43 - ¿Yo, Tía?

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Acostó al  inquieto bebé en la cuna y le sonrió, la verdad es que aquel chiquillo de ojos plata no había parado de llorar en todo el dia reclamando su atención, varias veces llegó a alimentarlo de más pensando que era hambre, pero, su llanto no cesaba. Novalee hasta llegó a pensar que el bebé tendría algún dolor.

Sus ojitos se terminaron de cerrar y empezó a chupar su dedo pulgar, ella lo retiro de sus pequeños labios rosas con delicadeza, sobresaltándose al sentir unos brazos rodear su cintura.

—  Hasta que al fin se durmió mi campeón — susurró a su oído aquella voz, erizandole los vellos.

Se giró para verlo, traía el pelo mojado porque recién salia de la ducha, había llegado cansado del trabajo  y Novalee se había ofrecido a darle un masaje con algunos aceites que, cuando hubo terminado, Bruno tuvo que retirar la sustancia con un buen baño de agua caliente.

— Gracias al cielo — respondió ella, suspirando con alivio, Bruno rozó sus labios con los de ella.

— Pensé que ya te habías ido — y así era, sólo que se había retrasado un poco intentando dormir a Cayden, hacia rato ya que Mallory la esperaba y no dejaba de acribillarle el móvil a puro texto.

— Sólo me termino de vestir y listo.

Se calzó los tacones y arregló su pelo, la verdad era que extrañaba mucho a su amiga y sus charlas juntas mientras tomaban café, por eso se habían citado en la antigua casa en la que residían ellas dos y su hermano antes de que se fuera a vivir con Bruno.

Mallory era terca, había decidido quedarse a vivir allí a pesar de todas las veces que Dante le había pedido que fuera a vivir con él a la casa de su hermano, su amiga se negaba en rotundo alegando que no estaba lista, pero Novalee sabía de mas que el problema era que Mallory veía que su libertad peligraría si se atreviera a dar ese gran paso. Dante, al ver que su novia no cedía y él tan sólo quería tenerla cerca, pasaba mas tiempo en la casa de Mallory que en la suya propia, cosa por la cuál Novalee no se quejaba, aquello le daba mas privacidad mientras ellos conseguían otra casa para vivir solos.

Se despidió de Bruno con un intenso beso en los labios y condujo con toda la calma que pudo a casa de Mallory, tarea que se le ponía difícil cada vez que le llegaba un mensaje amenazante de la castaña, pidiendo, es más, exigiendo que llegase lo mas pronto posible.

Aparcó fuera de la casa y caminó al umbral para tocar el timbre, pero no fue necesario porque antes de siquiera extender la mano, ya unos fuertes brazos la alzaban y la giraban en el aire.

Gritó como niña y cerró los ojos para no marearse, pidiendo que la bajaran pero aquel rubio insoportable no la bajaba.

—  ¡Kendall me vas a hacer vomitar! — se quejó, palmeando el torneado trasero de su hermano que ni siquiera se inmutaba, porque sólo bajó a su hermana cuando le pareció bien. — ¡Eres insoportable!

Su hermano sonrió, observándola. Notaba que su hermana había quedado hermosa después del embarazo, a pesar de uno que otro defecto en su figura, Novalee se veía radiante y jovial, sus ojos brillaban todo el tiempo y a pesar de que el pequeño Cayden era tenaz e inquieto, sabia mantener una sonrisa hasta cuando ese pequeño niño problema amanecía por hacer de las suyas. Novalee había madurado aún más, no es que antes no lo fuera puesto que eso a él le constaba más que a nadie, y es que su hermana era independiente, tanto, que antes de ser mayor de edad trabajaba en sus proyectos porque decía, que los veinte años no la atraparían viviendo bajo el mismo techo que sus padres, y así lo hizo.

— ¿Por qué me miras así?— el chasquido de los dedos de la rubia delante de sus ojos lo sacaron de su ensoñación, no habia notado que se había quedado mirándola como bobo, cosa que ella no dejó de notar.

Aquí  y Ahora (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora