CAPÍTULO 35: "El perro y el sabueso"

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Con la frente en alto, y una arrogante actitud, Michael y Agatha llegaron hasta la residencia de Elizabeth. Desde el minuto en que pusieron un pie en aquella casa, que el ambiente se tornó tenso, partiendo por encontrar a Adam cargando a Ali en la sala principal.

La furia en Agatha, su madre, fue tal, que el grito que lanzó hizo llorar a la pequeña, la cual era tan tranquila que esta era apenas la segunda vez que lo hacía.

-¿Qué te pasa, "mamá"? ¿Necesitas llamar la atención donde quiera que vayas? -gruñe un protector Adam.
-¿Quién es esa? -espeta Michael, señalando a la pequeña con el dedo
-Mucho cuidado en cómo le hablas a mi damita, papá -le advierte molesto
-¿Quién carajo es esa cría? -inquiere Agatha esta vez.

-Mi hija -dice Matt, apareciendo en su campo de visión-. Así que vigila tu vocabulario y el cómo te refieres a mí bebé.


-¡Pero qué imbécil eres! Dejaste embarazada a la zorrita tonta esa -ladra Michael con disgusto.

-¡Michael! -salta Adam
-Agradece que estamos en la casa de mi abuela, Michael, porque de lo contrario ya no tendrías dientes -lo amena un furioso Matt
-¡No me amenaces! -ladra, iracundo
-Cierra la boca papá, y todos estaremos mejor -intervino Adam, mientras mecía a la bebe en sus brazos para calmarla y a la vez empujaba a su hermano fuera de la sala.


-La pendeja lo consiguió -susurra con asco, Agatha.
-¡Puta caza fortunas! -grita un frustrado Michael, mientras se pasea de un lado a otro.
-Es más inteligente de lo que esperaba -comenta la arpía con desdén
-No pienso dejar que toque el dinero de la estúpida de Alice, ¡es mío!
-¿Qué piensas hacer, Michael? La vieja ya se está muriendo
-Veremos si puede irse a la tumba sin saber que le pasó a su hijita querida -sonríe con malicia
-Michael... ¿Estás pensando en contárselo? -se alarmó
-A cambio de un jugoso cheque, de todos modos de esta noche no pasa, pienso asegurarme que sea así.

Adam, muy preocupado por las reacciones que su hermano pueda tener durante el transcurso del día, lo llevó hasta el bar, en donde hizo maravillosas maniobras para poder servirle un vaso de bourbon, con una sola mano, necesitaba que se calmara, está nervioso desde que la noche anterior Victoria le pidiera que durmieran separados, lo dejó con la bebé y compartió habitación con su amiga...

-¿Confías en mi? -le preguntó Victoria, luego de semejante petición

-Claro que lo hago -susurró tomando su rostro entre ambas manos.

-Entonces vas a hacer lo que te pido, vamos a dormir separados, vas a centrarte en tu abuela, necesito que me ignores, ya te lo expliqué

-Mi abuela está loca, no quiero que hables con ese par de lastres, por favor -pidió con ojos suplicantes

-Solo necesito que crean que lo único que nos une es Ali, por favor, solo un día -insistió acariciando su rostro con una de sus manos.

-Pero quiero tocarte -dijo refiriéndose a la lectura del testamento

-Pronto no dejarás de hacerlo -le sonríe

-Si me dices porqué has estado saliendo tanto, hago lo que me pidas

-He estado yendo al doctor, me hicieron unos análisis, ya no estoy en cuarentena, ¿me vas a ayudar? -insinúa algo nerviosa

-¿Mi recompensa será gloriosa? -una gran sonrisa apareció en su rostro al instante.

-Puede... -le sonríe con picardía

-Entonces puede que te ayude -dice Matt, encogiéndose de hombros y quitando sus manos de ella

-El SEÑOR, acaba de dar una respuesta a medias, estoy oficialmente escandalizada -bromea sonriéndole

-No me provoques, Victoria

El Contrato II: Rompiendo las reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora