POV Katniss
Me removí en la cama y abrí los ojos de golpe cuando no sentí ningún cuerpo a mi lado. Me frote los ojos y aclare mi vista. Estaba en lo correcto, Peeta no estaba conmigo y se había llevado sus muletas con él. Mire el reloj y marcaban las nueve en punto, era tarde, no solía levantarme a esta hora.
Me senté al borde de la cama y me puse algo en los pies, tenía la ropa de ayer así que decidí cambiarme. En cuanto termine, salí del cuarto en busca de Peeta. No había ningún empleado –odiaba esa palabra, no me gusta tener a personas dispuesta hacer todo, yo podía hacerlo sola y me sentía inútil mientras ellos estaba aquí, haciendo todo– Para preguntarle si había visto a Peeta o si había dicho algo. Baje las escaleras luego de revisar arriba y fui a la cocina, efectivamente estaba ahí. De espalda intentando preparar algo aunque se le dificultaba por las muletas debajo de sus brazos.
Podría quedarme viéndolo por horas y nunca me cansaría, esa sensación de verlo sonreír me causaba algo lindo. Algo que seguramente mi yo anterior, no lo aprobaría.
–Podía haberlo preparado yo. –Se exalto un poco al escuchar mi voz, se giró y me sonrío– Debería atarte ¿Sabes?, así podrías hacer lo que el medico dice.
–Eso no sería lindo.–dijo este y volvió a lo que hacía hace rato–.
Me acerque a él y lo ayude con lo que se le dificultaba.
–Puedo hacerlo, solo... necesito algo de tiempo.
–Puedo ayudarte, déjame ayudarte. –le sonreí y no se negó.
Un rato después, hablo. Ya habíamos terminado de preparar los tocinos y el jugo, algunas tostadas por si se nos antojaba acompañado de mermelada.
–Aún no me has dado el beso de buenos días. –Hace puchero y puedo jurar que me encanta verlo hacer eso.
–Tú tan poco. –Me siento a su lado y el me sigue viendo, esperando por su beso.
Agarro una tostada y le unto la mermelada, ignoro que sigue viéndome y él se cansa, por lo cual ahora me mira haciéndose el molesto.
–¿Qué tienes? –Intento hacerme la que no sé.
–Dije que aún no me dabas mi beso de buenos días y lo has ignorado. –Intenta sonar enojado y sonrío por su intento fallado.
–Luego de comer esta tostada puede que te lo de.
–¿Puede? –Sonó ofendido.
–Ajam...–digo dándole un mordisco a la tostada.
–Ahora soy yo quien no quiere el beso. –Agarra una tostada y se hace el dolido, está actuando, lo sé. Le seguiré el juego porque me gusta verlo sonreír y porque al ultimó, le daré el beso.
–¿Enserio? –Le pregunto y asiente, seguro–. ¿Seguro, muy seguro?.
Intente hacer puchero pero no se me dan bien estas cursilerías, pero con él no tenía vergüenza a verme mal.
–No vale que uses mi táctica. –se queja y no me mira porque sabe que al final ganaré.
–Pero la mía funciona, ¿No?. –Agarro su mano y le doy un pequeño apretón para que me miré y así lo hace.
–Eso no va a funcionar. –Dice no tan seguro.
–No estoy segura de que así sea. –siseo. Me acercó a él hasta dejarnos a unos centímetros. Podía sentir su respiración sobre mis labios y estaba segura de que intentaba no besarme en estos momentos.