CAPITULO 31

553 34 0
                                    

-Pez... -suspire con dificultad intentando tomar aire suficiente como para seguir hablando. Sus ojos azules se posaron sobre los míos con ansia e insistencia –Recuerdas aquel día que me sorprendiste husmeando en tu habitación?

Su sonrisa se amplió al recordarlo. Achino sus ojos intentando encontrarle sentido a mi pregunta, se acomodó sobre mi regazo y asintió sonriendo.

-Bueno se mas especifica –dijo divertida –Porque las veces que te sorprendí husmeando en mi habitación fueron miles...

Reí a carcajadas al oírla. Era cierto pero ahora solo se me hace gracioso.

-Bien, Bien. Pequeña presumida –apenas podía controlarme mientras de mi garganta brotaban estruendosas carcajadas. Sus ojos destilaban curiosidad y algarabía, hice una mueca. Ella obviamente rio.

-Okey Amelia. Al punto –exigió acomodando su cabello. Tome su nuca en mi mano derecha y la acerque a mí, su cuerpo se tensó y pude sentir como su mano se paseaba vigorosamente por mi pierna desnuda.

-Lo cierto es que... -mi mirada se posó en –No todo lo que dije fue precisamente para incomodarte.

Sus ojos se abrieron considerablemente, y su respiración se volvió más dificultosa. La mire con ternura, amo estas reacciones de su parte. En especial cuando yo las causo.

-A que te refieres? –pregunto ansiosa. Sonreí de medio lado y bese la comisura de sus labios

Ella es tan dulce que cualquier palabra considere decir tengo que pensarla más de dos veces.

-Que no mentía con todo lo que te dije aquella vez –suspire expectante.

-Ya lo sabía –dijo riendo. Enarque una ceja y me acerque aún más

-Oh, Bien niña mentirosa –su voz estaba enronquecida y eso me hizo darme cuenta de que todo era un hallazgo para ella –Tendré que castigarte por eso.

Me miro picara y volvió a su posición anterior. Sus brazos pasaban por mi cuello haciendo caricias a mi espalda. Me contorsione cuando sentí sus caderas balancearse sobre mí, gruñí. Aunque ella estaba jodidamente cerca, para mí no era del todo suficiente.

Su corazón tenía un desbocado latir, mientras sus besos me hacían pasar por alto aquello.

-Mierda, Jade¡¡ -gimió. Su voz ahora sonaba más ronca, y sus manos ahora luchaban por quitarme la molesta blusa. –Hazme tuya, por favor...

Entonces todos esos recuerdos llegaron a mí. Perrie, ella siempre fue el amor de mi vida de eso no tengo la menor duda. Y ahora que la tengo sobre mí, mientras me suplica por que le de placer. Me hace sentir que todo aquello por lo que hemos pasado a valido de verdad la pena. Gimotee mientras la ponía en el sofá cuidadosamente, pero de mi mente no se borraban esos tiempos aquellos donde Pez y yo éramos solo unas niñas, me da miedo no ser lo que ella merece. Me da miedo no ser lo que ella espera, simplemente estoy derrotada interiormente mientras peleo y lucho dentro de mí misma, sintiéndome una maldita por no saber si yo realmente sea eso que ella busca y desea.

-Jade¡¡ -su voz agitada me saco de mis pensamientos. La mire con una expresión neutra por algunos segundos.

Pero todo eso acabo cuando pude notar que ahora ella tenía todo su torso denudo completamente. Diablos¡¡ no tiene idea de cómo me pone. Sus pechos son mi perdición y al mismo tiempo mi bendición, relamí mis labios, ansiosa por probarlos.

-Quieres que te firme un permiso?... –sabía que lo había notado, es imposible esconder todo esto que me carcome la piel desde mi punto de origen.

Sonreí de medio lado y tome uno en mi boca. Tal experiencia además de ser difícil de describir es difícil de procesar. Mi mano se fue hasta su otro pecho estrujándolo con fiereza, levante apenas mi vista para centrarme en sus facciones. Sus uñas estaban clavadas en la carne de mi espalda y lejos de ser doloroso era como una boba de placer que me arañaba. Mi lengua cálida recorría su pezón dándole un tratamiento especial y placentero

-Diablos¡¡¡ -refuto mordiendo su labio inferior –Debes querer acabar conmigo Jade...

Mis dientes encerraron su duro y receptivo pezón dándole una mordida suave. Un grito desgarrador la abandono, mientras envolvía mi cabello en su puño. Tiro del un poco y levanto mi rostro de su torso. Sonrió y me beso ardientemente, pude sentir su boca seca mientras balbuceaba algo que era imposible de entender, mordí su labio tirando del suavemente.

-Deja de tratarme así –dijo uniendo nuestras frentes. Fruncí el ceño y la mire curiosa –No quiero que sigas pensando en que debes cuidarme... Quiero que seas un poco más agresiva conmigo.

Alce mis cejas, sonriendo ampliamente. Me encantaba la sola idea.

-Sabes que jamás dejare de protegerte...

-Jade sabes bien que ya no tengo doce años... ¿Cierto? –gruñí un poco irritada y asentí. –Ya estoy lo suficientemente mayorista como para cuidar de mi misma.

-Bien. –dije levantándome. Esto me estaba empezando a enfadar. Y no tengo la mínima idea del porqué.

O tal vez sí. Tal vez sea porque los últimos años he decido que Perrie sea el centro de mi vida y que todo mi mundo ruede al su alrededor. Pero ahora como ella dice, ya es una mujer, totalmente capaz de defenderse a sí misma y tomar sus propias decisiones. Y de solo pensarlo me aterrorizo por completo.

Hubo silencio por algunos segundos. Ninguna decidió decir palabra alguna, ella aún seguía semi desnuda sobre el sofá. Mientras yo estaba sentada a un costado de este, mirando a la nada. Suspire y pase mis manos por mi cabello.

-Buenas Noches. –dijo levantándose. Mientras emprendía su camino hasta la habitación.



Realmente No Te Merezco ~. ||Jerrie Thirlwards ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora