Tres: esclava

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Siento odio y desprecio por cada uno de los saiayin que habitan este inmundo planeta. Ha pasado 1 año desde la última vez que vi mi tierra nativa. Extraño el vivo azul del cielo, el intenso verde de los pastizales, los innumerables animales y diversas especies de flores, las increíbles aventuras que vivía cada día con mis amigos, los proyectos e inventos que llevaba a cabo junto con mi padre, los deliciosos pastelillos que compraba mi madre, las peleas con shamcha.

Todo fue destruido por los salvajes saiayin que invadieron nuestro planeta y lo convirtieron en un deshabitado y arruinado mundo, y a sus habitantes como esclavos. Aun recuerdo los rostros interfectos de las personas que amaba, mis padres, mis amigos, mi novio, todos ellos fueron asesinados.

En ese entonces tenia 16 años y todo lo que conocía como vida había desaparecido. A pesar del terror apoderándose de mi cuerpo, por todos los medios luché para que no me arrebataran lo único que aun permanecía intacto. Me golpearon hasta dejarme inconsciente para luego llevarme a una nave que se dirigía al planeta de donde provenían los saiayin. Desperté en una oscura habitación muy parecida a un calabozo sobre la falda de mi única amiga sobreviviente quien lloraba intensamente. Traté fallidamente levantarme pero no pude mantener el equilibrio y me desplomé en los brazos de mi amiga. Sentía una fuerte presión en mi cabeza, me palpé suavemente y mi mano se coloreó de rojo, la sangre no paraba de brotar.

Ya no podía contener las lágrimas al borde de mis ojos, la desesperación y tristeza invadió completamente mi alma. Abracé con impotencia a milk y lloré desconsoladamente durante horas junto a ella. Ambas habíamos perdido las escasas esperanzas de vivir en un nuevo mundo donde solo predominaba el odio, la muerte y el terror, y poder sobrevivir en él. Finalmente vimos la puerta abrirse, lo único que pudimos distinguir fue una silueta masculina. Un hombre del doble de mi tamaño y como los demás traía puesto un uniforme con un escudo cubriendo su pecho. Entró al cuarto y tomó a la fuerza a varias mujeres. Ahogada en el llanto no me había percatado de la presencia de otras mujeres además de nosotras dos. Todas comenzaron a gritar, llorar y patalear cuando el animal las tomaba del cabello y arrastrándolas por el piso se las llevaba hacia afuera. Nosotras permanecimos en silencio abrazadas en un rincón.

Entró una vez más y tomó a milk del cabello, ella liberó un grito. Yo le di varios puñetazos en su hombro sin provocarle ningún daño, en cambio él, con una simple bofetada logró derribarme y tomarme del cabello. Nos llevó hacia afuera, se detuvo y nos observó con atención, podía ver la lujuria encenderse en sus ojos. Nos habíamos prometido secretamente no derramar ni una lágrima mas ni mucho menos darle el placer de escuchar nuestros gritos de agonía. Aun sosteniendo a milk del cabello me elevó hasta llegar a su nivel visual. Ahora alcanzaba a ver sus oscuros ojos, el fino bigote sobre sus labios y la carencia de cabello.

Sin previo aviso se adentró violentamente a mi boca, tocando todo a su alcance con su detestable lengua. Intenté zafarme de su agarre pero era demasiado fuerte, a pesar de ello no desistí con los golpes que gracias a su gran volumen de masa corporal no le hizo ningún daño. Me soltó del cabello pero me tomó de la cintura presionándome contra su cuerpo, adentrándose más a mi boca. Milk no pudo soportar semejante escena y comenzó a darle patadas, puños, todo para que me librara. Él se detuvo, me soltó dejando caer mi débil cuerpo al suelo y tomó a milk del cuello.

-ya llegará tu turno- le habló sádico arrojándola a unos metros de nosotros. Ella cayó al pavimento sin poder levantarse de nuevo. Él vino hacia mí y nuevamente me tomó del cabello. - primero me voy a divertir contigo- me dijo con una maldita sonrisa en el rostro mientras tocaba flemáticamente mi cuerpo con sus sucias manos. Podía sentir una lagrima recorrer mi mejilla ¡que débil soy! Me acuso a mi misma por no lograr cumplir mi promesa.

-¡déjala!- gritó milk casi sin voz, efecto del anterior agarre en su cuello, corriendo hacia nuestra dirección. Él ni volteó a verla solo le proporcionó un codazo en el vientre.

Eterno Lazo...bulma &vegetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora