38 - Mi bebé está en peligro

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Desperté aturdida, mi corazón latía a mil y la cabeza por igual  ¿Dónde estaba y por qué estaba todo tan oscuro?

Una gota  caía constantemente sobre un charco a mi alrededor, haciendo eco en la oscura habitación con olor a tierra y humedad.

Pasos, oía pasos acercarse  y traté de ponerme de pié pero estaba débil.  Toqué mi cabeza en un vano intento de calmar el dolor y mis manos se mojaron  ¿Era esto sangre?

Una contracción  ¡Dios!  Respiré pronfundo, inhale y exhale  ¿Por qué me dolía la panza?

Una puerta se abrió  y una luz iluminó toda la habitación,  estaba vacia. Paredes que alguna vez fueron blancas hoy tenian toda la pintura raspada y un sin número de garabatos con crayon negro la adornaba. Dallas, de pié en el umbral me observaba con desagrado.

—  ¿Estás disfrutando de la estadía? —  preguntó, sonriendo sinicamente.

—  ¿Por qué me tienes aqui? ¡¿Qué es lo que quieres?!

Él dio dos pasos adelante  —  Eres un poco lenta, ¿No te das cuenta que esto es un secuestro?

Iba a gritar pero otra contracción me detuvo,  calmé mi respiración  y  hablé en voz baja  —  ¿Por qué haces esto? —  pregunté, él rió como loco.

—  Voy a contarte la historia.

Salió de la habitación  y volvió acto seguido con un sillón pequeño de madera.

Mis manos estaban amarradas con sogas, alrededor de mis muñecas  estaba rojo porque aquel material al parecer dejó una reacción alérgica en mí.

—  Después de aquella nota en el periódico y el programa de televisión  ¿Qué crees que pasó?

—  ¿Te sentiste liberado? —  inquirí, él me miró mal.

—  Mi familia me desterró, me quitó todo Novalee, ahora soy un maldito vagabundo.

—  Tú te lo buscaste  Dallas  ¿Qué tengo yo que ver con eso?

Él pasó una mano por su sucio pelo   —   Es obvio, pediré recompensa.

Abrí mucho los ojos ¿Era esto una especie de broma?

Con tantos nervios me estaba tomando las cosas con mucha calma pero no podía alterarme, le haría daño al bebé.  ¿En qué momento se convirtió Dallas en un desquiciado?

—   Dejame contarte  hermosa que no permitiré que nadie se interponga en mi camino  —  soltó, acercándose a mí con lentitud  —.  Ellos pagarán la recompensa pero te irás conmigo de todas formas.

Las lágrimas empezaron a picar en mis ojos, me sentía jodidamente asustada  —  ¿Pero para qué me quieres a mí después de tener tu dinero Dallas?

—  Fácil, cuando nazca el bebé puedo pedir recompensa por él también.

Empecé a sollozar sin previo aviso al escuchar eso  —  Dallas tengo siete meses, mi bebé  no nacerá hasta dentro de dos.

—   Tal vez la suerte se ponga de nuestro lado.

¿Qué quería decir eso?  Dios mío que Bruno haya visto el mensaje por favor.

Dallas se giró y salió de la habitación, volviendo minutos después con mi teléfono  y una bandeja con conmida. Mi estómago rugió.

¿Qué se suponía que uno hacía cuando estaba secuestrado?  ¿Pedir que lo suelten por favor?  ¿Ganaria yo algo con eso?

Puso la bandeja en el piso  y extendió el móvil hacia mi oreja  —  Estoy marcándole a tu noviesito, vas a decirle que quiero  10 millones de dólares  y que tiene 24 horas o tú y su bebé se mueren. Ni una palabra más ni una menos, sé breve, no quiero la policía en esto.

Asentí freneticamente,  se puso en cuclillas delante de mí  y sacó la pistola, colocando el frío metal justo encima de mi panza.

—   ¿Muñeca?

