6- Sala de Juntas [2/2]

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   Que alguien llamara a los bomberos.

Era lo que ella no dejaba de repetirse. El aliento caliente de Bruno en su nuca era algo que le ponia los pelos de punta, en este momento, habia desabotonado su camisa y la tenia pegada frente al cristal con los senos en contacto con la ventana.

¿Por qué habia decidido no usar sujetador justo hoy?

Bruno la tenia agarrada de los ante brazos con la espalda de ella pegada a su pecho y lamiendo el lobulo de su oreja, el aroma a virilidad de aquel hombre era algo que la mantenía sumisa ante cada orden que él le daba.

¿En que momento se habian invertido los papeles?

Justo en su espalda baja, sentía la gran erección de Brumo presionarse, las manos de él soltaron sus antebrazos y fueron hacia sus pechos, rodeándolos con ambas manos y pellizcando sus pezones con los dedos.

—Me encanta que no lleves sujetador  —murmuró a su oído y la puso de frente de un golpe.

  —Se supone que no deberías estar seduciendo a tu jefa  —le dijo, con respiración entre cortada al notar como el hombre que la tenia acorralada contra la pared de la sala de juntas adentraba una mano bajo su falda —No... alguien puede vernos aquí así que detente  —le pidió.

—No me voy a detener —contraatacó —menos si sé que deseas esto tanto como yo —observó sus pechos que se habían puesto erectos en lo pezones bajo la camisa sin sujetador.

Ella gimió  —Alguien puede entrar...

Él besó el lobulo de su oreja y susurró:  —El miedo de ser descubiertos es lo que lo hace interesante.

De un tirón  levantó su falda y ella jadeó de la sorpresa, agradeció al cielo que fuera tan quisquillosa con la ropa interior y que justo hoy llevase una diminuta tanga de encaje negro con un pequeño lazo rojo donde la tanga se perdía en la parte de atrás.

-   Bruno yo...

El la calló con un beso. Sus manos se colocaron a cada lado de su cabeza y la besó con desenfreno, adentró su lengua reclamando todo de ella explorando y saboreando, mordisqueo sus labios rojos y saboreó su labial sabor a cereza, la sintió colocar sus brazos alrededor de su cuello y colocó sus manos en la cintura de la rubia, ella dirigió sus manos al abdomen de Bruno y mientras acariciaba fue descendiendo hasta tocar su pene y sostenerlo fuerte, acariciándolo por encima de la tela.

Él se sorprendió pero aquello le habia fascinado, que la mujer tomase la iniciativa nunca le había pasado y hoy descubría que eso lo ponía aún más.

-   Te lo voy a hacer  Novalee  -  dijo él entre jadeos  —Aqui, frente a todo Brooklyn.

Dicho esto la puso de espaldas a el y pegó su cuerpo casi desnudo a la ventana de cristal que daba vista a la gran avenida por la que los autos no dejaban de circular.

Aquello tan perverso hacia que extraña mente ella se excitase, el miedo a que alguien mirara hacia arriba desde diez pisos abajo y que talvez pudiese ver lo que estaban haciendo hacia que aquello le pareciera, como había dicho él, mas interesaste. De hecho, frente a ellos había otro edificio.

Bajó su tanga en un rapido movimiento, que ella se mostrara tan dispuesta lo estaba volviendo loco, y al rozar su sexo con una mano y sentir aquella humedad, sintió que el pantalón le explotaría si no liberaba su erección.

—Hay palabras que no dicen nada  —besó su cuello y la sintió estremecerse  —Y humedades que lo dicen todo.

Empujó su espalda para que su trasero se inclinara hacia atrás, con aquella hermosa vista lo único que le provocaba era enterrar su cabeza entre sus piernas y arrebatarle uno que otro orgasmo, pero las ganas de penetrarla le ganaron y cedió.

Sacó un preservativo  de su bolsillo trasero y sin dejar de observar su lindo trasero se lo colocó sin bajarse el pantalón siquiera, antes de enterrarse en ella, se aseguró de darle un poco de color a esa hermosura, le dio dos azotes a cada lado y ella profirió un gritito que lo complació aún más.

Frotó su sexo con el de ella para lubricar y cuando ella frotó sus caderas buscando eso que el quería darle con tantas ganas, se introdujo de una embestida en ella.

La calidez y estrechez del sexo de Novalee lo hizo creer que iba a llegar al climax de una embestida, movió sus caderas en círculos en rápidas y rítmicas embestidas, ella jadeaba y su aliento frío por el invierno empañaba el cristal de la ventana, a pesar del frío que habia en la ciudad, la temperatura en la habitación había subido, y ambos estaban calientes tanto por dentro como por fuera.

  Ella sintió como él la manejaba aún sin dejar de penetrarla, sólo salió de su interior para hacerla girar y besarla, la acercó a la gran mesa del centro de la sala de juntas y la acostó de la cintura para arriba.

Llevó ambas piernas con todo y tacones hacia sus hombros y volvió a undirse en ella  en aquella posición, ambos podian sentirse en lo más profundo del otro y sus miradas no se podían desconectar.

Novalee mordía su labio inferior para que los gemidos no se le escaparan pero en esa posición podía sentir perfectamenrte lo doloroso y placentero que podía ser el sexo.

Cuando un jadeo se escapó de sus labios Bruno se inclinó hacia ella y los atrapó con sus labios, el ritmo de sus caderas aumentó y la sostuvo por las caderas, ella estaba al borde con tan fuertes embestidas, los músculos se le tensaron y mordió el labio de Bruno tan fuerte que no tardó en sentir la sangre en su boca.

Un gruñido escapó de su garganta y se aferró a él por los brazos clavándole las uñas, se separó de sua labios para gritar su nombre en un jadeo, él no tardó en unirsele en el orgasmo y gritar una sarta de incoherencias que ella en su momento post-climax no pudo identificar. 

Salió de su interior lentamente y la ayudó a ponerse de pié  las piernas le temblaban y eso él lo notó y lo hizo reir con suficiencia, le bajó la falda y le abotonó la camisa que ahora además de sudada estaba arrugada.

—¿Hace cuanto no tenías un orgasmo producido por el sexo? —le preguntó él.

Ella metió la camisa por su falda  —Dos años —respondió con simpleza.

—Ya veo  —tomó el preservativo y se lo quitó, lo envolvió en un pañuelo blanco y se lo guardó en el bolsillo, junto a sus bragas.

—¿Por qué guardas mis bragas Bruno, pretendes dejarme así? 

—Te hará bien un poco de aire fresco por ahí  —dicho esto se giró y salió de la sala, dejándola alli, sintiéndose tan liberada y ligera como una pluma, pero a la vez, con un peso encima llamado culpa.

Aquí  y Ahora (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora