CAPÍTULO 32 "Conociendo a Alice" Parte I

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  Una vez que ambas consiguieron calmar las lágrimas, Victoria llamó a la señora Rossi, para que la ayudara a poner a la bebe en el regazo de su bisabuela. Elizabeth no dejaba de contemplarla, tenía unos grandes y curiosos ojos, que lo observaban todo, era muy pequeña y pálida como su madre, sin duda era lo que Elizabeth necesitaba para sentirse más animada.


-Victoria, es hermosa, sus ojos son intensos –comenta maravillada
-El doctor dice que el color se define por completo a los 6 meses o puede tardar todo un año
-Mi Alice, los tenía igual, no tan grandes y curiosos, pero... son casi dos gotas de agua, azul profundo –suspira ante el recuerdo de su hija
-Ya no llores, me haces llorar a mí -pidió Victoria con cariño
-Me has hecho muy feliz...
-Vamos Liz, porqué no te arreglas un poco para tomarles una fotografía juntas, me encantaría conservar este momento, pero no quiero una cara enferma –pidió Victoria, intentando animarla
-En este momento me siento plena, para nada enferma, aunque la realidad sea otra
-¿Qué vamos a hacer? ¿Tienes un plan?
-Pues...
-Que va, eres Rothschild, por supuesto que tienes algo planeado, Matt es igual a ti –la acusa divertida
-Planificar, nunca es malo –coincide Elizabeth
-Conspirar –dice Victoria, con sarcasmo
-No cambies nunca -sonríe
-Liz, ¿porqué lo hiciste? ¿Porqué llevar la enfermedad en soledad?
-Necesitaba que ustedes arreglaran todo, no quería ser una distracción. Además soy completamente independiente, ¿no te parece?
-Me pareces una boba
-Victoria, ¿Matt alguna vez te ha dicho que te pareces a mi Alice?
-¿Yo?
-Si, también era independiente y decidida, y una loca, tenía tatuajes, que llegada a una edad comenzó a ocultar, pero nunca negar, mi mundo le exigía etiqueta y lo supo respetar sin quitarle su esencia, espero sepas conseguirlo tú también
-No te prometo nada que no sea sacarle canas al estiradito de tu nieto
-Me alegra escuchar eso.


Siempre con ayuda de la señora Rossi, Victoria se encargó de distraer a Elizabeth durante todo el día, tenía un millón de preguntas, y su mamá no era una opción para aclararlas. Así que ilusionada, Elizabeth le contó su experiencia con la maternidad. Hasta que el celular de Victoria comenzó a sonar. Era Matt

-¿Qué hago? –preguntó aterrada
-Quiero que tú se lo digas –pide con calma
-Pero ¿cómo? ¿Voy hasta Nueva York? ¿Se lo digo al teléfono?
-Haz que venga, dile que estás conmigo, y cálmate
-Soy pésima mintiendo –lloriquea en un puchero
-Ve, yo me quedo con la señora Rossi –insistió Elizabeth
-Está bien


Nerviosa salió de la habitación y se dirigió a la terraza, y armándose de valor contestó, intentando sonar tranquila


-Hola
-Hola, preciosa ¿cómo te sientes hoy? –preguntó Matt, con cariño
-Estoy bien, ¿Qué hay de ti? –intentó sonar tranquila
-Te extraño, lamento no haberte llamado antes, estaba resolviendo algunos asuntos en la oficina
-¿Ya te vas a casa? Son solo las 6 de la tarde
-¿Las 6pm? Cariño son a penas la una de la tarde
-...mierda -susurró Victoria, había olvidado el cambio de horario
-¿Todo bien? –se preocupó Matt
-Tengo el sueño cambiado, estoy algo desorientada –soltó de inmediato
-¿Cuándo regresas?
-Pronto, yo... -intentó decirle donde se encontraba, pero un gran alboroto al otro lado de la línea la interrumpió
-Preciosa, te tengo que dejar, te llamo en unas horas
-Claro... Adiós


Algo aliviada por no haber tenido la oportunidad de "mentirle" Victoria regresó a la habitación de Elizabeth. Estaba pálida, lo cual la asustó, tal vez le había pedido mucho más de lo que podía soportar, con una sola mirada a la señora Rossi, esta capto el mensaje, y de inmediato le informó que debía cambiarle el pañal a la bebe y prepararla para dormir

El Contrato II: Rompiendo las reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora