Eterno Lazo...bulma &vegeta

Ocho: charla

Ocho: charla

Ha pasado una semana desde que vegeta me salvó del ataque de ese saiayin y durante ese tiempo casi no hemos intercambiado palabras. Se levanta al alba y entrena durante horas, luego atiende asuntos del reino y a medianoche aparece solo para ducharse, cenar y finalmente dormir. Esa es su rutina diaria ¿acaso no está cansado de hacer lo mismo todos los días? Por mi parte despierto luego del amanecer, me ducho y me dirijo hacia el laboratorio.

El primer día que conocí a los científicos descubrí que la mayoría de ellos eran amables. Me explicaron los aparatos tecnológicos que lograron construir y los que tenían en mente. Verdaderamente me sorprendieron sus proyectos y lo avanzada que era su tecnología. Su nivel intelectual era muy elevado pero no diferente al mío. Inmediatamente analicé los aparatos que no funcionaban y descubrí los errores que cometieron, estudié y aprendí su forma de trabajar. Luego les enseñé métodos y técnicas terrícolas, hasta la construcción de herramientas que le eran muy útiles. Compartí mis conocimientos sobre la tecnología humana y las invenciones que había llevado a cabo.

Sin darme cuenta disfrutaba el hecho de reunirme diariamente con científicos trabajando durante horas en proyectos. Lo veía mas como un pasatiempo que una obligación de un esclavo o una tarea de un sirviente. Me recordaba a años anteriores en los cuales trabajaba junto a mi padre. Cuando aprendí a construir mis primeros artefactos, cuando ideábamos productos inimaginables para los demás, cuando pasábamos noches sin dormir creando algún aparato. Inevitable no recordar a mi madre que siempre atendía nuestras necesidades. Cada vez que nos traía deliciosos pastelillos y vasos repletos de limonada, cada noche que me dormía ella me cobijaba y besaba la frente. Si, es inevitable no pensar en ellos y sufrir en el intento de no hacerlo. Han pasado exactamente 2 años desde que perdí a mi familia y amigos, los seres que amaba.

Pero no puedo estar viviendo día a día añorando que todo fuera diferente, que solo fuera una pesadilla. No puedo permitir que mi juventud, mis fuerzas, virtudes, habilidades, mi vida en sí se desperdicie lamentándome diariamente. Soñando, suplicando, deseando que todo fuera como antes. Quiera o no debo seguir adelante, luchar por vivir y vencer todo aquello que me daña. Y una forma que encontré de hacerlo es aquí, en el laboratorio. Esforzándome al máximo por demostrar mi potencial, por superarme cada día más, lograr mis objetivos y metas. Lo estoy logrando y la gratificación es abundante.

Pero hay algo que me tiene desconcentrada en todo momento, que no he dejado de pensar y aun me asombra. Hace una semana que me interrogo lo mismo y por más que lo analice no encuentro respuesta lógica o razonable. ¿Por que vegeta me salvó? Podría haberme dejado morir y se liberaría de un estorbo. En verdad me intriga sus razones y hasta me interesa saber más sobre él, conocerlo realmente. Algo me dice que detrás de su acción se ocultan motivos nobles e impulsos del corazón. Pero obviamente no lo lograré preguntándoselo porque rotundamente se negará a responder. Entonces ¿Cómo? Mi mente examina las pocas alternativas que tengo. ¡Ya se! Porque no lo pensé antes, le preguntaré a kakaroto. Él se ha criado con vegeta y lo considera como a un amigo. Le preguntaré a él sobre vegeta, su niñez y juventud. Quiero conocerlo a profundidad y la única forma que encuentro es por medio de kakaroto.

Luego de terminar mi turno me dispongo a ir a buscar a mi amigo, por lo que sé de seguro está entrenando, solo espero que vegeta no se encuentre con él. Camino por el extenso pasillo que me dirige a la sala de entrenamiento. Al llegar desde atrás de la puerta entreabierta observo muchos soldados luchando pero no encuentro al que estoy buscando. Decido adentrarme un poco aunque esa idea me disguste pues me estaba ocultando de la vista de los demás. A punto de dar unos pasos diviso unos cabellos negros alborotados, muy diferente de la mayoría y particularmente del saiayin que quiero ver. Le quiero gritar, llamarlo pero no es buena idea. Si me ven corro peligro de que me descubran y nada agradable puede sucederme. Espero a que terminen su entrenamiento.