Dios mío,  esto no iba a ser fácil. La voz de Bruno tan angustiada, molesta y alterada hizo que mi estómago  se revolviera.

—   Cariño  escuchame  —  sollocé,  Dallas lo separó un poco y lo puso en altavoz  —   Es Dallas,  quiere  diez millones de dólares y...—  una contracción me detuvo y tuve que respirar profundo.

—   Muñeca dime dónde estás que voy y lo mato  ¡¿Que te está haciendo?!

Dallas apretó el arma sobre mi estómago   —   Escuchame,  Dios millones... Nada de policía cariño tienes veinticuatro  horas.

—   Muñeca juro que voy a sacarte sana y salva ¿me escuchas?   Yo te a...

Sus palabras quedaron cortadas en el aire cuando  Dallas cortó la llamada  ¿Qué era lo que me iba a decir?

Después de comer lo que el había traído  tan solo por el cuidado de mi bebé,  Dallas entró a la habitación sonriendo como  desquiciado otra vez y empezó a desatar mis cuerdas.

—  ¿A dónde me llevas?   -  pregunté, él hizo caso omiso a mi pregunta y con un gran esfuerzo me ayudó a ponerme de pié, mis muñecas dolían y los pies también, el bebé no había dejado de moverse dentro de mí  ni yo me había podido calmar.

Me condujo por un oscuro pasillo  hasta dar a una sucia y maloliente cocina,  había una puerta que él pudo abrir luego de forzarla digamos que demasiado y cuando se abrió, me tomó de la mano para hacerme entrar.

—   Dallas ¿Que es eso allí?  ¡Era suficiente malo donde me tenías ya!

Él  suspiró, tratando de calmarse  y pedir paciencia  —  Es un sótano, voy a mostrarte  algo.

Me negué en rotundo a caminar, algo me estaba dando mala espina  —  No quiero ir.

—  Novalee no me hagas obligarte, justo aquí hay unas escaleras y si no caminas por ti misma entonces yo voy a enpujarte.

Negué, él no era capaz de hacer eso ¿verdad?

Dentro del lugar había un olor a putrefacción, animal muerto, sentí ganas de vomitar pero me contuve  ¿Qué diablos olía así?

Me detuve a mitad de las escaleras,  no iba a dsr un puto paso más, no sabía lo que allí abajo había.

Dallas bajó  por completo y en medio de la oscuridad empezó a hablar:  —   Cuando publicaron la nota en el periódico y mi familia me echó como un perro, fui a buscar ayuda donde los amigos que hoy estaban conmigo, dispuestos a quebrarse a  Brunito  ¿Vas captando?

Proferí un gemido. 

Él continuó.

—  Ellos me dieron posada por un tiempo y luego me propusieron algo  que no pude rechazar. Un día  Kyle me dijo:  "Oye  Dallas, ¿Por qué no buscamos al periodista  que te hizo esto y le cobramos lo que te hizo?  —  Dallas rió  -.  Le dije  ¿Por qué no?  Ya no hay nada que perder.

Otra contracción me embargó  y tuve que sostenerme del barandal.

—  Salimos a buscar a ese hijo de  puta y también lo secuestre, tiene aquí como  tres días.

Aquellas palabras hicieron eco en mi cabeza  ¿Habia alguien más aquí?

Dallas encendió la luz y todo el aire quedó atrapado en mis pulmones.    

Era un chico, menos de veinte años con el pelo rubio lleno de sangre,  estaba amarrado a una silla y tenía los ojos abiertos pero ni parpadeaba ni miraba a nadie en especial, no había vida en su mirada.

Lancé un grito de miedo, mi mundo alrededo se tambaleó y no pude evitar dar un traspié al evitar huir, caí en picada  por las escaleras de metal, golpeando mi estómago y espalda repetidas veces.

Al aterrizar en el frío piso,  caí boca arriba y antes de quedar inconsciente, lo último que vi fue la sangre que salía de entre mis piernas.

Aquí  y Ahora (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora