Caminé por el iluminado pasillo del hospital arrastrando las chirriantes rueditas de la silla de Novalee, aunque estaba dolorida y quizás un poco deprimida, debía darle de comer al bebé y aparte de eso también quería conocerlo al igual que todos pero que sólo yo, al ser el padre, iba a tener el privilegio de ser el primero en ver al pequeño campeón.
— ¿Te sientes bien, amor? — pregunté por décima vez en él último minuto, ella suspiró y asintió.
Detuve la silla al ver la enfermera de pié en el salón de incubadoras, vino a mí y tomó la silla de mi muñeca para abrir la puerta y adentarse a la habitación.
Gracias a los movimientos de los abuelos del bebé, fue colocado en uno de los puestos de al ante en el cristal para así poder divisarlo mejor, pero aquí todos los bebés parecían iguales.
La enfermera se detuvo en la segunda incubadora y ahí fue cuando lo vi.
Un bebé diminuto, piel clara y una maraña de cabello rubio en su pequeña cabeza, sus brazos eran delgados al igual que sus piesitos y se veía tan frágil que parecía que en cualquier momento se rompería.
Miré a Novalee, nuestros ojos llenándose de lágrimas cuando chocamos miradas, era nuestro bebé y estaba bien, eso era lo que importaba.
Mis ojos no se despegaban de ella cuando lo tomó en sus brazos con mera delicadeza, sollozando. Besó la pequeña mano del bebé de ojos cerrados y achinados que saboreaba en el aire, ella sacó su pecho y lo acercó al bebé, quien sin perder tiempo empezó a alimentarse de él.
— Lo amo — leí en los labios de Novalee cuando me miró, borré una lágrima de mi mejilla y le respondí un "yo también"
Nadie sabe como es mejor pero el hecho de que por culpa de alguien yo en este momento no pueda cargar a mi hijo, que no hubiese podido estar en el parto y que no podamos llevarlo a casa es algo que me llena de rabia e ira.
Cuando Novalee hubo terminado, prácticamente forcejeó con la enfermera para que no le quitara el bebé, la vi rogarle que le diera más tiempo pero ella no cedió.
Salió de allí destrozada, llorando inconsolablemente y no pude hacer más que arrodillarme delante de ella y abrazarla hasta que dejara de llorar.
— Todo va a pasar muñeca — le decía, ella no cesaba el llanto — Pronto podremos llevar al bebé a casa y no despegarnos de él mi amor, sólo ten paciencia.
Esperé pacientemente a que dejara de llorar mientras acariciaba su espalda, la enfermera se acercó a nosotros con una ficha médica en manos, carraspeando para llamar nuestra atención.
— ¿Qué nombre le van a poner?
La rubia y yo nos miramos, tratando de ponernos de acuerdo pero, ella estaba tan destrozada que lo menos que yo podía hacer era darle el placer de escoger el nombre de nuestro primer bebé, eso, y que yo era un asco escogiendo nombres.
— Escógelo tú cariño — la insté, una pequeña sonrisa asomándose por sus labios y demostrándome que ella realmente deseaba nombrar a su primogénito.
— ¿Estás seguro? — preguntó, yo asentí y ella miró a la enfermera —. Cayden, Cayden Salvatore Bellamy.
La doctora le sonrió y anotó el nombre en lo que parecía una cinta para el pequeño Cayden, un nombre mejor no pudo haber ella escogido.
Cuando fue el turno de los demás para ver a Cayden, le llovían las fotos por parte de sus tíos y demás.
— ¡Te dije que iba a ser tan guapo como yo! — gritó mi hermano, Kendall lo miró mal —. Tiene hasta mi color de ojos.
Rodé los ojos — Dante, nisiquiera los ha abierto.
— ¡Da igual!
Kendall se arrimó a Skylar y le dijo algo al oído que la hizo sonrojarse, Novalee tan sólo los observaba y medio reía, pero podía ver en sus ojos que no estaba totalmente feliz.
— ¿Quieres hablar? — le pregunté, agachado para estar a su nivel, ella tomó mi mano y la besó para luego apretarla.
— Te preocupas demasiado Bruno, vas a ponerte viejo muy rápido.
Reí — Lo bueno es que soy como el vino.
Rodó los ojos — Eso es tan cliché.
— ¡A ver tórtolos! — alguien gritó detrás de nosotros — ¡Felicidades!
Nos giramos para hallar a un sonriente Tanner abrazado a mi padre.
— ¡Nos han hecho unos abuelos muy orgullosos! Se nota que será un tronco de hombre ese Cayden ¡El heredero de todo! — gritó mi padre entusiasta, Dante interrumpió:
— ¡Dijiste que ese era yo! — se quejó, haciendo pataleta.
— Pues el pequeño te ha robado el puesto.
— Ese niño es una mierdita egoísta. — hizo un puchero ganándose un golpe de Tanner.
— Aprende a compartir hijo.
Dante le sacó la lengua y se alejó de Tanner quien negó con la cabeza resignado.
— El doctor dice que puedes irte mañana mi amor — le dijo a Novalee quien simplemente negó en rotundo.
— No me iré de aquí sin Cayden.
Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas y su padre notó que era mejor no seguir por ahí, asintió y se acercó a su hija para besar su cabeza, yo no dejé de sostener su mano.
— Quiero irme a la habitación ¿Me llevas por favor?
Pensé que me hablaba a mí pero a quien miraba era a Tanner, yo simplemente la solté, dispuesto a darle su espacio y me senté en un rincón, viendo como se alejaba por el pasillo con él alma en un hilo.
Maldito seas Dallas Donovan, maldito seas.
N/A
Casi shoro con este capítulo.
Puto Dallas de la M...
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Aquí y Ahora (+18)
Romansa-Se supone que no deberías estar seduciendo a tu jefa...-. Le dijo, con respiración entrecortada al notar como el hombre que la tenia acorralada contra la pared de la sala de juntas adentraba una mano bajo su falda. - No...-trató de detenerlo-alguie...