Treintitres: convicción

288 18 2
                                    

-¡vegeta!- me llama alarmante kakaroto. Distraído por el súbito dolor no percibí su Ki. Giro hacia él y observo que trae a raditz inconciente en su espalda. Él está a punto de desmayarse también.

-¡kakaroto!- le grito tomando su cuerpo que ha caído adormecido. El cuerpo de raditz está gravemente herido, la sangre no para de brotar de los profundos cortes que tiene y su Ki ha disminuido considerablemente. Kakaroto sufrió los mismos daños y su Ki se encuentra en el mismo nivel.

Con mucho esfuerzo tomo el cuerpo de ambos y me dirijo a toda velocidad hacia los tanques de recuperación de otra sala. Cada vez sus Ki se disipan mas, me apresuro en llegar. Inmediatamente busco tanques disponibles y sin perder tiempo los adentro a ellos. Activo las maquinas y las programo en el mayor nivel. Observo a la mayoría de los tanques ocupados por soldados que se encuentran en comprometido estado, y a alterados médicos tratando de salvar vidas en juego.

Me acerco a un ventanal y observo detrás de el la escena que se me presenta. La imagen ante mis ojos es desoladora. Cuerpos sin vidas situados en rededor del campo de batalla, soldados luchando por sobrevivir de la muerte y más escombros. Tal vez está fue la mas devastadora y sangrienta guerra que luchó el pueblo saiayin.

Antes de ver a bulma buscaré a quienes aun se puedan salvar.

Comienzo a buscar detenidamente a los saiayin que aun permanecen con vida. De a dos soldados los llevo a la sala médica y les ordeno a los sirvientes que curen a los que tienen menores heridas, mientras que lo que peligran sean llevados a los tanques. Los soldados que no sufrieron graves heridas me imitan y llevan también de a dos saiayin en sus espaldas a las salas médicas.

Paulatinamente en los campos plagados de sangre, van desapareciendo los rastros de la guerra. Los sobrevivientes fueron atendidos y los saiayin que dieron su vida en combate por su reino son reunidos para honrarlos por una digna muerte.

¿Qué sucede? Hace unos minutos atrás me encontraba flotando en un espeso liquido sanador y de repente soy capturada por unos nervudos brazos, desconocidos e indiferentes hacia mi ser. Puedo sentir su agitada respiración y la desesperación por llegar a donde sea que tenga que presenciar.

Por mi parte mantengo quietud y evito los movimientos. Hasta el momento él no ha descubierto mi despertar. ¿A dónde me lleva? No comprendo la situación ni se quien es mi raptor.

Quisiera que estuvieras aquí vegeta. Te necesito...

Aquí me encuentro, varado en la soledad que desprende este lúgubre bosque. El pacífico silencio que rebosa entre la multitud de árboles me ensordece. Es la primera vez que una efímera pero significativa señal de paz se asoma. Había olvidado lo que era sentir alivio, al menos por solo unos segundos. Cierro los ojos y disfruto de la escasez del momento.

De repente un sigiloso ruido interrumpe el pequeño instante de armonía. Intento evitarlo y mantener la mirada apartada de la visión de mí alrededor pero me es imposible. Ramas pisoteadas y un nervioso Ki se percibe a pocos metros de aquí. Decido averiguar que es.

Con discreción me dirijo al camino que me conducen los respectivos pasos de un intruso. Recorro unos metros hacia delante, ocultándome detrás de los árboles. Me detengo de inmediato al escuchar la marcha del individuo parar; con cautela me arrimo a un amplio y añejo árbol.

El sujeto permanece de pie, dándome la espalda. Trata de recuperar el ritmo normal de su respiración y calmar su inquieto Ki, se lo nota considerablemente cansado. Comienzo a examinarlo y al instante distingo su arruinado uniforme perteneciente al ejército de mi hermano. No solo eso llama mi atención, sino también su alborotado cabello negro junto con las cicatrices selladas en su cuerpo. Me sorprendo enormemente al descubrir de quien se trata.

Eterno Lazo...bulma &vegetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora