Abro los ojos y noto que alrededor de mi cuerpo un viscoso liquido me rodea. Observo que más allá del vidrio se encuentra un hombre de pie frente a mí manejando los controles del tanque de rehabilitación. Segundos después el líquido sanador comienza a drenarse hasta escurrirse por completo de mi cuerpo. Instintivamente retiro la mascara de oxigeno de mi rostro y pausadamente salgo de la maquina.
Mi saludable cuerpo no muestra conservar los hematomas ni el agotamiento y desaliento que sentía antes de perder la conciencia. Empiezo a recordar los acontecimientos vividos. Raditz impidió que esos saiayin me llevaran, quienes me golpearon duramente tras haberme defendido con los artefactos que tenia a mi alcance.
Mis pensamientos son interrumpidos al notar que el hombre delante de mí se acerca. La insuficiente luz de la sala no me permite distinguir quien es. A medida que él se aproxima hacia a mí yo retrocedo, hasta que siento que la maquina detrás de mí me impide seguir. Él se detiene a solo unos centímetros de mí y su rostro es iluminado. -¡vegeta!- grito su nombre saltando sobre él y abrazando su cuello fuertemente. Él igualmente me abraza y posa sus labios sobre mi cuello, depositando un pequeño beso. Sonrío alegremente y realizo lo mismo.
Comienza a cubrirme con una toalla. Me aparto levemente de su cuerpo y dirijo mi vista hacia abajo, observando que mi cuerpo está completamente desnudo. Automáticamente tomo la toalla con rapidez y la estrecho a mi cuerpo. Siento como una repentina vergüenza se refleja en mi rostro. Vegeta sonríe ampliamente. -¿Dónde está mi ropa?- le pregunto tímidamente. Aun sonriendo camina hacia los controles y toma un bulto de tela. Da la vuelta y me lo ofrece. Como lo suponía ese bulto es mi ropa, algo disgustada lo acepto. Es que no me agrada vestirme con ropa arrugada. Comienzo a vestirme mientras él me espera observándome. Su mirada es juguetona y hasta traviesa. Juro vengarme de esto. -¿Qué haces?- le pregunto extrañada cuando velozmente me toma entre sus brazos y me alza. No responde solo se encamina hacia la puerta. -puedo caminar- le aviso aferrándome de él.
-lo se- responde tranquilamente sonriendo divertido. -iremos a nuestro cuarto- me anuncia atravesando la puerta. No me opongo ni me quejo, algo mas me sorprende ¿acaba de decir "nuestro cuarto"? con toda la confianza abrazo su cuello y descanso mi cabeza sobre su hombro, cerrando los ojos y disfrutando el increíble momento.
Al llegar al cuarto desciendo a bulma al piso. Sin decir nada desaparezco del cuarto y reaparezco en el baño. Preparo agua en la tina y nuevamente me dirijo a la habitación. Noto que bulma aun está vestida. Me arrimo sigiloso a su cuerpo y acerco mis labios a su oído. -déjame ayudarte con esto- le susurró posando mis manos sobre su vientre y lentamente comienzo a subir su blusa. Ella levanta sus brazos y termino de sacársela.
Bulma descansa su cabeza sobre mi hombro y sus manos sobre mis brazos que la apegan aun más a mi cuerpo y se disponen a sacarle el pantalón. Me inclino a medida que deslizo la ropa. No puedo evitar besar repetidas veces su descubierta piel y como resultado siento que su latido se acrecienta. Al despojarla de su vestimenta exterior me incorporo acariciando sus piernas y vientre. Mis manos ansiosas palpan su pecho y con sutileza remuevo la prenda que lo cubre mientras beso su cuello. Escucho un menudo suspiro cuando mis manos se tientan y acarician su excitada feminidad.
Luego de sacarle la ultima prenda que la viste la tomo entre mis brazos y la cargo hacia el baño. Ella abraza mi cuello y deja un tímido beso en mi mejilla. Al llegar la sitúo en la bañera pero ella no se desprende de mi cuello y tomándome con fuerza me atrae hacia adentro de la misma. Desprevenido bulma logra introducirme a la tina, a pesar de que intento lo contrario termino hundiendo en la tibia agua que minutos atrás había preparado, no con este fin.
Ella ríe a carcajadas al verme completamente empapado, aun con uniforme, de pies a cabeza. Me cautiva su encantadora y a la vez escandalosa risa pero endurezco las facciones del rostro y la miro serio. Cuando nota mi repentino mal humor se detiene de inmediato, me mira inocentemente con una fascinante sonrisa y sus ojos brillan. No muestro ningún cambio aunque su mirada me ha atrapado, me limito a erguirme quedando de rodillas frente suyo, cruzando los brazos. Ella se acerca a mí cautelosa y acariciando seductoramente comienza a despojarme lo que traigo puesto.
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Eterno Lazo...bulma &vegeta
De TodoHola les traigo aqui otra historia q me parecio hermosa