Capítulo 16

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La luz era poco dispersa en aquel lugar.-<<Esto no es un santuario>>- pensó Clementine al sentir nuevamente el dolor punzante en sus muñecas atrapadas por la soga fuertemente atada. Había tenido ese presentimiento desde antes de llegar a la terminal y nuevamente al ver la comida que servían y había tenido entre sus manos.

Llevaba varios días encerrada en ese lugar. Pocas veces veía la luz del sol, de ves en cuando al momento en que la alimentaban. Antes de comer cualquier cosa se aseguraba de que no fuera humano. Muy pocas veces no lo era, por lo que ahora tenía un hambre feroz. Aun así, se contenía. No conocía muy bien a Rick pero si lo suficiente como para estar segura de que él la sacaría de ahí. Hasta probablemente el pequeño sheriff.

Hace unos pocos minutos había escuchado una gran explosión, gritos, disparos. Clementine no sabia que ocurría pero tenia que ayear una forma de salir de aquel rincón oscuro en el que estaba. No podía divisar con facilidad lo que había a su al rededor y lo que lograba ver a duras penas le era inútil.

De pronto un leve sonido la desconcentró. Un par de pasos y suspiros. Pensó en gritar sin saber si seria buena idea o no, pero la cuerda que llevaba en su boca no le era de mucha ayuda. Con sus pies comenzó a golpear la puerta de metal lo más fuerte que pudo hasta que que sus piernas se cansaron.

Silencio.

Después de unos minutos la puerta se abre y deja sobre el rostro de Clementine varios rayos de luz artificial haciéndola cerrar los ojos . Al recobrar la vista una mujer la apuntaba con un arma. Estaba llena de restos aparentemente de caminantes, su cara estaba sucia y su cabello era claro y corto. Al verla, fue hacia ella y le quito la cuerda de la boca y preguntó.

-¿Quién eres tu?- dijo con voz firme y sorpresiva.

-Clementine.- la mujer no ayeaba la razón de porque una niña estaría allí.

-¿Cómo llegaste aquí?- preguntó. Aun mantenía el arma apuntándola.

-Estaba con mi grupo cuando nos capturaron. A ellos los pusieron en los vagones. Querían sacarme información pero no les dije nada. Por eso estoy aquí.

La mujer se tomó un momento. Luego bajó el arma y desató a la chica. Clementine sentía sus manos vivas nuevamente, aunque con un inmenso dolor en ellas.

-¿Eres buena disparando?- preguntó la mujer dejando en el suelo la ballesta que traía. Era como la de Daryl, prácticamente idéntica. Tomó una pistola y se la entregó a Clementine. Esta, al momento de recibirla contestó.

-Por supuesto.-se encaminaron hacia la salida.

Ambas, después de correr un rato llegaron hasta la misma sala llena de velas y garabatos que Clementine había visto junto a los demás un par de días atrás. La mujer parecía atenta observando todo el lugar. Sin embargo las dos siguieron caminando hacia la salida. De pronto una voz femenina se escuchó y ambas se detuvieron de golpe a tan solo pocos centímetros de la puerta.

-Arrojen sus armas y gírense.- la voz sonaba nerviosa y apresurada.- Quiero ver tu rostro.- dijo con desagrado hacia la mujer que tenia Clementine a su lado. Por la rejilla de la puerta se podían ver sombras. Personas, o tal vez caminantes. -¡Ahora!- Clementine al ver que la mujer empezaba a deshacerse de sus armas se dispuso a dejar la suya en el suelo, pero justo unos centímetros antes de que el arma tocara el suelo su compañera se giró y empezó a disparar hacia la mujer que les impedía seguir su camino.

Al girarse, Clementine pudo ver a la mujer en el suelo. Viva. El arma con la que la que las había apuntado unos minutos atrás cayó lejos de ella. Antes de que pudiera pararse y alcanzarla su compañera la pateó alejando el arma aun más de la loca mujer que las atacaba. Empezaron a pelear. Ambas cayeron al suelo entre golpes y jalones. Al final la batalla terminó del lado de Clementine y su acompañante.

La mujer de cabello corto apuntaba a la otra, esta parecía aceptar su derrota mientras daba suspiros cansados.

-Los letreros...-dijo por primera vez después de la pelea.- Eran reales. Era un santuario.- dijo segura y con duros sentimientos. Parecía dolida.- La gente vino y se apropió de este lugar.

-Solo dime donde...-intervino su compañera pero la mujer siguió hablando.

-Y violaron y mataron y se rieron durante semanas.- terminó de decir mientras empezaba a soltar lágrimas.- Pero salimos. Luchamos y conseguimos recuperarlo. Y escuchamos el mensaje.- La mujer esperó unos segundos antes de volver hablar.- Eres el carnicero... O eres el ganado.

-¿Dónde están las personas a las que sacaron de ese vagón?- preguntó la mujer de cabello corto sin inmutarse de las palabras de la otra mujer. Al ver que esta no respondía solo aguardó unos segundos para luego dispararle en su pierna.-¿¡Dónde están!?- dijo esta vez gritando mientras que la mujer se retorcía de dolor en el piso.

-Ahora...- habló a duras penas tratando de contener los gritos de dolor.- Apunta a mi cabeza.

Tanto Clementine como la mujer que apuntaba a la otra no dijeron nada solo se empezaron a escuchar los sollozos por parte de la mujer herida.

-Podrías haber sido uno de nosotros. Podrías haber escuchado lo que el mundo te está diciendo.-se quejaba entre lagrimas.

-¿Atraen aquí a las personas, toman lo que tienen y las matan? ¿Eso es este lugar? -preguntó incrédula. La mujer en ningún momento bajó el arma.

-No, al principio no. Es lo que tenia que ser. Y aun estamos aquí.- su respuesta no fue de mucho. Por fin después de un largo rato la mujer de cabello corto bajo el arma.

-No estas aquí. Yo tampoco.- seguido recogió las armas del piso y le hizo una seña a Clementine para que ambas se fueran de ese lugar. La ropa de la mujer estaba repleta de restos de caminantes lo que funcionaba como una especie de repelente por lo cual no tendría problemas al salir, sin embargo Clementine estaba relativamente limpia a su comparación, hizo que la chica se ocultara detrás de ella y al momento en que abrió la puerta ambas pudieron escapar sin ser detectadas por los caminantes quienes se dirigieron hasta aquella mujer tirada en el suelo agonizando entre gritos de terror.

Pensamientos rondaban por la cabeza de la joven chica.-<<Eres el carnicero, o eres el ganado.>>- sabia que todo era cuestión de sobrevivencia pero lo ultimo que se pierde es la esperanza. Lo que hacían esas personas era enfermizo. Son como caminantes. Lo peor era que ella sabia que no eran los únicos. Miles de personas lo podrían estar haciendo ahora, cada día y a este punto no cambiarían su pensamiento psicótico. Luego pensaba en Rick, la mujer con la que estaba ahora, no sabia su nombre pero no hacia falta conocerlo para saber que tenia humildad, cualquier otra persona al verla encerrada en aquel calabozo en el que estaba ni siquiera se habría acercado. Cuando se escondió detrás de ella para poder pasar a los caminantes se sintió protegida. No era la primera vez que escapaba de esa forma, la primera vez que lo hizo tan solo tenia diez, once años. Se sentía segura.



CLEMENTINE | Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora