Capítulo 29

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El sonido de la puerta siendo abierta alertó a Carl y a Clementine haciendo que ambos alzaran sus armas en posición de ataque.

-Supongo que ya saben que estamos aquí.- la inconfundible vos de Gareth fue audible del otro lado de la puerta.- Y nosotros sabemos que están aquí. Y estamos armados. Así que ya no tiene sentido esconderse.

Se empezaron a escuchar pasos.

-Los hemos estado observando.- anunció Gareth.- Sabemos quienes están aquí. -Las lentas pisadas que se escuchaban daban un efecto aterrador que preocupaba a todos los que estaban ahí- Esta Bob...- prosiguió Gareth.- Si todavía no terminaron con su dolor... Y Eugene. Rosita. El buen amigo de Martin, Tyreese. Carl. Su irrespetuosa novia. Judith. Rick y los otros se fueron, con muchas de sus armas. Oigan, no sabemos dónde están ustedes, pero este lugar no es grande. Así que terminemos esto ahora antes de que todo se vuelva más doloroso de lo necesario.

Por un momento hubo silencio peor resultó ser más aterrador que sus palabras. Luego, nuevamente prosiguió.

-Miren, están detrás de una de éstas dos puertas y tenemos más que suficientes balas para derribar ambas. Me imagino que no es lo que quieren.- el sonido del arma cargada llegó a los oídos de todos.- ¿Qué hay del cura? Padre, si nos ayuda a terminar con esto, lo dejaremos irse. Sólo abra la puerta y puede irse. Puede llevarse al bebé. ¿Qué dice?

Hubo silencio por un instante hasta que de repente el llanto de Judith empezó a delatarlos a todos.

-No sé. Quizás nos quedemos con la bebé. Me empieza a gustar esta niña... Es su última oportunidad para que nos digan si van a salir.

Unos segundos después un par de disparos se escucharon pero la puerta seguía intacta.

-Pongan las armas en el suelo.- la vos de Rick fue un milagro que todos dentro de esa oficina agradecieron.

-Rick, vamos a disparar justo en esa oficina. Así que baja tu arma...

Una bala se llevó todo el dedo anular de Gareth haciéndolo gritar de dolor.

-Dejen sus armas en el suelo y arrodíllense. -ordenó Rick apuntando con el arma. Todos lo hicieron. En segundos el grupo había rodeado a Gareth y a sus hombres apuntándolos.

Rick se situó en frente de Gareth quien se retorcía de dolor.

-De nada sirve rogar ¿No?- dijo Gareth.

-No.

-Aún así, nos podrían haber matado cuando entraron. Debe de haber una razón para eso.- dijo Gareth con esperanza.

-No queríamos desperdiciar balas.

-Solíamos ayudar a la gente. Salvamos personas. Se que has estado afuera, pero puedo verlo. No sabes lo que es tener hambre. No tienes que hacer esto. Podemos irnos. Y nunca nos volveremos a cruzar. Lo prometo.

-Pero se cruzarán con alguien. Le harían esto a cualquiera, ¿No? Además, te hice una promesa...


Al final de la noche en la iglesia sólo quedaban cuerpos sin vida.



CLEMENTINE | Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora