Uno:devilidad

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Nada le impedía romperle ese fino cuello de un solo movimiento, era perfecto, finalmente iba a eliminar la molesta y vulgar mujer de una buena vez.

Ella no lo veía, a pesar del fuerte agarre de él sobre su cuello mantenía su cabeza agachada sin importarle que en esa posición el aire se le acabara más rápido. No se atrevía mirarlo a los ojos, aun no quería aceptar la triste realidad: su muerte definitivamente había llegado y toda ilusión de un posible amor había acabado.

La presión del agarre extrañamente fue disminuyendo tomando por sorpresa a ambos pero no la soltó del todo. La miraba con una oculta esperanza, esperaba que gritara, que se quejara, que lo insultara hasta que llorara pero nada lo preparaba para esta indiferente reacción.

No quiso levantar la mirada aunque sentía sus oscuros ojos clavados en ella. Finalmente se decidió retomar su antiguo valor y encararlo. Lentamente elevó su cabeza hasta que sus miradas se encontraron, sus inexpresivos ojos azules eran carentes de alguna vana emoción y su vacía mirada no delataba ningún sentimiento, temor, angustia ni mucho menos rencor.

El eterno silencio de parte de ella lo estaba enloqueciendo, destruyendo sus nervios y torturando su herido corazón.

Ella pudo observar el repentino dolor en sus ojos, sabía que la causa de ello era ella misma. No era intención dañarlo ni planeaba lastimarlo, aunque lo quisiera hacer con toda el alma, que sintiera la profunda tristeza que habitaba en su corazón, simplemente le era imposible hacerlo.

Entonces percibió un pequeño destello en su mirada y una leve mueca se dibujó en su rostro muy parecido a una sonrisa. No pudo evitar sonreír ampliamente, aun mirándola directamente a los ojos soltó su cuello gentilmente y la sostuvo de sus manos para que su cuerpo no impactara contra el frío suelo.

Ella quedó perpleja ante la acción del hombre pero no rompió el contacto con él, solo lo miró a los ojos, ahora con una nota de asombro y sorpresa en la mirada. ¿Que le había hecho cambiar de decisión? ¿Qué lo detenía de matarla? Él tenía el poder necesario para hacerlo sin problema y aun así no lo hizo. No solo ella se preguntaba persistentemente sin encontrar respuesta alguna sino también el hombre frente a ella.

Era imposible encontrar lógica o razón a todo esto, verdaderamente no la había. Todo había cambiado dramáticamente desde su llegada, inclusive él. ¿Cómo explicar lo inexplicable? Ni siquiera él comprendía exactamente que le sucedía.

Pasaron segundos, eternos para ambos, mirándose indagantes sin decir absolutamente nada hasta que él decidió ponerle fin a todo esto, debía controlar la situación y poner orden en su vida. No se despidió solo dio media vuelta, dándole la espalda se dirigió tranquilamente hacia la puerta, salio de la habitación y luego la cerró. Dejando atrás a una confundida mujer haciéndose mil preguntas, las mismas que él se hará durante la noche entera.

Ella, aun en silencio, cedió al cansancio de sus piernas y dejó caer sin oposición su cuerpo. Sus rodillas se doblaron y todo su cuerpo sintió el duro impacto contra el frío y rígido piso. Sin poner resistencia lágrimas recorrían sus mejillas mientras cerraba con ímpetu sus ojos tratando fallidamente detener el llanto. Sin energías ni fuerzas se entregó a un silencioso llanto y acudió forzosamente al sueño.

Cerró la puerta con gran ira y caminó maldiciéndose a si mismo por ser débil hacia al baño. Se desvistió y tomó una fría ducha. Semidesnudo cayó derrotado a la cama dejando que el agotamiento lo venciera por completo. A pesar del anhelo a dormir no pudo, una vez mas, descansar.

Sabía muy bien que esa noche, como tantas otras, sus pensamientos serian dominados por el dulce recuerdo de su embriagante aroma y su tan delicado y frágil cuerpo. Recuerdos que con gustos se ataría por toda la eternidad a ellos

Eterno Lazo...bulma &vegetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora