CAPITULO 32

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Recogió su blusa del piso y corrió rápidamente. Bufe ¿Cómo fue que pasamos de un momento de deseo y lujuria, a estar enojadas e incomodas? Todo fue mi culpa. Todo mi culpa, como siempre mi maldita culpa. No sé ni siquiera de donde salió aquel tema, ella solo sintió que yo aún seguía tratándola como una mocosa mientras lamia como desesperada sus senos... no. Esto no tenía sentido alguno, me recosté sobre el sofá y acomode mi cabeza sobre él apoya brazos.

Ella debe estar desesperada ahora, yo simplemente arruine todo con mi estúpido orgullo y deje que se fuera. Sin decirle ''Te Amo'' o ''Lo Siento''. No puedo dormir, no sabiendo que ella está enojada conmigo, eso no. Me levante del sofá y fui hasta la cocina, necesitaba un poco de té. Abrí la nevera y serví un poco del té helado de la jarra.

Esta noche debió haber sido hermosa. Placentera, solo ella y yo. Mierda¡¡ la deseo tanto y ella lo sabe a la perfección.

-Hola... -me sobresalte dejando que el vaso cayera sobre el fregadero estruendosamente, di media vuelta, encontrándome con ese mar azul que me enloquece. Parecía cansada y estaba con todo su cabello hecho un lio.

-Dios¡¡¡ Me asustaste –dije poniendo mi mano sobre mi pecho. Hizo una mueca pendiendo disculpas y se acercó a mí, sirvió un poco del té en otro vaso y se volteo quedando frente a frente conmigo.

Entonces me pude dar cuenta de su vestimenta. Una remera muy larga que caía por sus prominentes curvas y me percate de su falta de sostén y que solo estaba utilizando bragas. Limpie mi garganta tomando una posición seria, pero siendo sincera al verla así eso era mucho más difícil de lo que debería.

-Que haces despierta a esta hora? –pregunte mirándola por el rabillo de mi ojo. Esto era tan inmaduro y ridículo, pero ahora ninguna estaba dispuesta a dar su brazo a torcer. Solo porque ambas somos las chicas más orgullosas y tercas de este planeta –Debes dormir...

De pronto dejo su vaso sobre el mesón con una fuerza que me hizo brincar hacia un lado. Sus ojos estaban fijos en mí, y el azul especial de ellos ya había desaparecido por completo dejando solo dos hoyos de color antinatural. Su mirada era rígida y reprochante

-Deja de decirme que tengo que hacer. Por un demonio Jade¡¡¡ -me acuso mientras su mano se envolvía en un puño apretado. Mi mandíbula se tensó y la mire sorprendida

-Bueno ya basta –dije enojada -¿Por qué demonios te molesta esto ahora, Perrie?

Se quedó en silencio por algunos segundos mirándome indignada. No tenía ni idea de que estaba pasando o porque mierda estábamos discutiendo. Ella parece estar a la defensiva y no tengo ni una puta idea del porqué.

-Porque? –me pregunto irónica –Porque?... Oh –dijo haciéndose la pensativa –No lo sé, tal vez sea porque ahora eres MI novia, porque ahora ambas debemos trabajar porque esto funcione y TU solo piensas en controlarme y tratarme como si fuese tu hija todo el tiempo

-Deja de decir cosas de las que te puedas arrepentir más tarde Perrie... -advertí mirándola venenosamente. Odiaba, odiaba esto lo odiaba tanto, pero ahora debo hacerle ver lo equivocada que esta. Y si para eso necesito hablar de esta manera de seguro que lo hare.

-No necesito que me amenaces Amelia. Sé muy bien de lo que hablo –sus ojos estaban en llamas, y no precisamente eso era bueno ahora. Simplemente estaba enojada, estaba furiosa.

-Bien. Pues si te molesta tanto... -me detuve justo antes de decir algo de lo que me pudiera retractar después. Esto está mal, no es justamente la noche que creí que seria. Y algo me dice que yo me encargue de que saliera así. Sus pupilas se dilataron y sus labios se abrieron para decir algo. Pero no lo hizo. Simplemente me miro con decepción, retrocedió algunos pasos. Me acerque con cautela, suspire enojada. Conmigo y con ella –No... -pensé que diría, pero las palabras parecían no estar destinadas a salir de mi boca

-Lo se... Lo se Jade –dijo limpiando una lagrima rebelde. Dios¡¡ cuánto odio verla llorar, y me destroza más que ahora lo esté haciendo justo por mi causa –Sabia que esto no era buena idea... -mis ojos se abrieron espantada con su frase –No quiero ser una carga para ti ahora... yo...

Negué lo más rápido que pude. Y la tome entre mis brazos, intento alejarme pero sus intentos por hacerlo fallaron uno tras otro. Quiero que se saque esas ideas bobas de su cabeza pero la mujer es terca. Bufe preocupada, me acerque y roce mi nariz delicadamente con su mejilla.

-Ni siquiera se te ocurra decirlo, Edwards –susurre en su oído seguido de un beso que deposite en la comisura de sus labios.

Sus pestañas estaban húmedas y sus ojos estaban rojos. Me lastimaba tanto verla de esta manera, la idea de traerla a compartir techo conmigo era justamente hacerla feliz. No llorar y eso me hace sentir una completa fracasada.

-Tengo miedo de que todo esto sea un error... -su frase salto directo a mi corazón dándome una punzada mortal. La mire suplicante, si ella me dejara ahora no estoy segura de lo que sería de mi vida. De lo que si no me queda la menor duda. Es que jamás podre volver a sonreír sinceramente nunca más.

Pov Perrie.

Como se supone que sea feliz con Jade, si mi mente no deja de atormentarme? Todo en mi cabeza grita que me valla. Que no la condene a una vida miserable a mi lado, donde tendrá que ser más mi enfermera que mi pareja. Y todo por mí y mi maldita enfermedad. Yo solo quiero que ella sea feliz y se de antemano que jamás voy a ser una chica que merezca tenerla a su lado.

Sus ojos me reflejaban todo lo que estaba pasando por su cabeza ahora. La duda estaba en su viva expresión tallada entre el color chocolate de su iris. Suspire sintiéndome una tonta por mis histerias. Por haber arruinado nuestra primera noche juntas y por hacer que ella se sienta de la forma en que lo hace ahora.

Sus brazos me cubrían por la cintura en un acto de protección y suplica. De repente sentí como su mano subía lentamente por mi espalda. Haciéndome estremecer al contacto, cerré mis ojos dejándome llevar una vez más. Se acercó lo suficiente como para besarme pero no lo hizo. Simplemente me observo, negó con la cabeza mientras sonreía de medio lado, la mire confundida por su repentina diversión.

-No... -dijo entre risas inaudibles –Tu no me puedes dejar Pez –era bastante cierto. Pero el tono determinado en sus palabras me hizo estremecer –No me puedes dejar, porque me amas...

Fue imposible para mí no sonreír. Amaba que lo tuviera claro, y también me preocupaba un poco. Me acerque para empezar un beso lento y suave, sus labios envolvieron los míos sintiéndome de alguna manera en paz y equilibrada. Sus manos recorrieron mi remera, de repente yo ya estaba sobre la encimera mientras Jade se acomodaba entre mis piernas.

-Te amo –Afirme con una sonrisa. Sus ojos se encendieron en una luz de pasión y ternura. Sonrió y entonces me aprisiono mas a su cuerpo, suspire sintiéndome completa ahora.

Los bordes de la prenda fueron levantados hasta pasar por mis brazos. Liberándome una vez más de mi parte superior, sus ojos ahora estaban calvados en mis pechos. Me encantaba hacerla sentir de este modo. Me encanta saber que ella siente deseo por mí, gemí cuando observé sus labios ser humedecidos por su lengua, sonrió y me guiño un ojo con picardía. Reí y la acerque nuevamente, sus manos fueron rápidas al tocar mis senos con fiereza, ahora podía sentir como el aire me jugaba una mala pasada y como el nudo en mi garganta me hacía más difícil la tarea de respirar. Sus besos eran salvajes y recorrían desde mi cuello hasta mi clavícula. Sus dedos ajiles hacían que mi conciencia se perdiera en la nada cuando torturaban mis pezones

-Te deseo tanto, Pez –dijo apenas en un grito ahogado.

Mis cabellos rubios se echaron hacia atrás por petición de ella. Mi cabeza lo hizo segundos después cuando sentí su lengua invadir mi cavidad bucal. Los gemidos estaban ahora atrapados en mi garganta que pedían a gritos ser liberados, se alejó de mí y me observo en mi única prenda que constaba de unas bragas color blanco. Atrapo su labio inferior entre sus dientes y tomo mi cuello para emprender un beso salvaje que me dejo sin aliento.

Mis manos se enredaron entre sus ondas color caramelo y jale un poco de ellas. Jade gimió escandalosamente cuando mis manos curiosas amasaron sus pechos sobre la tela.

-Oh Dios... -se sentía tan jodidamente bien verla responder a mis caricias. 



Realmente No Te Merezco ~. ||Jerrie Thirlwards ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora