Diecisiete: venganza, dulce venganza

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Realmente me había agotado. Toda la tarde me había enfrascado en conseguir esa cura. Y no solo durante el horario de trabajo sino también después en mi cuarto. Tras unas agobiantes horas logré idear una completa cura que garantiza la recuperación total de kakaroto. Con tantas horas de trabajo y sin ningún descanso terminé completamente exhausta durmiéndome sobre el escritorio de mi cuarto.

Ahora siento que mi cuerpo se mueve pero no soy yo quien lo hace. Pesadamente abro lo ojos para asegurarme que el individuo que me tiene entre sus brazos es vegeta. Observo una gran sonrisa formarse en su rostro. Si, indudablemente es él quien me lleva cargando. -vegeta- susurro su nombre cerrando nuevamente los ojos. Me sostengo de su cuello y descanso mi cabeza sobre su hombro. Se encamina hacia la puerta y segundos después siento debajo de mi cuerpo un cómodo y placentero colchón. Automáticamente me acurruco en el mismo acomodando la cabeza y escondiendo mi rostro en la suave almohada. Percibo que de un tirón vegeta me cubre con la manta. No escucho ni siento ningún movimiento después de eso. Posteriormente un leve movimiento de las sabanas me llama la atención pero aun mantengo los ojos cerrados, luego a centímetros de mí un imperceptible calor me atrae e instintivamente me arrimo a él. Vegeta pasa su brazo izquierdo por mi espalda posando su mano sobre mi cadera, atrayendo aun más nuestros cuerpos. Por mi parte descanso mi cabeza sobre su hombro rozando ligeramente mis labios y nariz en su cuello. -lo logré vegeta- le anuncio triunfante. -creé una cura- sonrío alegre aun manteniendo los ojos cerrados.

-por supuesto que lo lograrías- me afirma. Abro levemente los ojos y observo que sus labios se arquearon en una sonrisa. Remuevo la cabeza de su lugar y acercándome por completo a su rostro levemente poso mis labios sobre los suyos. Lo beso suave y dulcemente. Termino el beso con otro más breve y pequeño. Noto ese penetrante brillo en sus ojos y una increíble sonrisa en su rostro. Sin más fuerzas ni energías descaso momentáneamente mi frente contra la suya hasta permitir que mi cabeza se desmorone a un costado. El comienza a acariciar mi cabello y lo último que siento es un mínimo pero patente beso sobre mi frente.

El ruido de agua salpicando sobre el embaldosado me despierta. Perezosamente abro los ojos y la luz del sol ingresa por la ventana permitiéndome notar que la puerta del baño se encuentra abierta. Comienzo a estirarme hasta enderezarme por completo, posando mi espalda sobre el respaldo de la cama. Paso mis manos por los ojos logrando despertarme cabalmente. A punto de levantarme vegeta camina hacia el armario con una toalla cubriendo desde la cadera hacia abajo. -buenos días- lo saludo jovial levantándome de la cama.

-igualmente- me responde considerablemente simpático. Comienzo a acomodar la cama pero me distraigo al ver que vegeta se despoja de la toalla y resulta totalmente desnudo. Permanezco observándolo atenta como si nunca lo hubiera visto así. De repente él gira la cabeza y me mira juguetón. Instantáneamente bajo la mirada y continuo con mi quehacer. Siento como mi rostro se ruboriza de la súbita vergüenza y su gracia de verme así.

Me dirijo a mi cuarto accediéndole a vegeta un poco mas de privacidad, aunque parece que a él no la apetece en absoluto. Busco ropa nueva y me visto. Luego me retiro caminando hacia el cuarto de vegeta pero al notar su ausencia opto por ir a la sala donde seguro está. Como lo suponía, está sentando en la silla principal de la mesa. Abundante comida se encuentra servida sobre la misma pero todo está intacto. Vegeta aun no ha comida nada. Me arrimo a la silla de al lado y tomo asiento. Al ver tanta comida recuerdo la necesidad de alimentarme y unos gruñidos originarios de mi estomago hacen notar lo mucho que lo requiero en este momento. Ambos comenzamos a comer. Me sirvo raciones pequeñas y las consumo con mayor lentitud a diferencia de vegeta que predeciblemente consume desaforadamente la comida frente a él. No me sorprende ya que conviví y comí junto a un saiayin con un semejante apetito durante dos años.

Tras unos largos minutos ambos terminamos con nuestro almuerzo. Él se levanta de su asiento y se dirige al baño. Por mi parte me pongo de pie y camino hacia mi cuarto, busco mis apuntes de la cura. Al salir de la habitación noto que vegeta aun está allí colocándose una capa. Dejo los papeles y cuadernos sobre el escritorio de su cuarto y me arrimo a él.

Eterno Lazo...bulma &vegetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora