Capítulo 5: Desde siempre.

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Toca el timbre del final de clases. Hoy no me he enterado de nada, llevo todo el día dándole vueltas al encuentro con César, el maldito César West.

No entiendo por qué me importa tanto lo que ese cretino haya dicho o hecho. ¿Desde cuando me importa lo que diga o haga West?

Llego a casa y me preparo para salir con Diego de compras.  Enseguida pasa a recogerme. Llegamos al centro comercial y nos paramos en la primera tienda que hay al llegar.  Me pruebo un vestido que Diego lleva un rato insistiendo con que me pruebe. Odio los vestidos, creo que la última vez que me puse uno fue en mi comunión, pero no me costaba nada ponérmelo para que Diego me viese, al fin y al cabo, él había renunciado a su tarde para venir a comprar ropa conmigo.

-Estás realmente preciosa.

-No seas tonto, no voy a ir con este vestido a clase, Diego-. Le digo haciendo una mueca.

-Al menos compralo para el viernes por la noche anda, que estás increíble.

Noto como se me calientan las mejillas, me empiezo a poner roja y no sé qué decir. Diego siempre me había dicho que no hiciese caso a la gente, que soy preciosa, tanto por dentro como por fuera. Pero nunca me lo había dicho de esta manera, me miraba diferente.

Me decido por comprar el vestido, no entiendo muy bien por qué. Pero está bien tenerlo por si algún día me decido a salir de fiesta, nunca tengo nada que ponerme.

-Está bien, vamos a pagar.

Me da un beso en la mejilla y un abrazo amistoso, demasiado amistoso. No entiendo a qué viene tanto cariño de repente, pero no me disgusta. Cada vez que me toca se me revuelve algo en el estómago. Pero por favor María, que es Diego, como puedes estar sintiendo eso.

Bueno, ya es hora de marcharse a casa, me acompaña y de nuevo me da un beso, como siempre.

-Adiós preciosa, hasta mañana, a la hora de siempre.

Tengo un lío en la cabeza que no es normal. Nunca me han importado los chicos, y ahora estoy pensando en dos. Encima mira qué dos, mi mejor amigo, y el chico por el que siempre me han entrado nauseas. Como dice siempre mi madre, serán las hormonas.

Necesito dormir y pensar. Así que me pongo el pijama y me duermo.

"Mítica chica"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora