No hablamos nada durante el trayecto, pero ambos sabíamos que no era necesario, para nosotros, a veces el silencio era suficiente. Llegamos al instituto, me bajo de la camioneta y al entrar por la puerta noto como la gente no se fija en mí, y si se fijan en nosotros, es simplemente para reírse, pero ya no me molesta.
Nos dirigimos a clase de Química, con la profesora López, una mujer bajita y regordeta.
Desde hace ya unos años, nos sentamos juntos en la última fila, sin prestar mucha atención a lo que ésta dice. Me suelo entretener mirando por la ventana y viendo la vida pasar.Estaba en mi mundo, pensando en mis cosas, cuando oigo que alguien me llama, giro la cabeza y me doy cuenta que se trata de César West, mi vecino, el chico más guapo y a la vez el más idiota del instituto, ni si quiera le miro, me dan ganas de vomitar solo de verle, cómo ha cambiado, y pensar que de pequeños éramos mejores amigos... incluso recuerdo gustarle, pero bueno éramos unos crios y todo ha cambiado. Él se hizo popular y yo empecé a ser la chica invisible.
Al poco rato me vuelve a llamar, no me gusta ser el centro de las miradas, y si seguía ignorándole, él iba a seguir y la gente se iba a enterar, y paso de rumores. Me giro y le miro a ver qué quiere.
-Ey nena.- Me dice. Me dieron ganas de vomitar.
-¿Qué quieres West?.
-Hoy monto una fiesta en mi casa, por si querías venir.
-No, gracias.
-Nunca entenderé que te he hecho.
-Existir.
Veo como West se queda inmóvil, me deja de mirar, y empieza prestar atención a la clase, como si nada. Quizá fui demasiado borde, demasiado cortante, la verdad es que él solo había intentado ser amable, pero nunca me había gustado el tono chulo con el que hablaba a la gente, y como iba por los pasillos con sus humos de superioridad. Quizás también le guardaba rencor por haberse hecho popular y no haber pensado ni un minuto en mi. Joder, olvidó nuestra amistad muy rápido.
En cuanto tocó el timbre, Diego y yo nos dirigimos a la cafetería, me decido a tomar un café muy cargado, como todas las mañanas. Es lo único que me apetece y me hace espabilar para afrontar las horas que quedan. Miro hacia la mesa de West, donde se sientan los jugadores de fútbol, animadoras y toda esa gente. Yo me suelo sentar en una mesa apartada, cuanto menos llame la atención, mejor. Lo que más me sorprende al mirarle es que no me quitaba ojo de encima. Nunca me había mirado así, directamente, nunca me miraba, o al menos eso es lo que yo pensaba.
¿A qué está jugando?
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"Mítica chica"
Teen FictionMaría no es la mítica chica. Es diferente, no es como las demás. Su problema es que tiene miedo, nunca se ha atrevido a expresar sus sentimientos. Hasta que se da cuenta de que estaba enamorada del chico equivocado. Y cuando se da cuenta, ya es tard...