y la apagué brutamente con la mano. No quería despertarme aún, pero debía irme a trabajar. Un brazo me lo impidió, ya que estaba rodeando mi cintura. Me giré para encarar con quien quiera que estuviera en mi cama. Un adorable Matthew dormido sonrió al notar mi movimiento.

- Mi amor, ¿ya te has levantado? - abrió ligeramente los ojos.

¿Cómo me había llamado? Se incorporó encima de la cama y se puso encima de mí para besarme con más facilidad. Un momento... Estaba... ¡Estaba desnudo!

- Te prepararé el desayuno.

Se levantó poniéndose antes un albornoz y salió de la habitación.

- Alice... - me llamó - ¡Alice!

- Alice - dijo el Matthew de la vida real - despierta, ya hemos llegado.

Había sido todo un corto sueño. Bufé y le dí las gracias por llevarme a mi casa. Salí del coche sabiendo más que de sobra que le tenía para lo que necesitara.

Cuando llegué a mi piso miré mi móvil y vi un mensaje de mi primo diciendo que vendrían al día siguiente. Y me acorde entonces del "reencuentro" con mi padre. Cogí el teléfono fijo y llamé a mi madre. Necesitaba hablar con ella.

- ¿Diga? - preguntó mi madre desde el otro lado del teléfono.

- Mamá, soy yo, Alice - dije - necesito que vengas, debo contarte algo.

- Hola cielo. ¿Cuando te va bien?

- Mañana. Ven con mis primos - le sugerí.

- Sabes que no me llevo muy bien con la familia de tu padre.

- Mamá, es muy urgente. Por favor - supliqué.

- Veré que puedo hacer - suspiró.

- De acuerdo. Debo colgar, adiós.

Se despidió ella también y colgué. El tema de mi padre quedaría zanjado y no habría más que hablar con él todos juntos para aclarar por qué hizo lo que hizo.

Fui a darme una ducha, luego preparé la cena y me fui a dormir. Estaba agotada. Lo mejor de todo era que aún tenía la imagen de Matt y yo besándonos dentro del agua de aquel lago, grabada en mi cabeza.

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Wii, otra vez la rubia (mecagoen...) Bueeeno, hay que admitir que Rebecca es una auténtica gallina.

En los próximos capítulos veremos que pasa con el recién aparecido padre de Alice.

Nos leemos my geniuses!

Sorpresas en Virgina (Matthew Gray Gubler fanfiction) [Wattys 2017]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora