Treinticuatro: tú

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-letto, ¿has visto a vegeta?- me pregunta preocupado mi compañero.

-el rey vegeta no ha salido de su habitación en las ultimas semanas- respondo apesadumbrado. Mi voz suena pesarosa, al igual que la faz de kakaroto, la cual se torna lúgubre, con serias notas de dolor.

Jamás creí figurar semejante estado en nuestro rey. -pobre vegeta- susurra levemente sentándose en el penúltimo escalón de la escalera que dirige a la galería principal del palacio. Comparto la conmoción, cada habitante de este planeta siente la depresión. -no puede estar muerta- niega derrotado ante la infortunado realidad.

-él piensa igual pero con mayor convicción que cualquier de nosotros- nos sorprende la voz de raditz, quien completaba la escena en silencio. -y es por eso que permanece en su habitación- afirma acercándose hacia nosotros. -porque espera con firmeza que bulma despierte- lo asegura convencido. Nadie duda ni contradice lo dicho, pues tiene razón.

-pero...- titubeo, temo la respuesta que pueda recibir. -pero ¿si ella no despierta?- por un eterno minuto el ambiente se inquieta y la tensión aparece en cuestión de segundos. Las miradas de mis compañeros se cargan de una intensa melancolía mientras sus cuerpos se doblegan ante la irrefutable posibilidad.

Ninguno responde, no son capaces de vociferar la desgracia que nos depara, ni siquiera yo.
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Ya nada me importa, todo ha perdido la noción y el sentido de la razón. A pesar de mi firme convicción de que ella despertará, ni el más mínimo cambio se ha notado.

La soledad me ha consumido por completo y el miedo se ha mofado de mí en un par de ocasiones, el temor no abandona mi corazón y la angustia me aborda a cada instante. Me he debilitado en todo sentido y esta vez no avisto anhelos ni motivos para superar esta inacabable pena que me visita a cada segundo sin ella.

Para incrementar la agonía, cada día y durante horas, incluso días enteros la observo con la inútil esperanza de que se apiade de mi alma. Pero no responde ante mis caricias ni las malditas súplicas de que regrese a mi.

Constantemente le he rogado con lágrimas que retorne del interfecto estado que la envuelve, le he confesado mil veces que la necesito, que mi espíritu se escapa de mí, pero... nada sucede.

Día tras día analicé cada detalle, encontré y escudriñé todos los recuerdos que jamás creí poseer en mi desdichada existencia. Sentí y recordé sus caricias, alegrías que me regaló sin siquiera saberlo. Memoricé las líneas de su cuerpo, todas y cada una de ellas se trazó en mí como un vestigio de lo que fue mi prosperidad. Me ahogué una vez mas en la insólita mirada que desprendían esos profundos pozos azules y me arrodillé ante la sublime sensación de dulzura, efecto que sólo sus labios lograron sellar en mí.

Pero por más que recuerde una y otra vez sus pasos al caminar, el roce de su piel y la suavidad de su cabello, su voz llamándome, los gritos, retos y un sin fin de muecas inexplicables, ella se encuentra dormida en un maldito sueño del que no soy hábil de despertarla.

Estoy íntegramente afligido, extenuado y destrozado. ¿Qué me mantiene vivo si solo me hallo en pleno sufrimiento? Ella. Siempre fue la respuesta a todo y lo seguirá siendo. Ella me conserva cuerdo, estable y en pie. A pesar de que el dolor es inaguantable ella me ampara de la muerte y la expectativa del suicidio.

Pero ya no. Encontré una salida a esta incesante consternación, una fuga al vacío que se presenta cada día delante de mí, una escapatoria a una posible eternidad apartado de ella. Prefiero desfallecer a su lado que vagar por una vida insignificante sin su presencia.

Ingreso a mi habitación y lo primero que observo es su inerte cuerpo postrado en la cama. Una vez más mi ser tiembla y las lágrimas amenazan con precipitarse. Me he vuelto tan débil. Cierro los puños con impotencia acumulada y respiro profundamente. Estoy decidido a cometer mi liberación.

Eterno Lazo...bulma &vegetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora