Capítulo 26: ¿Todas?

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Me acerco a la cocina y le digo a Rich que ya es hora de comer. Estoy hambrienta.

-Vamos a preparar la comida Rich.

-Voy. ¿Cocinas tú o yo?

-Los dos. Nada de machismo aquí.

-Vamos allá.

Nos pusimos a hacer esos macarrones con queso que tanto me gustan. Los hicimos a mi manera. Aunque tampoco es muy diferente a la de los demás. Unos macarrones son unos macarrones.

-Vamos a la mesa. ¿Qué quieres de beber?

-Agua, tranquila.

-¡Pues yo me tomaré una fanta de limón!

Cojo las bebidas y las llevo a la mesa. Rich ya había llevado los platos.

-¿Qué tal están?

-Riquísimos. De verdad. Como se nota que te he ayudado...

Acabamos de comer y recogemos todo. Rich se ofrece a fregar, y como a mi no me gusta, accedo rápido a que lo haga él.

Mientras friega, me acerco de nuevo al portátil. Sigo buscando a las demás chicas. Me cuesta encontrarlas. Y las pocas que llevo, están relacionadas con ese bar.

-Acabé de fregar, señorita.

Se sienta a mi lado del sofá y me cotillea haber cómo voy con "la investigación".

-Muchas gracias Rich.

-Nada fea.

Se acerca y me da un beso. Al segundo vuelve a mirar al ordenador. Pero yo me quedo mirándole a él.

-¿Ya has buscado a todas las chicas?

-Sí, mira. Hay una pestaña con cada una de ellas. Así podías comparar y mirar si lo he buscado bien.

Transcurren unos minutos hasta que dice algo.

-Por lo que parece, tienes razón. Todas tienen algo relacionado con el bar... Unas decían ser camareras, otra era limpiadora. Y si te das cuenta, ninguna es española. Todas son mujeres extranjeras. Rusas y rumanas, la mayoría.

-Ya me he dado cuenta. Y todas tienen la misma edad.

-Y llegados hasta aquí. ¿Ahora qué?

-Tendremos que ir al bar ese, ¿no?

-¿Estás loca? Ni de coña.

-Iré yo sola si no quieres.

-María, no seas cabezota.

-Yo voy a ir. No me importa ir sola.

-Está bien, voy contigo...

-¡¡¡Gracias Rich!!! Eres el mejor.

Sonrió y le doy un abrazo. Él suspira y se limita a mostrar una tímida sonrisa. La verdad, es muy guapo.

-Pero, ¿cuándo quieres ir?

-Tranquilo, sé que hoy tenemos una cita, con peli y hamburguesa.

-¿Ahora es una cita?- Me mira y suelta una carcajada.

-Eres tonto.- Muestro un enfado de niña pequeña. Se acerca a mi y me da un beso en la mejilla.

-No te enfades guapa.

-Está bien.- Gruño.- ¿A qué hora es el cine?

-Lo busqué antes, creo que empezaba a las ocho. Y no me preguntes qué peli vamos a ver, es sorpresa.

-Pues a las cinco y media vamos al bar. Quedan dos horas y media. ¿Qué hacemos?

-Yo sé una manera muy divertida de pasar el tiempo.-Me guiña un ojo.

-Imbécil...

-¡Mal pensada! Me refería a jugar a la Wii. Que he visto que tienes.

-Vale. Me parece bien.

Cojo todos los juegos que tengo y se los pongo encima de sus piernas.

-¿Cantar o bailar? Mmm... Difícil decisión. Escojo, cantar.

-Pero te aviso, se me da de pena.

Y entre risas y cantos, llegan las cinco de la tarde. La verdad que hacía mucho tiempo que no lo pasaba tan bien.

-Ya son las cinco, Rich.

-Me apetecía estar más tiempo aquí. Lo he pasado muy bien.

-Pues ven cuando quieras.

-Eso está hecho, me verás mucho por aquí, guapa.

-Me subo a cambiar Rich.

Me pongo una camisa blanca y unos vaqueros negros pitillos que sientan de maravilla. Los compré con Diego. Me insistió en que me los comprase, dijo que me quedaban genial y que tenía un cuerpo de escándalo como para llevar siempre pantalones amplios. Le hice caso, y tenía razón. Recordar a Diego me hizo soltar una lágrima.

Me pinté la raya del ojo y me solté el pelo. Cojo las converse blancas bajas y la chaqueta vaquera por si hace frío.

-¡Estoy lista!

-Estás preciosa. Tenemos que ir a mi casa que yo también me tengo que cambiar.

-Vamos.- Paso por delante de él y noto como no quita la mirada. Como la tiene fija en mi.

-¿Por qué me miras tanto?

-Porque estás preciosa. Podría estar mirándote to...

Y antes de que acabe la frase le doy un beso. En los labios. Sentí todo tipo de emociones. Nunca había sentido eso en mi cuerpo.

"Mítica chica"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora