Suena el despertador. Lunes otra vez. Aunque no hago nada especial, los fines de semana se me hacen muy cortos. No soy la típica adolescente que sale de fiesta, se arregla, se emborracha y busca algún ligue para pasar la noche. No me preocupan los tíos ahora mismo. Son secundarios en mi vida. Prefiero quedarme en casa durmiendo o viendo la televisión, no sé muy bien por qué me gusta tanto, pero quizás para evadirme un poco de la vida de mierda que llevo.
Me levanto de la cama y abro el armario, aunque no me importe mucho la ropa, creo que es hora de irme de compras, por la tarde llamaré a Diego para que me acompañe.
Pero ahora cojo cualquier trapo y me lo pongo, sin más dilación.
Se escucha el claxon y voy corriendo a la camioneta. Diego me sonríe y me pregunta qué tal he dormido. Le cuento los planes que tengo pensados para la tarde y acepta sin pensarlo dos veces.
Nos bajamos de la camioneta y entramos al instituto. Comienzan las clases. Antes de entrar al aula, voy corriendo a la taquilla a coger los libros de historia. Los cojo y la cierro. Al girarme me doy cuenta de que César West está mirándome fijamente a pocos centímetros de mi. Sin hacerle mucho caso me dirijo a clase por miedo a llegar tarde.
-Espera un segundo.- Me agarra del brazo y me acerca a él.
-¿Se puede saber qué quieres ahora?
-No seas así, sólo quería saber por qué no te acercaste ayer a mi fiesta, te estuve esperando toda la noche.
-West, sabías de sobra que no iba a ir.- Me alejo rápidamente de él. Pero sin mucho éxito, pues me sigue hablando.
-Tú no eres como las demás María.
-Ni siquiera me conoces.
-No te dejas.
-Yo...
-¡César cariño!- Nos interrumpe una voz proveniente de una chica que se está aproximando a nosotros. Se trata de Alexia, una chica morena, alta y delgada, la verdad es que es guapísima. Y de repente vuelve a abrir la boca. -Lo pasamos muy bien anoche, ¿repetimos hoy?
Me sentí idiota. Noté como algo dentro de mí se hacía más pequeño, cómo me estaba doliendo. Miré a West por última vez, y me fui corriendo a clase. Pero sigo sin entender qué me estaba pasando, ¿eran celos? No, no podía ser eso. Menuda tontería, si yo odio a César. Pero, ¿por qué me dijo que era especial?
ESTÁS LEYENDO
"Mítica chica"
Teen FictionMaría no es la mítica chica. Es diferente, no es como las demás. Su problema es que tiene miedo, nunca se ha atrevido a expresar sus sentimientos. Hasta que se da cuenta de que estaba enamorada del chico equivocado. Y cuando se da cuenta, ya es tard...