Doce: escape

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Definitivamente acabaré con kakaroto. Es una pena que haya terminado tan rápido nuestra pelea pero eso ya no importa, lo único que me interesa es matar al amiguito del rey. Me dispongo a lanzarle la bola de ki pero repentinamente desaparece de la palma de mi mano. No se porque pero dirijo la vista hacia abajo y descubro la razón. Al nivel de la clavícula una abundante y burbujeante sangre brota descontroladamente, la causa del derrame es un disparo que atravesó todo enredador de mi hombro. Pero ¿Quién me hirió? Concentrado en matar a kakaroto entupidamente no sentí el ki de vegeta acercarse.

Caigo sin oposición al embaldosado, el impacto del disparo fue tan profundo y colosal que llega a inmovilizarme sin permitirme siquiera ponerme de pie. Vegeta se acerca hacia mi, me mantengo estático. Me mira despreciablemente y un terrible escalofrío recorre por mi espina dorsal al ver la cólera y aborrecimiento en su fría mirada. Me da la espalda y continúa caminando. Puedo sentir el ki de kakaroto y está increíblemente débil, tanto que sino recibe atención medica en este instante morirá.

Vegeta lo sabe y eso lo encoleriza aun mas, saber que tendrá que esperar unos minutos para provocarme el mayor sufrimiento de mi vida. Una notoria sonrisa se forma en mi rostro. Si, es un reto a su poder, a su autoridad y a su nombre. Lo que es una prioridad para él es una ventaja para mí. Al verme tan desafiante eleva monstruosamente su ki y casi podría matarme con su odiosa mirada. Pero no me importa, no me afecta en absoluto el hecho de que estoy herido, de que en este preciso momento puedo morir, de que todo se acabó, de que mi plan fracasó. Ahora quiero regocijarme con la desventaja de vegeta, disfrutar su oculta derrota y sonreír alegre por su oportuna debilidad. Se inclina hacia abajo y con considerable cuidado toma a kakaroto colocándolo en su hombro y sosteniéndolo de la espalda intercambiamos una resentida mirada por última vez, si tuviera la oportunidad de matarme indudablemente lo haría pero desgraciadamente para él no la tiene.

Finalmente desaparece de la vista de todos. No puedo permitir perder estos escasos pero valiosos minutos, perfectos para escapar. No me interesa huir como un cobarde, herido y humillado, no sabiendo que pronto regresaré y esta vez atacaré directamente el corazón del rey. Comienzo a moverme y todos reaccionan. -estúpidos muévanse- le ordeno enfurecido a los inútiles soldados que me acompañan, los cuales permanecieron inmóviles durante todo el tiempo. Inmediatamente se acercan dos de ellos arrimándose a mi cuerpo para pasar mis brazos sobre sus hombros, levantándome del piso. El dolor es enteramente lastimoso pero retengo el gemido de dolor a toda costa.

-¿Qué haremos?- me interroga un nervioso soldado desesperanzado mientras intento mantenerme de pie con ayuda de los soldados.

-escaparemos, no tenemos otra opción- les informo dando difícilmente un paso hacia delante, indicándole así a los dos hombres que me sostienen que sigan mi dirección. Ellos entienden mi gesto y dan dos pasos más. Al ver que hablo seriamente todos me miran asombrados tal vez aterrados, no lo se exactamente. -tomx saca el tele transportador- le ordeno al soldado mas joven del grupo. Él rápidamente se despoja de su mochila que llevaba sobre su espalda y retira de un estuche una pequeña pero increíble maquina. Es posible de trasladar grandes masas de individuos a cualquier lugar del planeta y hasta del universo.

Tomx la activa y asentando la cabeza me indica que está lista. -vámonos- les digo a los soldados mientras me detengo frente a la maquina, la cual abrió una recóndita puerta que nos dirige con solo un paso a un planeta desabitado ubicado a millones de kilómetros de aquí. Allí nos hospedaremos por un corto periodo de tiempo hasta que nuevamente regresemos preparados a atacar decisivamente. Todos se sitúan detrás de mí esperando a que de un paso. Me separo de los soldados y con mucho esfuerzo soy el primero en cruzar.

-vegeta- lo nombro aun mas preocupada al verlo entrar con kakaroto en su hombro, quien está inconciente. Raditz se detiene al instante haciendo una breve reverencia. Vegeta no responde ante su saludo ni a mi llamado solo se encamina hacia otra sala. Inmediatamente raditz lo sigue sin atreverse a hablarlo. Confieso que su mirada es horriblemente temerosa y provoca un gran pavor. A pesar de ello no me quedo atrás e igualmente los sigo con gohan en mis brazos. Es una suerte que el niño no llore en este momento, al parecer la presencia de vegeta lo estremeció.

Eterno Lazo...bulma &vegetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora